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Jacobin predica la complacencia y encubre la complicidad demócrata en los movimientos de Trump hacia la dictadura

La revista Jacobin, el principal medio de comunicación de los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés), está llevando a cabo un esfuerzo deliberado y sistemático para restar importancia a la amenaza de fascismo y dictadura que representa el segundo mandato de Trump.

La primera evaluación de Jacobin sobre el nuevo gobierno de Trump se publicó el 23 de enero con el titular “En el primer día, Trump no fue el dictador que prometió ser”. Esto fue tres días después del discurso de toma de posesión fascista de Trump y del saludo nazi de Musk al aspirante a führer, además de la emisión de docenas de órdenes ejecutivas que sentaban las bases de una dictadura presidencial. Falsa en el momento de su publicación, la afirmación del artículo ha quedado en ridículo ante los ataques diarios a los derechos democráticos básicos y a los programas sociales que Trump ha llevado a cabo desde entonces.

Artículo de Jacobin

El artículo, escrito por el profesor de la Universidad de Brown Alex Gourevitch, comienza:

Donald Trump prometió ser “un dictador en su primer día”. En cambio, su avalancha de órdenes ejecutivas es en gran medida un cumplimiento organizado de sus promesas de campaña, con una notable falta de acción en aranceles y redadas migratorias hasta ahora…

En cualquier caso, las primeras órdenes ejecutivas de la segunda administración de Trump… equivalen a un ejercicio de poder presidencial algo más audaz de lo habitual para un presidente entrante, pero nada que se acerque al ejercicio de un poder dictatorial…

¿De qué está hablando Jacobin? En las tres semanas desde su toma de posesión, comenzando incluso antes de la publicación del artículo de Jacobin, Donald Trump ha destruido pilares fundamentales de la Constitución de EE.UU.

Esto ha incluido órdenes ejecutivas que, citando una invasión inexistente de inmigrantes, le otorgan poder absoluto y unilateral como comandante en jefe para llevar a cabo deportaciones masivas. Trump ha reclamado poderes de emergencia para movilizar al ejército con fines de represión interna, no solo en la frontera con México, sino en cualquier parte del país.

Además, ha afirmado su derecho a retener fondos aprobados por el Congreso para salud pública, educación y programas sociales esenciales de los que dependen decenas de millones de personas. Ha enviado al hombre más rico del mundo, el fascista Elon Musk, a apoderarse del sistema de pagos del Tesoro de EE.UU. y a cerrar departamentos federales enteros, como USAID y Educación, despidiendo a cientos de miles de trabajadores federales.

Pero, según Jacobin, esto no es “nada que se acerque al ejercicio de un poder dictatorial”. Es simplemente un día más en la presidencia.

El artículo continúa:

La aparente excepción es la orden que abolió la ciudadanía por nacimiento, la cual suena claramente inconstitucional y probablemente será anulada por los tribunales. En ese caso, la medida para determinar si se trata o no de un ejemplo de poder dictatorial dependerá de si Trump está dispuesto a enfrentar directamente a los tribunales. Parece poco probable [énfasis añadido]…

Resulta llamativo, sin embargo, que aún no haya impuesto aranceles concretos. Todo el ruido explicativo que proviene de los confidentes de Trump indica que estos probablemente serán específicos o incluso graduados para evitar cambios de precios bruscos…

La inmigración es otro tema principal en el que Trump ha procedido con más cautela de lo que se podría haber predicho. Parece estar sentando las bases para una acción significativa (es decir, levantar restricciones en la aplicación de la ley de inmigración en escuelas, hospitales e iglesias), pero ha retrocedido en su promesa de redadas y deportaciones masivas desde el primer día…

El contenido entero del artículo busca sembrar complacencia. Trump no desafiará a los tribunales y los tribunales probablemente fallarán en su contra. Las medidas de guerra comercial son solo faroles sin gran impacto. Las deportaciones masivas, que ya han comenzado y han provocado creciente indignación, “no van a suceder realmente”.

No se encontrará en este artículo una sola mención a la palabra “fascismo”, ni a la guerra contra Rusia en Ucrania, el rearme bipartidista contra China o el genocidio de EE.UU. e Israel en Gaza. No hay referencias al imperialismo ni al militarismo, ninguna mención a la clase trabajadora y a la lucha de clases, y prácticamente ninguna al extremo crecimiento de la desigualdad social. Quizás lo más condenatorio es la ausencia de cualquier referencia al intento de golpe de Trump el 6 de enero de 2021 y al encubrimiento que hicieron los demócratas de su magnitud e implicaciones.

Esto es lo que publicó el World Socialist Web Site en la mañana del 20 de enero, antes de la toma de posesión de Trump, en una declaración titulada “Degradación americana: Trump vuelve a la Casa Blanca:”

Nada marca tan claramente el colapso irredimible de la democracia estadounidense como el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, cuatro años después de intentar derrocar las últimas elecciones por la fuerza e instalarse como presidente-dictador a pesar de su abrumadora derrota en las urnas. Trump será investido como el 47º presidente de Estados Unidos, no por medio de un golpe de Estado, como pretendía llevar a cabo el 6 de enero de 2021, sino gracias a su apoyo en la oligarquía financiera que gobierna Estados Unidos, junto con la postración y ruina de sus oponentes nominales en el Partido Demócrata.

Esta minimización del carácter fascista del Gobierno de Trump está indisolublemente ligada al papel de Jacobin y el DSA como una facción del Partido Demócrata.

El 27 de enero, Jacobin publicó una entrevista con Faiz Shakir, director de campaña de Bernie Sanders en 2020, con el título “Faiz Shakir quiere traer a los trabajadores de vuelta al Partido Demócrata”. Fue una promoción de Shakir, quien aspiraba al cargo de presidente del Comité Nacional Demócrata. La dirección del Partido Demócrata terminó eligiendo a Ken Martin, un funcionario aún más derechista y ligado al establishment, quien presidía el Partido Demócrata de Minnesota.

La línea argumental de la entrevista era que es posible contrarrestar a Trump transformando al Partido Demócrata en un partido de la clase trabajadora. Mientras admitía que vivimos en una “era oligárquica en la que la élite gobernante controla el país”, Shakir promovió a los sindicatos corporativistas, incluyendo a los Teamsters, dirigidos por el pro-Trump Sean O’Brien, y declaró: “Tenemos que ser un partido del pueblo”.

Tres días después, Jacobin publicó otro comentario afirmando que el gobierno de Trump no significaba el colapso de la democracia estadounidense y que no había un gran peligro de dictadura. Titulado “La debilidad de Trump es una oportunidad para la izquierda”, el artículo citó un fallo judicial temporal bloqueando el memorando de la Oficina de Gestión y Presupuesto (OMB) de Trump que detenía todas las subvenciones y préstamos federales a agencias estatales, locales y no gubernamentales, argumentando que esto demostraba que “Trump no está por encima de la ley” y que aún existen “límites institucionales” contra su poder dictatorial.

Afirmando que los “guardarraíles” contra el dictado presidencial siguen en su lugar, el autor escribió que la “derrota de Trump aquí muestra cómo será la construcción de una oposición exitosa”. Continuaba: “Significará unirse en torno a programas políticamente populares como Medicaid y usarlos para impulsar un argumento más amplio de que el estado de bienestar hace del país un lugar mejor para vivir”.

Esto ignoraba el hecho de que, si bien el plazo para detener los pagos se había suspendido temporalmente, las órdenes ejecutivas que ordenaban la incautación de fondos autorizados por el Congreso seguían en vigor. Además, desde entonces se ha sabido que la administración Trump ha desafiado en gran medida las órdenes judiciales que exigen que, al menos por ahora, se levanten las prohibiciones de las subvenciones federales autorizadas por el Congreso.

El autor del artículo, un académico de la Universidad de Rutgers, aconsejó absurdamente que la “Izquierda” adopte el libro de jugadas del Tea Party de derecha republicana y llene las reuniones con personas “listas para gritarle a su representante sobre lo que pensaban que eran amenazas a su atención médica”.

Jacobin sobre el 6 de enero: “No fue una insurrección”

No hay nada nuevo en los esfuerzos de Jacobin y el DSA para sembrar la complacencia y desarmar políticamente a la clase obrera. Esta fue su respuesta al intento de golpe de Trump del 6 de enero de 2021.

A las 5:52 p.m. del 6 de enero, después de que los soldados fascistas de a pie de Trump habían arrasado durante horas el Capitolio sin ninguna oposición seria de la policía o el ejército, estando a pocos segundos de apoderarse de los legisladores o del vicepresidente Mike Pence como rehenes para detener la certificación de la victoria electoral de Biden, el fundador y entonces editor de Jacobin, Bhaskar Sunkara, tuiteó: “Hasta ahora he visto la estabilidad de las instituciones republicanas estadounidenses frente a una turba de derechas y un partido cuyo líder está comprometido con su deslegitimación”.

El 26 de enero de 2021, Jacobin publicó un artículo («El significado del 6 de enero de 2021») en el que se afirmaba:

El motín del Capitolio ... no fue una insurrección ...

La mayoría de la multitud no estaba armada... No se había hecho ningún esfuerzo concertado para coordinar una manifestación alborotada contra un símbolo del poder del Estado con una intención insurreccional real entre los militares, sectores de los medios de comunicación o muchas otras esferas en las que se concentra y perpetúa el poder.

Más adelante, Jacobin escribió que en “esta insurrección que no fue... Ningún plan animaba a los partidarios de Trump más que abofetear, momentáneamente, a su sucesor y némesis”.

Estas afirmaciones eran evidentemente falsas cuando fueron escritas. El intento de golpe de Estado del 6 de enero de 2021 fue el producto de una conspiración de meses de duración en la que participaron altos dirigentes republicanos, sectores de los medios de comunicación corporativos, oficiales militares y de inteligencia, jueces de extrema derecha de la Corte Suprema y grupos paramilitares fascistas como los Proud Boys y Oath Keepers. Toda la clase política era consciente de lo que se estaba preparando.

Días después de la insurrección, el jefe de la Guardia Nacional de Washington DC reveló que había sido bloqueado para desplegar tropas para proteger al Congreso por los militares designados por Trump. Trump había despedido a su anterior secretario de Defensa, Mark Esper, pocos días después de perder las elecciones. Mientras tanto, el FBI se coordinaba con el líder de los Proud Boys, Enrique Tarrio, y Trump incitaba abiertamente a la violencia, calificando las elecciones de “amañadas” e instando a los Proud Boys a “retroceder y mantenerse al margen”.

El juez de la Corte Suprema Samuel Alito se vio directamente implicado. El 5 de enero, el abogado de Trump, Sidney Powell, le pidió que detuviera la certificación de las elecciones basándose en listas de electores falsas presentadas por los republicanos. Alito se mantuvo al margen de la petición durante todo el 6 de enero, y sólo la denegó después de que el golpe hubiera fracasado.

Para Jacobin y Sunkara, sin embargo, la principal conclusión que se podía extraer del golpe del 6 de enero era que las “instituciones republicanas” eran “estables”.

El WSWS, por el contrario, examinó los procesos que condujeron al golpe y la importancia del propio 6 de enero. El 1 de junio de 2020, después de que Trump desplegara a la policía militar para desalojar violentamente a los manifestantes de Lafayette Square y amenazara con la ley marcial, el WSWS advirtió: “Se ha alcanzado un punto de inflexión en la historia estadounidense”.

En el período previo al 6 de enero de 2021, Trump incitó abiertamente a sus partidarios, tuiteando el 19 de diciembre: “Gran protesta en DC el 6 de enero. Estad allí, será salvaje”. El WSWS advirtió repetidamente que el Partido Demócrata estaba fomentando la complacencia.

En la mañana del 6 de enero, describió la votación del Congreso para certificar la victoria de Biden como que se estaba produciendo bajo un “esfuerzo activo y en curso” de Trump para dar un golpe de Estado.

Al día siguiente del ataque, el presidente del Consejo Editorial Internacional del WSWS, David North, declaró: “No sólo puede ocurrir aquí un golpe fascista. Ha ocurrido aquí, en la tarde del 6 de enero de 2021”. Advirtió que, aunque el intento de golpe inicial fracasara, volvería a suceder.

Jacobin y el Partido Demócrata

Es útil plantearse la pregunta: ¿A quién beneficia la grotesca complacencia promovida por Jacobin y el DSA?

La respuesta es: El Partido Demócrata y la clase dominante a la que representa. Los demócratas, exudando una combinación de cobardía y complicidad, no están haciendo nada para oponerse a la administración Trump. Están petrificados ante la perspectiva de un crecimiento de la oposición popular de masas a los ataques contra los derechos democráticos y las condiciones sociales.

Al cloroformar políticamente a los trabajadores y a los jóvenes, el DSA, una facción del Partido Demócrata y de la burocracia sindical, presta ayuda y consuelo a Trump, a los republicanos, a sus “oponentes” demócratas y a la oligarquía financiera y al aparato de inteligencia militar que ambos partidos representan.

Proporciona una justificación para que el héroe del DSA, Bernie Sanders, junto con el resto de los demócratas, asistan a la coronación de Trump sin rechistar y luego se ofrezcan a colaborar con la nueva administración.

Como advirtió el World Socialist Web Site en 2021:

La abyecta cobardía y complicidad de los demócratas adormecen la conciencia de las masas, embellecen la imagen de Trump y los republicanos y difunden la ilusión fatal de que todo está bien. Todos aquellos que buscan minimizar el asalto fascista al Capitolio, incitado y apoyado por el comandante en jefe de EE.UU., son culpables de desarmar políticamente a la clase trabajadora y fortalecer a la extrema derecha neofascista.

Lo mismo se aplica con fuerza redoblada a Jacobin y a el DSA bajo las condiciones del regreso de Trump al poder y la capitulación de los demócratas a su desenfreno fascista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 12 de febrero de 2025)