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Los mercados financieros tienen “flashbacks” de la crisis de 2008

Toda la atención está puesta en Wall Street hoy para ver si continúa la oleada de ventas que tuvo lugar la semana pasada como reacción a la guerra comercial de aranceles de Trump contra el mundo, en medio de crecientes preocupaciones entre inversionistas y operadores de que la situación se asemeja cada vez más al colapso de 2008.

Corredor de la Bolsa de Valores de Nueva York [Crédito: AP Photo/Richard Drew]

Los mercados asiáticos abrieron con caídas significativas. Dos de los principales índices de Japón bajaron más del 7 por ciento al inicio de la jornada, mientras que los mercados de Australia y Corea del Sur cayeron más del 5 por ciento.

Según el Wall Street Journal, se borraron unos 6,6 billones de dólares de la capitalización bursátil estadounidense en lo que fue la cuarta caída del mercado más grande del período de posguerra, solo detrás del desplome de octubre de 1987, el colapso de 2008 y la crisis de marzo de 2020 al inicio de la pandemia.

En la economía real, hay advertencias de que Estados Unidos entrará en recesión debido al impacto de las medidas arancelarias de Trump. Estas medidas están destinadas a aumentar la inflación, reducir la confianza de los consumidores y ya han desorganizado completamente la planificación empresarial, ya que las compañías detienen sus planes de inversión y contratación y, en algunos casos, han comenzado a despedir trabajadores.

Una recesión en Estados Unidos afectaría rápidamente al resto del mundo, que ya experimenta un bajo crecimiento y ahora se ve golpeado por los aumentos arancelarios.

En una nota titulada “Habrá sangre”, el jefe de investigación económica de JP Morgan, Bruce Kasman, dijo que la probabilidad de una recesión global había aumentado al 60 por ciento, frente al 40 por ciento anterior. Se espera que para finales de año la economía estadounidense se haya contraído un 0,3 por ciento, en comparación con el pronóstico anterior de un crecimiento del 1,3 por ciento.

La tasa de desempleo subiría del nivel actual del 4,2 por ciento al 5,3 por ciento, lo que implicaría más de 1,8 millones de trabajadores adicionales sin empleo.

“El tamaño e impacto disruptivo de las políticas comerciales de Estados Unidos, si se mantienen, serían suficientes para precipitar una recesión tanto en la aún saludable economía de EE. UU. como en la expansión global”, dijo Kasman en su nota. “El impacto de los aranceles probablemente se verá amplificado por su efecto en el ánimo económico y por las posibles disrupciones en las cadenas de suministro globales”.

Ayer, funcionarios de Trump aparecieron en distintos medios para dejar en claro que, contrariamente a lo que algunos creen en círculos financieros, los aranceles no son “transaccionales” ni una táctica de negociación que se levantaría como parte de un acuerdo. Declararon que los aranceles llegaron para quedarse y que apuntan a nada menos que una reestructuración fundamental del sistema de comercio global, destruyendo los acuerdos establecidos en el período de posguerra.

Trump marcó la línea la semana pasada en una publicación en redes sociales donde dijo que sus políticas arancelarias “nunca cambiarán”.

Liderando la ofensiva mediática, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, hizo caso omiso del desplome de Wall Street. “El mercado subestima constantemente a Donald Trump”, dijo en “Meet the Press” de NBC.

Desestimó los pronósticos de una gran recesión en Estados Unidos, diciendo que no veía “ninguna razón por la que debamos incluir una recesión en los precios”.

Bessent dijo que más de 50 países habían llamado a la Casa Blanca buscando concesiones, pero descartó cualquier cambio inmediato.

“Han sido actores deshonestos por mucho tiempo. Y no es algo que se pueda negociar y resolver en días o semanas. Tendremos que ver cómo se desarrolla. Porque, ya sabes, después de 20, 30, 40, 50 años de mala conducta, no se puede simplemente empezar de cero”.

Sus declaraciones subrayaron un punto esencial planteado en la orden ejecutiva que anunció la “emergencia nacional” bajo la cual Trump ha lanzado esta guerra económica.

La orden afirmaba que el “orden económico internacional de posguerra”, basado en la reducción de barreras arancelarias y no arancelarias, se había basado en supuestos “incorrectos”. Esto había creado los “grandes y persistentes déficits comerciales anuales de bienes de EE. UU. como una característica del sistema comercial global”.

El énfasis en los déficits de bienes es significativo porque, en los servicios, Estados Unidos mantiene un superávit respecto al resto del mundo.

Sin embargo, los bienes físicos son vitales para la concentración de las fuerzas productivas de la nación en preparación para la guerra. Como lo expresó la orden ejecutiva, el déficit de bienes había “vacío” la capacidad manufacturera de Estados Unidos y “hecho que nuestra base industrial de defensa dependa de adversarios extranjeros”.

Hablando en el programa “Face the Nation” de CBS, el secretario de Comercio Howard Lutnik dejó en claro que, sin importar lo que hagan los mercados, los llamados “aranceles recíprocos” de Trump —46 por ciento para Vietnam y más del 30 por ciento para otros países, y que afectarán a China con más del 70 por ciento cuando se sumen los aranceles previos— entrarán en vigor el 9 de abril.

“Lo anunció, y no era una broma. Los aranceles vienen, por supuesto que sí”, dijo Lutnik.

No habrá “postergación” de los aumentos. “El presidente necesita reiniciar el comercio global”.

Aunque la administración pueda estar ignorando a los mercados financieros, al menos por ahora, los mercados, que inicialmente subestimaron la importancia de la guerra arancelaria, ya no la ignoran.

Goldman Sachs informó que una encuesta con inversionistas realizada el 20 de marzo mostró que esperan que los aranceles promedio de EE. UU. aumenten 8,6 puntos porcentuales a lo largo de 2025. Se estima que, a partir del 2 de abril y el anuncio del “día de la liberación” de Trump, subirán cerca de 20 puntos porcentuales.

Un artículo en el New York Times señaló que, en conversaciones con banqueros, ejecutivos y operadores durante el fin de semana, muchos estaban experimentando “flashbacks de la crisis financiera global de 2007-2008”.

Exceptuando el pánico bursátil que estalló al inicio de la pandemia, “la velocidad del descenso del mercado la semana pasada (las acciones cayeron un 10 por ciento en apenas dos días) sólo fue superada por las oleadas de ventas durante el colapso de Lehman Brothers en 2008”.

“Definitivamente se siente similar a 2008”, dijo Ran Zhou, un gerente de fondo de cobertura en Nueva York, al Times .

Hay otras señales de una crisis en gestación. Las llamadas de margen, en las que los bancos exigen a los operadores que financian aumentar sus fondos si quieren seguir recibiendo financiación, están en aumento.

El Times también reportó el caso de un capitalista de riesgo, que quiso permanecer en el anonimato porque no había informado formalmente a sus inversionistas, cuya cartera había perdido 1.500 millones de dólares, “eso si sus inversiones de bajo volumen de negociación pudieran venderse en absoluto”.

Esta es una situación que probablemente se repita en muchas áreas de los mercados financieros. Cualquiera sea la reacción hoy cuando abra Wall Street, no es una situación que vaya a desaparecer.

(Artículo originalmente publicado en inglés el 6 de abril de 2025)