Español
Comité Internacional de la Cuarta Internacional
Cómo el WRP traicionó al trotskismo: 1973-1985

La distorsión idealista de la dialéctica materialista

Dado el inmenso papel que este factor llegó a desempeñar dentro del Workers Revolutionary Party y el Comité Internacional, sería imposible buscar las raíces de la degeneración política del WRP sin referirnos a la increíble distorsión de la dialéctica materialista científica por parte de los líderes de la sección británica. La defensa de un método filosófico correcto, sobre el cual Trotsky había insistido durante su gran batalla contra Shachtman y Burnham en 1939-40, había sido correctamente desarrollada por la Socialist Labour League (SLL) británica en su lucha contra el revisionismo del Socialist Workers Party (SWP) de los Estados Unidos. Siguiendo los pasos de Trotsky, la SLL demostró la conexión interna entre la línea política de clase de Hansen y su método pragmático, el cual se expresó de la manera más clara cuando Hansen definió la dialéctica materialista como “el empirismo consistente”. La crítica que el CI le hiciera a este método objetivista del SWP (y cómo este método estaba conectado a una serie de revisiones fundamentales al marxismo, sobre todo en relación al papel que representa el elemento consciente dentro el proceso revolucionario) se ilustró concretamente en su extenso análisis de toda la línea política del SWP y sus aliados pablistas en Europa.

'Studies' de G. Healy

Durante los años que siguieron, sin embargo, la SLL pasó más y más al punto de vista de que, en la medida en que todo revisionismo estuviera vinculado a alguna teoría incorrecta del conocimiento, no era necesario analizar las formas políticas a través de las cuales el revisionismo se manifiesta. Así fue posible justificar escisiones dentro de la Cuarta Internacional que se basaban en disputas sobre cuestiones de epistemología, no en clarificaciones de diferencias políticas. Este punto de vista idealista fue propuesto por Slaughter en 1971-72 durante la lucha contra la OCI (que había rechazado equivocadamente que el materialismo dialéctico constituye la teoría del conocimiento del marxismo). Healy inmediatamente lo aceptó con entusiasmo. Se creó entonces una nueva base para la vida teórica y política del Comité Internacional, donde toda cuestión relacionada con el programa y los principios era definida como forma “no esencial” de los problemas mucho más fundamentales de la cognición dialéctica. Este rechazo del carácter unido e interconectado de lo que Lenin había definido como los tres componentes del marxismo —basándose en la filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés— inevitablemente abría las puertas, bajo las presiones de fuerzas de clases, a una charlatanería teórica de la peor especie. Fue después de la apertura de la Escuela de Mala Educación Marxista en 1975, cuando la crisis política dentro del WRP adquiriría una velocidad vertiginosa, que el estudio totalmente limitado y abstracto (en el peor sentido de la palabra) de “los momentos de la cognición” se convirtió en un método para justificar una línea revisionista.

Ya para 1977, el estudio sistemático de cualquier obra de Marx, Engels, Lenin y Trotsky se había acabado dentro del WRP. Y toda labor para desarrollar la herencia política de la lucha del CICI contra el revisionismo pablista también había terminado. Este abandono era inseparable del punto de vista “teórico” de Healy, quien no solo mantenía que todo conocimiento era puramente relativo, sino que también consideraba que cualquier referencia a los clásicos marxistas durante una discusión política no era más que “imponerle imágenes-pensamientos al mundo externo”. Durante la trayectoria de su implacable asalto contra el materialismo histórico, Healy creó un “método filosófico” que no era más que una defensa total de su política sin principios.

En realidad, el método de Healy era una burda distorsión de la dialéctica científica y mostraba que no tenía el menor entendimiento de la obra de Marx o de Hegel. El contenido real de la “teoría del conocimiento” de Healy —que afirmaba trazar la transición de la percepción sensorial del individuo al pensamiento abstracto y a la práctica— no era más que la glorificación del proceso individual a través del cual él transformaba su propia intuición pragmática en varias actividades del partido. Autodidacta en el peor sentido de la palabra, Healy llegó a creer que la memorización de varias categorías hegelianas en el orden correcto podía darnos la clave del conocimiento universal. Un estudio serio del trotskismo, la economía política, la historia del movimiento obrero y, en último lugar pero no por ello menos importante, el origen histórico y el desarrollo de los conceptos filosóficos, podía ser reemplazado por varias “frases superpuestas”.

En junio de 1980, Healy buscó establecer las bases estatutarias para permear de impresionismo pragmático la práctica política diaria del WRP, todo bajo el pretexto de introducir una agenda nueva y excéntrica en las distintas secciones del partido. Esto se reflejó de la manera más clara en una carta escrita el 14 de junio de 1980 que Healy les envió a todos los secretarios de las secciones del partido.

El propósito de la Agenda consiste en reorganizar la labor de nuestras células para que, en el curso de estas reuniones, la teoría surja como guía para la práctica. Es decir, el método dialéctico se manifiesta en la manera que nuestra práctica se lleva a cabo.

El propósito es entrenar a los camaradas en lo que podríamos llamar el uso inconsciente del método dialéctico. Es decir, que lo usen de la misma manera que uno lleva a cabo las actividades y tareas diarias sin necesariamente ser consciente de estar haciéndolo (subrayado nuestro).

En otras palabras, Healy había descubierto que uno podía ser marxista sin ser consciente de ello … y esto, veinte años después de que el gran pragmático estadounidense Joseph Hansen le proclamara al mundo este mismo descubrimiento. Healy ahora se encontraba difundiendo el mismo punto de vista que Trotsky había denunciado indignado en 1940. En una respuesta a Burnham, Trotsky escribió:

En el alegato de abogado de Shachtman de que usted es un “dialéctico inconsciente”, hay que hacer hincapié en la palabra “ inconsciente ”. El propósito de Shachtman (el cual también es parcialmente inconsciente) es defender su propio bloque con usted degradando el materialismo dialéctico. Porque en realidad, Shachtman está diciendo: la diferencia entre un dialéctico “consciente” y uno “inconsciente” no es tan grande como para que tengamos que reñir sobre ello. Shachtman trata así de desacreditar el método marxista (In Defence of Marxism, New Park, pág. 107).

Como el personaje de Gogol que continuamente se asombraba al descubrir que las letras se combinan para formar palabras, Healy les informó a sus atolondrados copartidarios, “El conocimiento de las abstracciones teóricas viene después, cuando empezamos a pensar y analizar lo que hemos estado haciendo”.

¿Cómo es posible que este descubrimiento pudiera ayudar a un militante del partido a analizar el complejo desarrollo de la situación política? Digamos, por ejemplo: la declaración de autodeterminación hecha por los turcos en cuanto a Chipre; si se permite o no darles apoyo crítico a nacionalistas burgueses; o, para referirnos a un evento contemporáneo, la firma del tratado angloirlandés. Para comprender estos acontecimientos, ¿es necesario obtener el conocimiento de las abstracciones teóricas antes o después de que completamos nuestro análisis y decidamos qué hacer? La respuesta a esta pregunta la dio Engels hace ya mucho tiempo cuando escribió que “el arte de trabajar con los conceptos no es innato y tampoco nos viene con el conocimiento cotidiano ordinario. Este requiere realmente pensar y el pensar tiene una historia empírica bastante larga....” (Anti-Dühring).

Healy procedió entonces a pintar de manera homeopática una fenomenología del pensamiento que se parecía bastante a lo que varios pragmáticos estadounidenses se han referido como una teoría del conocimiento tipo “la prueba de Rorschach”:

El conocimiento es, en breve, una forma subjetiva que manifiesta las relaciones que se materializan a través de nuestra actividad. Surge de la transición de fenómenos del pensamiento que son nuevos, pero aún no determinados y que pasan a través de la percepción en transición hacia el conocimiento abstracto que ya poseemos y el cual, por consiguiente, llega a determinarse. Lo nuevo perturba a lo viejo y pone en movimiento el proceso teórico abstracto que ha de guiar nuestra práctica. Esto a veces sucede tan rápido que, a menos que aprendamos a pensar acerca de lo que estamos haciendo tan pronto lo hayamos hecho, mucho conocimiento valioso llega a perderse.

Para que este profundo proceso se lleve a cabo, cualquier mente basta y no solo la de un ser humano. Como Trotsky observó:

Cuando una zorra se topa con una liebre, un conejo o una gallina, concluye que esta criatura muy particular pertenece es de un tipo muy rico y nutritivo e inmediatamente persigue a su presa. Aunque suponemos que una zorra nunca ha leído a Aristóteles, aquí tenemos un silogismo completo. Cuando la misma zorra, sin embargo, se encuentra con el primer animal más grande que ella [ poniendo “en movimiento el proceso teórico abstracto” ], digamos un lobo [ “fenómenos del pensamiento que son nuevos, pero aún no determinados y que pasan a través de la percepción hacia el conocimiento abstracto … lo nuevo perturba a lo viejo” ], prontamente concluye que la cantidad se convierte en calidad, da la vuelta, y huye. [ “Esto a veces sucede tan rápido” que la zorra no tiene tiempo para darse cuenta de que es una experta en la práctica de la cognición de Healy.]

El propósito político de Healy constaba en adormecer las convicciones teóricas de los cuadros del WRP y transformarlos en activistas inconscientes que siguieran ciegamente la línea formulada por el Comité Político del partido. Deliberadamente les inculcó una actitud desdeñosa hacia el marxismo genuino. Las tradiciones políticas del trotskismo —es decir, el estudio cuidadoso de todos los fenómenos políticos y su discusión esmerada a todos los niveles del partido— eran ridiculizadas como el error fatal de los “grupos de propaganda”.

En enero de 1982, Healy usó la ocasión del 58 aniversario de la muerte de Lenin para alardear sobre su desprecio por el trotskismo. En un folleto de dieciséis páginas que alegaba ser un análisis de la herencia del leninismo, Healy no mencionó ni a Trotsky, ni al trotskismo, ni a la Cuarta Internacional sino en la última oración, cuando observó de paso que los trotskistas eran los mejores leninistas. Pero, en un ataque implícito al movimiento trotskista, Healy alegó que el estalinismo “ha dejado a los leninistas hoy día muy atrasados en cuanto a un entendimiento de sus logros teóricos y de las prácticas revolucionarias que provinieron de ellos” (Leninism 58 Years On, New Park, pág. 1). Esta declaración borraba de un plumazo todas las contribuciones de Trotsky al desarrollo del marxismo después de la muerte de Lenin.

Fue muy significativo que Healy no identificara la continuidad de la obra de Lenin con Trotsky y la Oposición de Izquierda, sino con “los grandes avances de la física desde que murió Lenin” (ibid., pág. 10). Healy no hizo hincapié en el año 1924 —año en que falleció Lenin— como el nacimiento de la “teoría” del socialismo en un solo país que Stalin y Bujarin plantearon y el comienzo de la lucha de la Oposición de Izquierda contra semejante oprobio, sino para mostrar, en una ostentosa prueba de erudición, que “fue durante el transcurso de ese mismo año que el físico Louis de Broglie sentó las bases para la mecánica cuántica (teoría cuántica), la cual estudia el movimiento de las partículas atómicas” (ibid.).

Escuela de educación marxista del WRP en Parwich

Este cambio de la política a la física (de la cual Healy sabía poco más que nada) como el eje del materialismo dialéctico dentro del partido revolucionario estaba inseparablemente ligado al rechazo del trotskismo por parte de los dirigentes del WRP. Para las preparaciones de sus charlas, Healy dependía ahora de textos básicos provenientes de académicos soviéticos, quienes han estado tratando —en vano— de transformar a Lenin en un filósofo estatal. (El significado de las contribuciones de varios filósofos, tales como T. Oizerman y E. V. Ilyenkov, merecen un serio y cuidadoso debate dentro del movimiento trotskista. Esto requeriría un repaso de la historia de la filosofía soviética desde la supresión de los mecanistas y los deborinistas hacia finales de la década de los veinte. Solo importa que, para propósitos del momento, nos demos cuenta de que Healy ni siquiera se molestó en escudriñar el asunto.)

A principios de 1982, un militante del WRP llamado Chris Talbot escribió en cierto órgano del WRP una crítica de un libro titulado Dialectics in Modern Physics (La dialéctica en la física moderna), del filósofo soviético Omelyanovsky. Healy respondió a este acto con una furia cáustica y defendió a Omelyanovsky contra Talbot, que es un matemático profesional. Desde que Stalin denunció la Cuarta Sinfonía de Shostakovich (“revoltijo en vez de música”) ningún político se había entrometido tanto en una rama totalmente ajena a sus competencias. La respuesta de Healy, que se presentó como una contribución importante al Sexto Congreso del WRP, fue muy significativa —y no solo porque demostró su predisposición a escribir sobre temas de los cuales no sabía nada—. Mucho más importante fue que reveló su orientación política y el significado subyacente de sus arabescos dialécticos.

Así como Mao se valió del ping-pong para abrirle las puertas a Estados Unidos, Healy trataba de usar la física como carnada para establecer relaciones con los estalinistas y otras fuerzas contrarrevolucionarias. Halagó a los estalinistas con el espurio alegato de que “los científicos y físicos soviéticos, a pesar del estalinismo, se han mantenido a la cabeza de los desarrollos de la ciencia, gracias a las relaciones de propiedad nacionalizada en la URSS” (Boletín Interno, Nº 1, 25 de mayo de 1982, pág. 3). Esta aseveración no pudo haber sido hecha por nadie que tuviera el menor conocimiento de la física de hoy. Es más, atribuirle esta preeminencia imaginaria a la existencia de las relaciones de propiedad nacionalizada en la URSS significaba desviarse seriamente del análisis del desarrollo cultural e intelectual de la URSS que Trotsky había realizado. Pero el documento de Healy reveló una meta aún más insidiosa. Conscientemente, distorsionó el famoso artículo de Lenin, “Sobre el significado del materialismo militante” (1922) y trató de argüir que, sin una alianza con “no comunistas, científicos y otros interesados en la interpretación materialista de la dialéctica hegeliana, la victoria de la revolución sería imposible” (ibid., pág. 1).

Lenin había escrito muy específicamente acerca de las tareas de una “exitosa construcción comunista” dentro de la Unión Soviética después de la victoria de la revolución bolchevique. Como ya bien se sabe, Lenin nombró a exmencheviques bien conocidos (siempre que estuvieran dispuestos a aceptar el poder soviético), entre ellos a Axelrod, a puestos estatales académicos importantes. Hizo mucho hincapié en la necesidad de juntar todas las fuerzas al alcance del Estado soviético para vencer la herencia de atraso cultural en la URSS. Este artículo procede a definir muy concretamente las tareas que Lenin tenía en mente.

El artículo de Healy, cuya fraseología era deliberadamente oscurantista, daba a entender que una alianza política con “no comunistas” o —inclusive estalinistas y sabe Dios quién más— es necesaria para la victoria de la revolución socialista. El ataque contra Talbot era sin duda una justificación política para la línea colaboracionista de clases del WRP.