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Partido Socialista por la Igualdad (EE.UU.)
Las bases históricas e internacionales del Partido Socialista por la Igualdad

El origen y desarrollo del marxismo

6. La época imperialista emergió en su forma moderna durante las últimas décadas del siglo XIX. La rápida expansión de la industria capitalista trajo consigo el crecimiento de la clase trabajadora y la erupción de la lucha de clases entre la burguesía y el nuevo proletariado industrial de Europa y Norteamérica. Este proceso histórico había sido anticipado teóricamente durante el desarrollo del marxismo. El manifiesto comunista fue publicado en noviembre de 1847, en vísperas de las primeras luchas revolucionarias de la clase trabajadora. Mediante el trabajo de Carlos Marx y Federico Engels, proyectos utópicos para la mejoría general de la condición humana fueron reemplazados por el descubrimiento de las leyes objetivas que rigen el proceso histórico. El concepto materialista de la historia estableció que, tal como lo explica Engels en su famoso libro, Anti-Dühring:

“…la producción, y, junto con ella, el intercambio de sus productos, constituyen la base de todo el orden social; que en toda sociedad que se presenta en la historia la distribución de los productos y, con ella, la articulación social en clases o estamentos, se orienta por lo que se produce y por cómo se produce, así como por el modo como se intercambia lo producido. Según esto, las causas últimas de todas las modificaciones sociales y las subversiones políticas no deben buscarse en las cabezas de los hombres, en su creciente comprensión de la verdad y la justicia eternas, sino en las transformaciones de los modos de producción y de intercambio; no hay que buscarlas en la filosofía, sino en la economía de las épocas de que se trate. El despertar de la comprensión de que las instituciones sociales existentes son irracionales e injustas, de que la razón se ha convertido en absurdo y la buena acción en una plaga, es sólo un síntoma de que en los métodos de producción y en las formas de intercambio se han producido ocultamente modificaciones con las que ya no coincide el orden social, cortado a la medida de anteriores condiciones económicas. Con esto queda dicho que los medios para eliminar los males descubiertos tienen que hallarse también, más o menos desarrollados, en las cambiadas relaciones de producción. Estos medios no tienen que inventarse con sólo la cabeza, sino que tienen que descubrirse, usando la cabeza, en los hechos materiales de la producción. “. [1]

7. La publicación de El Capital en 1867 permitió a la clase trabajadora comprender las leyes que rigen el modo de producción capitalista. Aunque debieron pasar varios años antes que la obra maestra de Marx llamara la atención de un público estimable en la clase trabajadora, El Capital estableció las bases científicas para el desarrollo del movimiento socialista moderno. A medida que sectores más amplios de la clase trabajadora, especialmente en Alemania, caen bajo la influencia del marxismo, aparecen las condiciones teóricas y sociales para el establecimiento de partidos socialistas de masas en toda Europa. La fundación de la Segunda Internacional en 1889 fue un hito histórico en la lucha por la unidad política de la clase trabajadora internacional. La Segunda Internacional se erige sobre cimientos mucho más maduros que los que existían cuando Marx y Engels fundaron la Primera Internacional en 1864. Durante el período entre la disolución de la Primera Internacional en 1876 y 1889, ocurre un enorme crecimiento del capitalismo y del proletariado industrial. Los siguientes 25 años se caraterizan por tendencias contradictoras en las esferas sociales, económicas y políticas en el desarrollo del capitalismo y del movimiento obrero internacional. En la superficie, las características dominantes de este periodo fueron el desarrollo económico y la estabilidad política. Dentro de este marco, el crecimiento de los movimientos obreros organizados, especialmente en Europa Occidental, avanza acorde a líneas parlamentarias y sindicales. Sin embargo, bajo esta aparente estabilidad del orden político y social, se acumulan enormes presiones internas. El desarrollo del imperialismo durante la última década del siglo XIX y la primera del siglo XX va acompañado por un crecimiento de peligrosas rivalidades entre los principales estados capitalistas. Al mismo tiempo, las tensiones económicas hacen imposible todo compromiso de clases e intensifican las tensiones sociales.

8. Detrás de las tensiones internas de la Segunda Internacional y, especialmente, del Partido Social Demócrata Alemán (SPD) yace ese patrón objetivo y contradictorio de desarrollo. La doctrina oficial del SPD era la guerra de clases pero el crecimiento del SPD estuvo atado a la expansión del capitalismo alemán y de su industria nacional, que traía consigo el fortalecimiento del proletariado y de los sindicatos. Este período de desarrollo capitalista permitía a la burguesía cultivar parte de la clase trabajadora y la burocracia sindicalista (lo que Lenín más tarde llamó “aristocracia obrera”) e integrar sus intereses dentro de los del sistema capitalista. Ésta fue la base para el desarrollo del oportunismo en la Segunda Internacional que se manifestaría en todos los países. La más desarrollada expresión teórica de ese oportunismo se encuentra en los escritos de Eduard Bernstein, quien rechazó el análisis marxista de las contradicciones del sistema capitalista y sus implicaciones revolucionarias. Bernstein también rechazó la base científica de la teoría marxista, y sostuvo que al socialismo debía vérsele como un ideal moral sin necesaria relación material con las leyes del desarrollo del capitalismo. Estos argumentos reflejaban la amplia influencia de varias formas filosóficas subjetivas e idealistas, especialmente el neo-kantianismo, el cual se oponía al materialismo de Marx.

9. El vigor de las tendencias revisionistas anti-marxistas no reflejaba la fuerza intelectual de sus argumentos contradictorios e impresionistas. Más bien, el revisionismo se desarrollaba durante una época de rápida expansión económica y un mejoramiento en el nivel de vida de la clase trabajadora europea, lo cual no le ofrecía a ésta, aunque dirigida por socialistas, la oportunidad de toma revolucionaria de la sociedad capitalista. Así aparece un extraño dualismo en el movimiento socialdemócrata, especialmente en Alemania. Mientras que sus dirigentes usan el lenguaje del marxismo revolucionario la práctica diaria del partido no excede los límites del reformismo. Las fórmulas de Bernstein reflejaban y justificaban este carácter reformista de la práctica diaria del Partido Social Demócrata Alemán y los sindicatos. Las implicaciones políticas de sus revisiones teóricas aparecen en Francia en 1899, cuando el dirigente socialista Millerand es nombrado ministro en un gobierno burgués.


[1]

Frederick Engels, Anti-Dühring, in: Marx-Engels Collected Works, Volume 25 (New York: International Publishers, 1987), pp. 254-55. (Texto en español de la copia de Anti-During en línea por la Universidad Complutense de Madrid: http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/78ad/78AD.htm).