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Perspectiva

La «basura» de la Casa Blanca: la diatriba racista de Trump contra los somalíes

El presidente Donald Trump habla durante un evento sobre normas de ahorro de combustible en el Despacho Oval de la Casa Blanca, el miércoles 3 de diciembre de 2025, en Washington. [AP Photo/Evan Vucci]

La avalancha de basura fascista que emana de la Casa Blanca alcanzó un nuevo nivel esta semana. Al término de una reunión del gabinete de más de dos horas celebrada el martes, el presidente Donald Trump lanzó una diatriba racista dirigida a todas las personas procedentes de Somalia, utilizando un lenguaje que nunca antes había sido pronunciado públicamente por un presidente estadounidense en ejercicio.

En apoyo a las deportaciones masivas y al bloqueo de las solicitudes de asilo y refugio de 19 países, entre ellos Somalia, Trump dijo: «Podemos ir por un camino u otro, y vamos a ir por el camino equivocado si seguimos trayendo basura a nuestro país».

Después de referirse a todas las personas de Somalia como «basura», Trump se dirigió a la representante de Minnesota Ilhan Omar, demócrata y primera somalí-estadounidense elegida para el Congreso: «Ella es basura. Sus amigos son basura. No son personas que trabajan. No son personas que dicen: 'Vamos, adelante, hagamos que este lugar sea grandioso'».

Trump redobló la apuesta el miércoles. En respuesta a la pregunta de un periodista sobre el orgullo que el alcalde de Minneapolis, Jacob Frey, sentía por la comunidad somalí de la ciudad, Trump respondió: «Bueno, entonces es un tonto. Yo no estaría orgulloso de tener la mayor comunidad somalí. Miren su país, miren lo mal que está. Ni siquiera es un país, solo es gente que anda por ahí matándose entre sí».

Este es el lenguaje de los nazis y de su publicación, Der Stürmer, que describía a poblaciones enteras, en particular a los judíos, como «parásitos» y «alimañas», subhumanos que debían ser expulsados o exterminados.

Millones de personas en Estados Unidos y en todo el mundo que ven las declaraciones de Trump sacarán la conclusión adecuada de que la verdadera «basura» está en la Casa Blanca. Trump, un estafador inmobiliario y demagogo racista, socio desde hace mucho tiempo de Jeffrey Epstein, es la encarnación de la podredumbre del capitalismo estadounidense.

Las últimas declaraciones de Trump siguen a su fin de semana de Acción de Gracias de incitación racista, desencadenada en parte por la publicación de un informe del New York Times en el que se alegaba que los somalíes de Minneapolis estaban involucrados en un fraude relacionado con los programas COVID-19 destinados a proporcionar servicios sociales. De las 86 personas que supuestamente participaron en actividades fraudulentas, el Times admite que «la gran mayoría son ciudadanos estadounidenses, por nacimiento o naturalización».

Trump ha aprovechado el informe para tachar a todos los somalíes de delincuentes, en un intento de crear una atmósfera de pogromo contra los inmigrantes y todas las personas no blancas en Minnesota y en todo el país. Tras la reunión del gabinete del martes, funcionarios de la administración Trump confirmaron que se estaban desplegando agentes de la Gestapo de inmigración en Minneapolis-St. Paul, Minnesota, y Nueva Orleans, Luisiana, para llevar a cabo operaciones de secuestro.

En un contexto en el que la popularidad de Trump se está derrumbando por su belicismo, corrupción y autocontratación, sus ataques racistas tienen como objetivo desviar la ira social de Wall Street y de la oligarquía multimillonaria a la que representa. Su lenguaje vulgar es una agitación fascista de manual. Culpa a los inmigrantes de la decadencia social producida por décadas de desindustrialización y austeridad. Su última andanada sigue a otras mentiras anteriores durante la campaña electoral, como afirmar que las bandas venezolanas se habían apoderado de Aurora, Colorado, o difamar a los inmigrantes haitianos en Springfield, Ohio, afirmando que «se comían a las mascotas».

Existe una repulsa generalizada entre los trabajadores y los jóvenes hacia estos ataques racistas. Solo los fascistas y los racistas declarados responden con entusiasmo. En su programa del 2 de diciembre, el líder neonazi Nick Fuentes elogió los comentarios de Trump calificándolos de «épicos» y declaró: «Habla y suena como nosotros. Nadie lo hace como él. Está diciendo lo que todos pensamos». Este es precisamente el público que Trump está movilizando.

Elon Musk, el multimillonario propietario de X y la persona más rica del mundo, ha utilizado su plataforma para promover memes fascistas de cuentas neonazis. En una publicación que difundió, se afirma que Omar «fue elegida por 80.000 somalíes que Obama dejó en Minnesota». Otra promueve la teoría conspirativa del «gran reemplazo», declarando que los blancos están al borde de la «extinción». En unas condiciones en las que los demócratas de Minnesota ya han sido blanco de asesinatos por parte de los partidarios de Trump, la retórica del presidente y la propaganda de Musk forman una campaña coordinada para legitimar la violencia política de la extrema derecha.

Cabe señalar que Somalia es un país con una larga y rica historia, cuyo pueblo ha vivido en la región durante miles de años. La crisis actual de Somalia es el resultado de décadas de saqueo colonial, primero por parte del imperialismo británico e italiano, que dividió la región a finales del siglo XIX y principios del XX, y luego por parte del imperialismo estadounidense.

Somalia ha sido devastada por repetidas intervenciones militares estadounidenses: la invasión de Clinton en 1992, las campañas de asesinatos con drones bajo Bush y Obama, las operaciones de contrainsurgencia de las fuerzas respaldadas por Estados Unidos y los ataques aéreos durante el primer mandato de Trump y la administración de Biden. Estas intervenciones destruyeron la infraestructura, desplazaron a millones de personas y crearon las condiciones que empujan a los refugiados a huir.

Como ha señalado el WSWS, Trump no es un intruso en el jardín del Edén de la democracia estadounidense. Habla, fundamentalmente, como representante de una clase social, la oligarquía capitalista.

El Partido Demócrata, enfrentado a la incitación fascista abierta de la Casa Blanca, no ofrece una oposición genuina. En cada paso del camino, los demócratas han facilitado las cosas a Trump, más recientemente al poner fin al cierre del Gobierno en los términos de Trump. El gobernador de Minnesota, Tim Walz, respondió a las redadas de inmigración de Trump escribiendo en las redes sociales: «Agradecemos el apoyo en la investigación y el enjuiciamiento de los delitos. Pero hacer un golpe de efecto mediático y atacar indiscriminadamente a los inmigrantes no es una solución real al problema».

El líder de la minoría en la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, quien recientemente respaldó al alcalde electo de la ciudad de Nueva York, Zohran Mamdani, se ha negado rotundamente a presentar artículos de acusación contra Trump, y en su lugar ha pedido investigaciones «bipartidistas» sobre los ataques mortales contra barcos frente a las costas de Venezuela. «Lo que está sobre la mesa es una investigación significativa que esperamos sea bipartidista», dijo.

Las diatribas de Trump se producen menos de dos semanas después de que Mamdani, miembro de los Socialistas Democráticos de América, hiciera su peregrinación a la Casa Blanca y se comprometiera a trabajar en «colaboración» con la administración fascista. Entre sonrisas y apretones de manos, ambos se fotografiaron y estrecharon lazos gracias a su visión compartida de la ciudad de Nueva York.

La principal preocupación del Partido Demócrata, incluido Mamdani, es el estallido de la ira social desde abajo. La clase trabajadora se enfrenta a niveles insoportables de desigualdad, deuda e inseguridad económica. La empresa de nóminas ADP informó el miércoles que los empleadores del sector privado recortaron 32 000 puestos de trabajo en noviembre. En Detroit, más de 1100 trabajadores de Factory Zero se enfrentan a despidos permanentes.

Los ataques de Trump a los inmigrantes son, además, la expresión de un fenómeno internacional. La Fortaleza Europa, originalmente Festung Europa bajo los nazis, fue reutilizada en la década de 1990 para describir el régimen fronterizo en expansión de la Unión Europea, que incluye centros de detención remotos y «devoluciones» criminales que han ahogado a decenas de miles de refugiados en el Mediterráneo. La clase dominante en Europa, al igual que en Estados Unidos, está respondiendo a la crisis del capitalismo con represión, chovinismo antiinmigrante y la resurrección de la basura ideológica y política del fascismo.

Las crecientes amenazas de Trump son una señal de debilidad, no de fuerza. Los ataques contra los inmigrantes están provocando la ira de las masas. El mes pasado, más de 56 000 estudiantes de secundaria de Carolina del Norte se manifestaron contra las redadas del ICE. En barrios de Chicago y Los Ángeles, trabajadores y estudiantes se movilizan para bloquear las operaciones del ICE y proteger a amigos, familiares y compañeros de trabajo.

La tarea que tienen ante sí los trabajadores de Estados Unidos y del resto del mundo no es suplicar a los demócratas ni esperar un retorno a la «normalidad». Es construir un movimiento político independiente basado en los intereses de la clase trabajadora, rechazando a ambas facciones de la clase dominante capitalista y preparándose para una lucha revolucionaria contra todo el sistema de explotación y guerra. Esta es la perspectiva que defiende el Partido Socialista por la Igualdad y sus partidos hermanos en el Comité Internacional de la Cuarta Internacional.

La clase obrera es una fuerza internacional, unida por intereses comunes que trascienden las fronteras, los idiomas y las nacionalidades. Es la fuerza social más poderosa del planeta, capaz de romper el dominio de la oligarquía corporativo-financiera y reconstruir la sociedad sobre una base democrática e igualitaria. La élite dominante está aterrorizada por este poder. Para hacerlo realidad, la clase obrera debe armarse con una estrategia consciente, internacionalista y socialista.

(Publicado originalmente en ingles el 3 de diciembre de 2025)

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