La Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB) llama a la clase obrera de Estados Unidos a preparar acciones de masas para frenar la ofensiva del Gobierno de Trump contra los empleos federales.
Es necesario construir comités de base, que excluyan a los funcionarios y representantes sindicales de cualquier partido patronal, para unir a los trabajadores federales, de correos y del sector privado y organizar manifestaciones masivas y otras formas de acción colectiva a fin de defender los puestos de trabajo y programas sociales.
Menos de un mes desde el comienzo del nuevo Gobierno, ha eliminado decenas de miles de empleos federales. El viernes, el Departamento de Salud y Servicios Humanos anunció que despediría a 5.000 empleados. El fin de semana, hubo informes de que casi 1.300 puestos serán recortados de la Administración de Alimentos y Medicinas.
Eso apenas está comenzando. Cientos de miles de empleos de una fuerza laboral federal de más de dos millones están bajo amenaza. Mientras que alrededor del 30 por ciento de estos trabajadores viven y trabajan en el área de Washington, D.C., la gran mayoría se ubican en el resto de los Estados Unidos.
Estos recortes son flagrantemente ilegales y violan las protecciones contra los despidos por motivos políticos en la administración pública. Trump también le ha dado a su compinche multimillonario fascista Elon Musk el poder de administrar la cartera a través del llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), lo que le permite desmantelar agencias enteras con solo presionar una tecla.
El ataque a los trabajadores federales es solo la punta de lanza de un asalto más amplio contra la clase trabajadora. Los programas sociales en la mira como Medicaid, los cupones de alimentos y la educación pública son vitales para millones. Trump ha puesto a cargo a funcionarios cuya misión explícita es destruir los departamentos que nominalmente dirigen, incluido el antivacunas Robert F. Kennedy Jr. en Salud y Servicios Humanos y la multimillonaria de la lucha libre, Linda McMahon, en el Departamento de Educación.
Se está llevando a cabo un ataque paralelo contra el Servicio Postal de los Estados Unidos, que Trump ha indicado su intención de privatizar. Lo que quede de la oficina de correos, cuya existencia está consagrada en la Constitución, se venderá a oligarcas como el fundador de Amazon, Jeff Bezos, convirtiéndola en una empresa con fines de lucro.
La afirmación de que estos recortes tienen que ver con la “eficiencia” es absurda viniendo de Musk, cuya fortuna de casi 500 mil millones de dólares proviene de los contratos militares de Estados Unidos y la especulación de Wall Street, siendo la definición misma de desperdicio y parasitismo. El objetivo real es desmantelar las protecciones ambientales, las regulaciones de seguridad en el lugar de trabajo, las iniciativas de salud pública y las salvaguardas para los consumidores, eliminando cualquier restricción a la explotación completa y sin restricciones de la clase trabajadora. El saqueo de Musk y la oligarquía de los recursos públicos equivale al mayor atraco en la historia de la humanidad.
El propio Trump dejó en claro el carácter dictatorial de su Gobierno en una publicación de X/Twitter durante el fin de semana: “El que salva a su país no viola ninguna ley”. En otras palabras, Trump proclama estar por encima de la ley, modelando su Gobierno según el principio del Führer.
Bajo el nuevo régimen que Trump está tratando de establecer, los trabajadores no tendrán derechos. Sus ataques a los inmigrantes no solo sirven para convertir a los trabajadores “extranjeros” en chivos expiatorios de la pobreza creada por las corporaciones estadounidenses, sino también para redefinir la ciudadanía como contingente a la lealtad personal al líder, rompiendo las protecciones constitucionales fundamentales para toda la clase trabajadora.
La presencia de Musk demuestra que este Gobierno representa la forma más desnuda y abierta de un régimen de, por y para la oligarquía.
Las únicas áreas en las que Trump está invirtiendo dinero son los militares y la policía, limitando el Gobierno a lo que Friedrich Engels definió como “cuerpos de hombres armados” y “prisiones de todo tipo”. Los recortes a los programas sociales solo sirven para liberar recursos para nuevas guerras masivas, no solo contra enemigos oficiales como China, sino incluso contra países que ayer fueron etiquetados como “aliados”, como Canadá y las potencias europeas.
Las amenazas de Trump de anexar Canadá, Groenlandia y el canal de Panamá, junto con su militarización siguiendo el lema de “Estados Unidos Primero”, tienen como objetivo convertir a América del Norte en una fortaleza armada en preparación para la guerra global.
Frente a lo que se reconoce en la prensa como la crisis constitucional más grave de la historia de Estados Unidos, el Partido Demócrata se muestra completamente cobarde. Se niega incluso a señalarle al público claramente lo que está sucediendo. Esto se debe a que los demócratas también son un partido de la patronal americana y están aterrorizados de la oposición desde abajo.
El aparato sindical, por su parte, varía entre la cobardía y la colaboración directa. La Federación Estadounidense de Empleados del Gobierno (AFGE, por sus siglas en inglés) y otros sindicatos gubernamentales les dicen a los trabajadores que confíen en los tribunales, incluso cuando los cómplices de Trump dirigen la Corte Suprema y la Junta Nacional de Relaciones Laborales, que se ha vuelto inoperante por los despidos masivos de Trump. Insisten en acobardarse ante las leyes laborales antihuelgas, mientras que Trump viola descaradamente todas las leyes que puede para llevar a cabo despidos masivos.
Otros sindicatos, incluidos los Teamsters, la Asociación Internacional de Estibadores y el United Auto Workers, apoyan abiertamente el nacionalismo racista de Trump, mintiendo a los trabajadores de que sus políticas económicas de alguna manera salvarán sus empleos.
Hace cuarenta y cuatro años, el presidente Ronald Reagan despidió y puso en la lista negra a 11.000 miembros en huelga de la Organización de Controladores de Tráfico Aéreo Profesional (PATCO, por sus siglas en inglés), marcando un punto de inflexión en la irrupción de una guerra de clases total por parte de la clase dominante estadounidense. Lo que siguió fueron décadas de recortes de empleos y cierres de fábricas que continúan hasta nuestros días.
En ese momento, había un apoyo masivo en la clase trabajadora para una huelga general en defensa de PATCO, como lo evidenció la manifestación del Día de la Solidaridad del 19 de septiembre de 1981, donde medio millón de trabajadores marcharon en Washington, D.C. en una de las mayores protestas en la historia de Estados Unidos.
Este potencial fue traicionado por la burocracia de la AFL-CIO, que abandonó a PATCO a su suerte incluso antes de que comenzara la huelga. Su respuesta marcó un cambio de los burócratas sindicales en agentes abiertos de la patronal, coludiendo en la campaña del Gobierno para romper la resistencia militante de los trabajadores y llevar a cabo una reducción histórica en los niveles de vida.
Los ataques de Trump eclipsan aquel contra PATCO e inevitablemente surgirá una oposición masiva. Las políticas de guerra arancelaria que está llevando a cabo Trump causarán estragos en la economía, lo que provocará despidos masivos y desempleo, mientras que sus ataques contra los inmigrantes y los derechos democráticos provocarán una explosión social.
A nivel histórico, Trump y su relativo puñado de oligarcas y conspiradores fascistas son insignificantes ante los más que 300 millones de trabajadores en los Estados Unidos y miles de millones más en todo el mundo. Pero la cuestión crítica es que la clase trabajadora se movilice como una fuerza independiente y como la base social para luchar contra el Gobierno de Trump.
Por encima de todo, los trabajadores en los Estados Unidos deben buscar un apoyo internacional, rechazando la farsa trumpista de “Estados Unidos Primero”. Los trabajadores de todo el mundo deben oponerse a lo que está sucediendo en Estados Unidos para luchar contra conspiraciones similares de extrema derecha en sus propios países, que también están siendo promovidas abiertamente por la Casa Blanca. Al mismo tiempo, la unidad global es necesaria porque una dictadura fascista en Estados Unidos amenaza a todas las personas del planeta.
El desarrollo de comités de base para oponerse al asalto a los trabajadores federales debe estar conectado con la defensa de los derechos democráticos contra una dictadura. Esto incluye la creación de comités por vecindario y lugar de trabajo para defender a los inmigrantes. La riqueza de la oligarquía, que respalda las amenazas de Trump a los derechos democráticos, debe ser expropiada y la máquina de guerra de Estados Unidos desmantelada para mejorar enormemente la salud pública, la educación, la infraestructura y los programas clave de los que dependen decenas de millones.
La Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB), que incluye comités de base en todo el mundo que luchan por la independencia de la clase trabajadora frente a los ataques corporativos, puede servir como un centro neurálgico global para una amplia contraofensiva que ponga fin a la amenaza dictatorial en los Estados Unidos.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 16 de febrero de 2024)