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Perspectiva

El devastador incendio de Los Ángeles y la necesidad de la planificación socialista

Hogares quemados y algunos pocos que sobrevivieron las llamas, 9 de enero de 2025, sección de Pacific Palisades de Los Ángeles [AP Photo/Mark J. Terrill]

Los múltiples incendios que actualmente están fuera de control en Los Ángeles, California, representan una catástrofe de proporciones asombrosas. Comunidades enteras del tamaño de pequeñas ciudades por sí solas han sido borradas del mapa a medida que numerosos incendios separados, acelerados por fuertes vientos y condiciones secas, han abrumado rápidamente las medidas insuficientes o inexistentes para combatirlos.

Los Ángeles, sede de la industria del entretenimiento estadounidense, es una ciudad conocida por crear ilusiones. Pero en cuestión de días, muchas de esas ilusiones se incendiaron, revelando el estado absolutamente bárbaro de las relaciones sociales en los Estados Unidos contemporáneos y la incapacidad total del capitalismo para enfrentar cualquier problema social: desde el cambio climático hasta la planificación urbana y la gestión básica del agua. Al igual que el terremoto de Lisboa de 1755, que inspiró el Cándido de Voltaire, los incendios de Los Ángeles tendrán efectos de gran alcance en la conciencia popular. 

Los bomberos, un tercio de los cuales se estima que son trabajadores de la población carcelaria que ganan entre 16 y 74 centavos por hora, continúan arriesgando su salud y sus vidas para combatir las llamas, pero sus esfuerzos se han visto obstaculizados por un número insuficiente de hidrantes y la falta de presión de agua. 

Aproximadamente 179.000 residentes han recibido la orden de evacuar sus hogares hasta el momento, con escasos lugares para refugiarse. Se han confirmado cinco muertes, pero quedan muchas más por descubrir entre las cenizas. Innumerables familias han perdido mascotas, pertenencias domésticas y recuerdos preciados. Millones de personas estarán expuestas al tóxico manto de humo que está descendiendo sobre el área, con incalculables consecuencias para la salud en los próximos años.

El peor de los incendios inició el martes. El incendio de Palisades consumió rápidamente más de 17.200 acres y se sigue expandiendo, incluyendo prácticamente todo el vecindario costero de Pacific Palisades, que tenía una población de más de 23.000. El incendio de Eaton ha consumido 10.600 acres, incluida gran parte de la comunidad de Altadena. El incendio de Hurst en el enclave de San Fernando consumió 671 acres. 

El miércoles, se desarrollaron dos incendios más: el incendio de Lidia, que consumió 348 acres, y el incendio de Sunset, que consumió 43. El jueves, comenzó el incendio de Kenneth, que se extendió rápidamente a 960 acres. Tanto los incendios masivos de Palisades como los de Eaton se han contenido cero por ciento al momento de escribir este artículo. Ninguno de los otros incendios separados está completamente contenido y la cantidad de acres que cubren cambia constantemente. Aunque en algunos informes se las denomina “incendios forestales”, las llamas han llegado a las zonas urbanas, destruyendo edificios históricos, escuelas, monumentos e iglesias junto a barrios residenciales enteros.

Esta catástrofe en curso no es simplemente un desastre “natural”, sino el producto inevitable del capitalismo; o la subordinación de todas las necesidades sociales para alimentar la máquina de guerra imperialista junto con los rendimientos financieros de Wall Street, es decir, la guerra y las ganancias por encima de la seguridad básica para la población; la guerra y las ganancias por encima de una planificación urbana racional; la guerra y las ganancias por encima de todo. 

Los Ángeles, un área metropolitana que alberga a más de 18 millones de personas, es una de las ciudades más importantes del mundo, incluso en términos de su papel en la producción y el intercambio, los muchos idiomas y las conexiones globales de su fuerza laboral, y la influencia de su producción cultural. La firma de asesoría Oxford Economics clasificó a Los Ángeles en el séptimo lugar de las 1.000 principales “ciudades globales” del mundo, y el Instituto de Desarrollo de China clasificó a la ciudad en el octavo lugar en el mundo como centro financiero. El hecho de que se hayan salido de control incendios predecibles y prevenibles en tal ciudad es una condena contra todo el sistema económico y social mundial. 

El cambio climático, que en sí es producto de la explotación capitalista desenfrenada del medio ambiente, sin duda desempeñó un papel en los incendios de Los Ángeles. La prolongación de las estaciones secas en el sur de California no solo ha agravado el peligro de incendios, sino que también ha reducido los suministros de agua disponibles y complicado los esfuerzos para desarrollar contramedidas. Un estudio reciente encontró que el cambio climático causado por el hombre resultó en un aumento del 320 por ciento en las áreas quemadas en California de 1996 a 2021.

Toda la élite política es responsable de la catástrofe. Los presupuestos inadecuados del departamento de bomberos, los suministros de agua insuficientes, las prácticas de construcción anárquicas e inseguras, todo esto es responsabilidad directa del Partido Demócrata, que ha tenido a Los Ángeles firmemente a su alcance durante décadas. En la última propuesta presupuestaria de la alcaldesa demócrata Karen Bass, los fondos para el departamento de bomberos se redujeron en $17,6 millones, mientras que el Departamento de Policía de Los Ángeles recibió un aumento de $126 millones en su presupuesto, ahora en $2,14 mil millones.

Más profundamente, Los Ángeles en particular sufre de lo que solo puede describirse como lo opuesto a la planificación urbana racional. Durante décadas, la ciudad se extendió al azar en cualquier dirección dictada por los intereses de ganancias a corto plazo. Este proceso ha producido una metrópolis masiva de hormigón que se detiene por completo en las horas pico todas las mañanas y noches debido a una infraestructura de transporte inadecuada. 

Concentrada en áreas como la infame Skid Row y en filas de tiendas de campaña junto a las calles, una población sintecho, tan grande que solo se puede estimar en decenas de miles, mira todos los días las colinas rodeadas de mansiones construidas desvergonzadamente por los ricos, muchas de las cuales permanecen vacías durante gran parte del año. Los impuestos, así como el precio de la vivienda, la salud y las necesidades básicas, son famosamente astronómicos.

Cabe destacar que el museo Getty Villa se salvó afortunadamente cuando el incendio de Palisades arrasó la zona. Las medidas implementadas por el museo incluyen almacenamiento de agua en el sitio, esfuerzos regulares de limpieza de la maleza, construcción de doble pared y técnicas de aislamiento de última generación. No se puede reprochar al museo que haya hecho todo lo posible para proteger su irremplazable colección de antiguos artefactos griegos y romanos. Pero uno debe preguntarse: si tales medidas están disponibles, ¿por qué no se tomaron para todos los demás hogares y lugares de trabajo de la ciudad?

De hecho, si Los Ángeles hubiera puesto la riqueza concentrada en sus límites a un uso racional, ni una sola estructura se habría quemado y ni una sola persona habría muerto; porque los recursos, en cambio, se habrían asignado para evitar que iniciara un incendio peligroso en primer lugar, para mitigar el riesgo con capas superpuestas de contramedidas y para responder de manera decisiva en caso de mayor peligro. 

En el año 2025, los recursos y el conocimiento científico existen en todas partes para prevenir gran parte del daño resultante de incendios, inundaciones, tornados, terremotos y brotes de enfermedades como el COVID-19. Sin embargo, tales desastres “naturales” pueden devastar una sociedad que, en cambio, canaliza todos sus recursos hacia presupuestos militares ilimitados y hacia los bolsillos de oligarcas grotescamente ricos como Elon Musk y Jeff Bezos.

Los republicanos representan los intereses de esa oligarquía no menos que los demócratas. La nueva Administración de Trump, en particular, representa la llegada de una pandilla de pirómanos para dirigir un departamento de bomberos. Las políticas ambientales de Trump, que incluyen la eliminación completa de todas las restricciones al saqueo corporativo, personifican el dominio de los intereses de la oligarquía sobre las necesidades sociales de la clase trabajadora, así como sobre la vida futura en el planeta.

El cambio climático, junto con las enfermedades prevenibles y los desastres urbanos previsibles, son problemas globales que requieren una solución global: un programa socialista de planificación racional, supervisión democrática de la producción y coordinación internacional para detener y revertir todas las tendencias necesarias, que incluye la administración de todas las ciudades de manera que la salud, la seguridad, las necesidades y las aspiraciones de toda la población de la clase trabajadora sean primordiales.

Si bien Los Ángeles se está ahogando en humo tóxico, tiene el potencial de ser un lugar grandioso y hermoso. Con una planificación socialista, su sol constante durante todo el año y sus espectaculares puestas de sol sobre el océano Pacífico, podría ser realmente un paraíso en la tierra para todos sus residentes, no solo para unos pocos ricos. 

Al mismo tiempo, los problemas planteados por los incendios de Los Ángeles son problemas universales. Todos los problemas fundamentales que enfrenta la sociedad son problemas de masas, que requieren la asignación de enormes recursos de manera racional y planificada, sobre la base de la necesidad social.

La tecnología y el poder productivo ya existen. Lo único que falta es la organización de la clase obrera bajo una dirección socialista capaz de desatar su tremendo potencial progresista y revolucionario en todo el mundo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 9 de enero de 2024)

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