Más de 400 estudiantes, docentes y trabajadores judíos de la Universidad de Míchigan (U-M) han firmado cartas abiertas denunciando la “instrumentalización del antisemitismo” por parte de la administración. Las cartas exigen que la universidad termine con su colaboración con el gobierno de Trump en la represión de la libertad de expresión política y en la campaña de secuestros, desapariciones y deportaciones de estudiantes y docentes no ciudadanos por expresar lícitamente su oposición al genocidio israelí contra los palestinos en Gaza, apoyado por Estados Unidos.
Entre los casos figuran el de Momodou Taal, candidato a doctorado en Cornell, quien se vio obligado a abandonar el país después de que agentes federales intentaran detenerlo por desafiar las órdenes ejecutivas inconstitucionales de Trump que buscan abolir la libertad de expresión; Mahmoud Khalil, estudiante de posgrado en Columbia y residente legal permanente, quien permanece bajo custodia de la Oficina de Inmigración y Control de Aduanas (ICE); y Rumeysa Ozturk, becaria Fulbright de la Universidad de Tufts, secuestrada a plena luz del día por agentes federales enmascarados y actualmente encarcelada.
Las cartas también exigen poner fin al ataque contra la libertad de expresión dentro del campus universitario, que se ha manifestado mediante ataques policiales, arrestos y procesos judiciales contra estudiantes y otras personas involucradas en protestas pacíficas. Esto comenzó durante la administración demócrata de Biden y se ha intensificado bajo Trump.
Universidades de todo el país, incluida la U-M, están capitulando ante las exigencias del gobierno fascista de Trump de silenciar a programas académicos y docentes señalados por grupos sionistas y el Estado norteamericano por decir la verdad sobre la ocupación y desposesión del pueblo palestino a manos del Estado sionista, que actúa como bastión principal del imperialismo estadounidense en Medio Oriente.
El mes pasado, la Universidad Columbia aceptó una serie de condiciones para intensificar su represión interna a cambio de la anulación del recorte que Trump había anunciado a cientos de millones de dólares en subvenciones federales. Esto incluyó la adopción de una nueva definición de antisemitismo que equipara antisionismo con antisemitismo.
A esto le siguió el anuncio del presidente de la U-M, Santa Ono, de que clausuraría los programas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) de la universidad para cumplir con las exigencias de Trump de imponer su ideología de “Estados Unidos primero” y encubrir la historia del país como condición para mantener miles de millones en financiación federal. Ono y los regentes de la U-M han enviado a la policía al campus para atacar y arrestar a manifestantes propalestinos pacíficos y acusarlos de delitos graves.
De acuerdo con un informe del 12 de marzo de Michigan Public Radio, estudiantes sionistas en la U-M han presentado de forma persistente denuncias de violaciones de derechos civiles ante la Oficina de Derechos Civiles (OCR) del Departamento de Educación de Trump contra manifestantes pro-palestinos. Más de 60 universidades, incluida U-M, han sido marcadas para investigación por la OCR, con advertencias de “posibles acciones coercitivas si no cumplen con sus obligaciones” de “proteger a los estudiantes judíos en el campus”.
Se ha informado posteriormente que Trump se prepara para “suspender” la financiación a las universidades Brown, Princeton y de Pensilvania, y ha ordenado a Harvard aceptar sus directrices o perder miles de millones en financiamiento federal.
Las cartas abiertas de la U-M constituyen una refutación irrefutable de la mentira—repetida incesantemente por ambos partidos políticos, los medios y el aparato académico—de que la oposición al asesinato masivo y la limpieza étnica en curso del pueblo palestino está motivada por antisemitismo. El amplio respaldo a las cartas pone de manifiesto el hecho de que muchos de quienes protestan contra crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra en Gaza y Cisjordania, que evocan el Holocausto nazi, son ellos mismos de origen judío.
La carta de los estudiantes judíos al presidente Ono de la U-M fue publicada el 21 de marzo, con 119 firmas. En ella se afirma, en parte:
Nos tomamos el antisemitismo en serio, y por ello, nos horrorizamos por su peligrosa instrumentalización para atacar a estudiantes palestinos, musulmanes, árabes e inmigrantes, amenazar a activistas estudiantiles y vaciar de contenido a las instituciones de educación superior. Estamos unidos en la denuncia de la instrumentalización de las acusaciones de antisemitismo para atacar a nuestros compañeros, amigos, docentes y vecinos. (Énfasis en la carta)… La administración Trump está cínicamente haciendo de los judíos el rostro de la represión autoritaria y diluyendo el significado del antisemitismo mediante acusaciones motivadas políticamente… Sobre todo, desestabiliza las vidas de aquellos que temen ser las próximas víctimas de los ataques ilegales de la administración Trump contra no ciudadanos, la disidencia y las libertades civiles.
La carta señala que la administración Trump ha acogido a “simpatizantes nazis en los más altos cargos del poder”. Y pide específicamente a la universidad que “denuncie el hostigamiento contra Mahmoud Khalil y cese toda colaboración voluntaria con los cuerpos federales de inmigración”.
La carta presenta seis demandas. Las tres primeras se centran en los ataques generalizados de Trump a los derechos constitucionales, incluyendo exigencias a la administración de que defienda a manifestantes estudiantiles e inmigrantes:
· Cesar cualquier colaboración voluntaria con autoridades migratorias y no proporcionarles nombres ni otra información personal. Informar individualmente a los estudiantes si ICE u otro organismo federal busca acceder a sus datos personales, y brindarles asistencia legal.
· Asignar recursos universitarios para proteger y ofrecer asistencia jurídica a los miembros de la comunidad atacados por la administración Trump, sin permitir que los ataques contra estudiantes inmigrantes y activistas afecten su estatus académico, sus apoyos económicos, acceso o empleo.
· Defender el derecho constitucional a la libertad de expresión de todos los miembros de la universidad—sin importar su estatus migratorio—tal como lo protege la Primera Enmienda, sin temor a represalias internas, externas o gubernamentales.
Dos demandas adicionales llaman a una colaboración amplia entre universidades para oponerse al reino del terror ilegal y defender los procesos democráticos. Una sexta demanda rechaza el intento de equiparar el antisionismo con el antisemitismo, afirmando:
No equiparar la expresión política protegida por la Constitución, incluida la crítica a Israel y su gobierno, con discriminación racial o religiosa. Rechazar la narrativa dañina de que el movimiento de solidaridad con Palestina, en el que muchos judíos de este campus han participado, es presumiblemente antijudío.
La carta de docentes y trabajadores judíos, publicada el 26 de marzo, ha recibido hasta ahora 297 firmas. Dirigida también a Ono, señala:
Le escribimos profundamente consternados al presenciar la explotación del antisemitismo que, si bien remite a un problema real, se utiliza cada vez más para acosar, expulsar, detener, deportar, exponer públicamente y difamar a estudiantes, docentes, trabajadores universitarios y otros miembros del ámbito académico en todo el país como parte de un ataque más amplio contra la educación superior.
Ambas cartas se han emitido en solidaridad con una declaración titulada “ No en nuestro nombre ” publicada el 11 de marzo por el colectivo Docentes y Trabajadores Universitarios Judíos Preocupados—Área de Boston, que ha reunido 3.191 firmas. La carta de Boston también defiende a Mahmoud Khalil y expone la naturaleza siniestra de la invocación del antisemitismo por parte de Trump, afirmando:
Esto marca una escalada preocupante en el abierto ataque a nuestra democracia por parte del gobierno de Trump. El presidente Trump explotó el idioma hebreo para burlarse de Khalil y continúa utilizando a los judíos como escudo para justificar un ataque descarado contra la disidencia política y la independencia universitaria. Todo esto sobre el trasfondo de indultos a supremacistas blancos y la promoción de neonazis por parte de Trump.
La carta de Boston señala a organizaciones sionistas específicas, exigiendo que todas las universidades “terminen toda colaboración con entidades como la Liga Antidifamación, que difaman a nuestros estudiantes y ahora aplauden el ataque ilegal contra oponentes políticos”.
Desde entonces, otras formas de resistencia universitaria han surgido como respuesta a los ataques, incluyendo acciones de estudiantes de Jewish Voice for Peace (Voz Judía por la Paz), quienes se encadenaron a las puertas de la Universidad Columbia exigiendo que se hagan públicos los nombres de los fideicomisarios involucrados en el secuestro de Mahmoud Khalil.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 6 de abril de 2025)
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