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Seguridad y la Cuarta Internacional

Sylvia Ageloff y el asesinato de León Trotsky

Primera parte | Segunda parte | Tercera parte | Cuarta parte

Esta es la primera de cuatro partes.

El 20 de agosto de 1940, León Trotsky fue asesinado por el agente estalinista Ramón Mercader en el suburbio Coyoacán en la Ciudad de México. El acceso de Mercader al gran revolucionario fue posible por su relación con Sylvia Ageloff, una miembro del Socialist Workers Party (SWP). En el periodo posterior al asesinato, Ageloff se presentó como una víctima inocente de la duplicidad de Mercader, una afirmación que nunca fue desafiada por el SWP.

Esta serie de artículos constituye la primera investigación sistemática de papel de Ageloff por parte del movimiento trotskista y continúa el trabajo de la investigación Seguridad y la Cuarta Internacional del Comité Internacional de la Cuarta Internacional. Se publicará en cuatro partes.

Introducción

El agente estalinista Ramón Mercader asesinó a León Trotsky al final de la tarde del 20 de agosto de 1940, en el suburbio Coyoacán de la Ciudad de México. La noche siguiente, 26 horas después del ataque, el colíder de la Revolución de Octubre de 1917 falleció de la herida infligida por Mercader.

El de León Trotsky es el asesinato político de mayor consecuencia en el siglo veinte. Despojó a la clase obrera internacional de quien fue, a la par de Lenin, el máximo teórico marxista y líder revolucionario del siglo veinte. La muerte de Trotsky debilitó seriamente la Cuarta Internacional, tras haber tenido un papel decisivo en su fundación en 1938, y menoscabó el desarrollo del movimiento socialista mundial por décadas.

A pesar de las negaciones falsas por parte del régimen soviético estalinista, se asumió inmediatamente en todo el mundo que el asesino era un agente de la policía secreta de la Unión Soviética, la GPU. Pero, a lo largo de 35 años, el mundo sabía muy poco acerca de la gran escala de la conspiración y la red de agentes utilizados por el régimen estalinista para preparar y llevar a cabo el asesinato. La verdadera identidad del hombre que se hizo llamar “Jacques Monard” y luego “Frank Jacson” no se pudo establecer con seguridad hasta 1950. El principal partido encargado de la seguridad de Trotsky —el Socialist Workers Party (SWP; Partido de los Trabajadores Socialistas), la sección estadounidense de la Cuarta Internacional en ese momento— no solo fracasó en llevar a cabo una investigación de fondo sobre los esfuerzos de la GPU para infiltrar el movimiento trotskista a nivel global en los años previos al ataque. El SWP también se rehusó a reconocer e incluso ocultó la evidencia de una penetración de alto nivel de la GPU en su propia organización. Los dirigentes del SWP denunciaron cualquier mención, ni hablar de una exposición, de la infiltración de espías de la GPU y el FBI en el movimiento trotskista, llamándola “persecución falsa de agentes” (“agent-baiting”).

León Trotsky (1879-1940)

En mayo de 1975, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) inició una investigación del asesinato de Trotsky. Sus hallazgos, publicados bajo el título Seguridad y la Cuarta Internacional, identificó la red internacional de agentes de la GPU involucrados en el asesinato, implicando a agentes que permanecieron por décadas en el SWP tras la muerte de Trotsky.

A pesar de los esfuerzos para sabotear el trabajo de la Cuarta Internacional, la investigación Seguridad y la Cuarta Internacional prevaleció y produjo hallazgos extraordinariamente importantes.

Tras la decisión de lanzar la investigación, Alex Mitchell, un editor del Workers Press (el periódico de la sección británica del CICI), descubrió un conjunto crucial e inédito de documentos del Gobierno estadounidense relacionados al asesinato y conservados en el Archivo Nacional en Washington DC. En agosto de 1975, el trotskista estadounidense David North, en representación del CICI, encontró y fotografío a Mark Zborowski en San Francisco. En la década de 1930, antes de emigrar a EE.UU., en 1941, Zborowski desempeñó un papel central en suministrar la información que llevó al asesinato estalinista del hijo de Trotsky, León Sedov, dos de los secretarios políticos de Trotsky, Erwin Wolf y Rudolf Klement y un desertor de la GPU que se declaró en apoyo a la Cuarta Internacional, Ignace Reiss. Los resultados iniciales de la investigación Seguridad y la Cuarta Internacional fueron publicados a fines de 1975 bajo el título How the GPU Murdered Trotsky (Cómo la GPU asesinó a Trotsky).

En diciembre de 1976, Mitchell y North viajaron a la Ciudad de México, donde entrevistaron a testigos de los eventos en torno al asesinato. El progreso de la investigación en Estados Unidos demostró que Sylvia Caldwell (de soltera Callen), quien fue la secretaria personal de James P. Cannon, líder del SWP, entre 1937 y 1940, era una agente de la GPU. El CICI descubrió documentos que establecían que Joseph Hansen, quien fungió como secretario de Trotsky en México de 1937 a 1940 y se convertiría en un líder clave del SWP hasta su muerte en 1979, había sido un agente de la GPU y luego un informante del FBI. Como podría esperarse de su actividad como espía e informante del Gobierno, Joseph Hansen fue el opositor más decidido de la “persecución falsa de agentes”. Sus medidas incluyeron calificar de “paranoicos” a todos los que defendieran la seguridad del movimiento trotskista frente a las actividades perturbadoras y asesinas de la GPU (conocida más adelante como KGB) y el FBI.

Los hallazgos iniciales de Seguridad y la Cuarta Internacional fueron publicados entre 1975 y 1978. Los acontecimientos posteriores, especialmente los documentos obtenidos a través de la demanda iniciada por Alan Gelfand contra el espionaje del Gobierno dentro del Socialist Workers Party, confirmaron plenamente los elementos más críticos de la investigación del Comité Internacional. La publicación de los documentos de la policía secreta GPU-KGB tras la disolución de la Unión Soviética en 1991 ofreció una mayor corroboración.

Más recientemente, el trabajo de investigadores independientes que utilizaron los hallazgos de Seguridad y la Cuarta Internacional y varios documentos adicionales publicados por los archivos estatales en México revelaron más evidencia importante que posibilita tener un entendimiento sumamente detallado de cómo se planificó y llevó a cabo el asesinato de Trotsky.

Por medio del análisis de esta nueva información —en conjunto con una evaluación de los antecedentes personales de Sylvia Ageloff, sus actividades políticas mientras supuestamente era miembro del SWP y su relación estrecha con Ramón Mercader— el Comité Internacional es capaz de presentar de manera precisa el papel crítico desempeñado por Ageloff en preparar el asesinato de Trotsky.

Este informe desmiente la narrativa que lleva 80 años sin ser desafiada de que Ageloff fue una figura inocente e ingenua que fue utilizada por Mercader para obtener acceso a Trotsky. Esta caracterización pública fue inventada por la propia Ageloff y Mercader inmediatamente después del asesinato. Los hechos reales disimulados por el cuento patético de la “pobrecita Sylvia” nunca fueron investigados seriamente. Esta narrativa se convirtió en un mito. Pero este mito no tiene ningún fundamento real.

La aceptación de este mito exigía interpretar los aspectos más dudosos e incluso increíbles de la relación entre Ageloff y Mercader de la forma más inocente y apolítica. Era necesario considerarla una “boba de la suerte” —una mujer sin control de nada, deambulando ciegamente en la vida y tan monumentalmente estúpida como para ser incapaz de reconocer las contradicciones evidentes y extrañas en la misteriosa historia de vida y las actividades del hombre con el que se estuvo acostando por casi dos años—.

Pero, una vez que el mito es reemplazado por un análisis objetivo de los hechos, se arroja una luz totalmente diferente sobre la joven de Brooklyn. Entre 1938 y 1940, Ageloff adoptó un patrón deliberado de comportamiento que avanzó de forma tan consistente con los esfuerzos de la GPU para acorralar y asesinar a Trotsky que hace insostenible cualquier explicación inocente.

En cada etapa de la preparación del asesinato, fue Sylvia Ageloff quien cumplió la función decisiva de integrar a Mercader en el movimiento trotskista y, en última instancia, en la reforzada villa en Coyoacán. La conclusión alcanzada por esta investigación es que Ageloff era una agente de la GPU y cómplice de Ramón Mercader en el asesinato de León Trotsky.

En 1940, la policía mexicana llevó a cabo la única investigación contemporánea del asesinato y determinó que Ageloff fue cómplice en el asesinato de Trotsky. Los oficiales mexicanos la arrestaron y encarcelaron, acusándola de asesinato, y luego la enjuiciaron. Ageloff parece haberse salvado de una condena solo gracias a la intervención diplomática de las autoridades estadounidenses. Durante ese tiempo, el SWP no produjo reportes de la investigación mexicana de Ageloff en curso y mantuvo desinformados a los miembros del partido. El SWP nunca puso en tela de juicio la explicación con la que Ageloff buscaba eximirse de culpa en cuanto a su papel en la serie de eventos que llevaron al asesinato de Trotsky. La investigación actual, por ende, necesita arrancar con un análisis del mito de la “pobrecita Sylvia”.

El mito de Sylvia Ageloff

Ageloff y Mercader

Según la versión convencional de los eventos, Sylvia Ageloff era una trabajadora social ingenua y poca atractiva de Brooklyn. La joven miembro del SWP, ostensiblemente desesperada por recibir afecto, fue pronto seducida por el apuesto Jacques Mornard, uno de los muchos alias utilizados por el asesino y el nombre que utilizó cuando se conocieron. Aprovechó cruelmente las vulnerabilidades emocionales de Ageloff y su falta de experiencia, engañándola eventualmente para que le diera la entrada en el hogar de Trotsky.

Mercader utilizó la apertura concedida inconscientemente por la despistada Ageloff para llevar a cabo el ataque. Según esta versión de los hechos, Ageloff no captó o ignoró a lo largo de un noviazgo íntimo de casi dos años las obvias contradicciones en la historia de Mornard, incluyendo el uso de múltiples nombres, mentiras abiertas sobre su pasado familiar, actividades de negocios misteriosas y un acceso inexplicable a grandes cantidades de dinero.

Como los tres monos sabios en una sola persona, Ageloff no vio, escuchó ni, ante todo, hizo nada malo.

Esta historia, que la absuelve de cualquier responsabilidad criminal por las consecuencias de sus acciones, fue inventada originalmente por el propio Mercader. “Sylvia no tiene ninguna culpa”, les dijo a los interrogadores de la policía tras su arresto. [1] Se mantuvo fiel a esta historia hasta su muerte en Cuba en 1978. Su hermano, Luis Mercader, luego diría sobre Mercader: “No traicionó a los suyos”. [2] Su abogado Eduardo Ceniceros, reconoció tras la muerte de Mercader, “Nunca confesó nada a pesar de que se le sometió al más tremendo de los tormentos”. [3]

La coartada que el asesino le suministró a Ageloff —aún cuando Mercader negaba tener algo que ver con la policía secreta estalinista— se convirtió en la base del patético retrato de la “pobrecita Sylvia”.

Se ha afirmado desde hace mucho que Ageloff se sorprendió tanto ante la traición de Mercader que se volvió histérica y no pudo responder a ninguna de las preguntas de la policía mexicana ni de los agentes federales estadounidenses que investigaron el ataque. Ageloff sostuvo que era una miembro leal del SWP y se vio enmarañada en un drama sin las aptitudes para entenderlo. Aparentemente traumatizada, Ageloff dejó el movimiento trotskista y nunca reemergió en la escena política radical. En el periodo inmediato tras el asesinato, nadie aparte del Gobierno mexicano —ni mucho menos el SWP— se mostró particularmente interesado en examinar críticamente la coartada ofrecida a Ageloff por el asesino.

Dos importantes películas sobre el crimen — El asesinato de Trotsky (1972) de Joseph Losey y El elegido (2016) de Antonio Chavarrías— colocaron este mito en el centro de su relato sobre el complot asesino. En cuanto a Ageloff, siguió adelante, viviendo 55 años más en una acomodada anonimidad. Tras mudarse eventualmente a un cómodo apartamento en Manhattan, falleció en 1995 a los 86 años sin dejar ninguna explicación detallada de cómo llegó a tener un papel tan fundamental en una tragedia del siglo veinte.

Sylvia Ageloff [Photo: Public domain]

La cuidadosa reconstrucción de la conspiración para asesinar a Trotsky saca a relucir un hecho irrebatible: si se extrajera a Ageloff de la cadena de sucesos, no hubiera habido un asesinato el 20 de agosto de 1940. Sin la entrada ofrecida por su relación con Sylvia Ageloff, Mercader no hubiera podido ingresar en el recinto de Trotsky. Previo al asesinato, haber planteado “¿Quién es realmente el prometido de Sylvia?” habría desencadenado una cascada de interrogantes en torno a ambos, Mercader y Ageloff. Incluso la mirada más superficial a las credenciales de “Jacques Mornard-Frank Jacson”, una tarea ciertamente justificada por el intento fallido de asesinar a Trotsky por parte de agentes estalinistas el 24 de mayo de 1940, lo habría convertido en sospechoso, privándolo de cualquier acceso a Trotsky, y habría suscitado la pregunta, ¿por qué lo ha traído Sylvia Ageloff?

Esto lo admitió a medias el líder del SWP, James P. Cannon, en un discurso al pleno del SWP el 28 de septiembre de 1940, seis semanas tras la muerte de Trotsky:

Hay una cierta falta de cuidado en el movimiento como un residuo del pasado. No hemos investigado con suficiente profundidad el pasado de las personas, incluso en cargos dirigentes: de dónde provienen, cómo viven, con quienes están casados, etc. En el pasado, cuando se hacían tales preguntas —fundamentales para una organización revolucionaria—, la oposición pequeñoburguesa exclamaba, “¡Mi Dios, están invadiendo las vidas privadas de los camaradas!”. Sí, eso es precisamente lo que estamos haciendo o, más correctamente, lo que amenazamos con hacer. Nunca generó problemas en el pasado. Si hubiéramos revisado tales cuestiones con un poco más de cuidado, quizás pudimos haber prevenido algunas cosas malas en los días pasados. [4]

Las declaraciones de Cannon, quien no profundizó al respecto, fueron un reconocimiento de que el SWP había fallado en investigar a las personas cercanas a Trotsky en Coyoacán y en “cargos dirigentes” del partido.

Cannon afirmó que era necesario hacer más preguntas y “revisar tales cuestiones con un poco más de cuidado”. Esa declaración, como mínimo, se quedó corta. Mientras Cannon decía estas palabras, Sylvia Ageloff estaba siendo detenida por la policía mexicana bajo cargos de homicidio. Las acciones de Cannon no estuvieron a la altura de sus palabras. El SWP guardó un silencio total sobre Ageloff tras la muerte de Trotsky, permitiéndole refugiarse en anonimidad. El periódico del SWP, The Militant, no reportó su arresto tras el asesinato y, en 1950, cuando Ageloff rindió testimonio en el Comité de Actividades Antiestadounidenses de la Cámara de Representantes, no informó sobre su testimonio.

Las contradicciones entre el mito y la realidad: ¿quién fue Sylvia Ageloff?

Esta investigación examina las cuestiones fundamentales relacionadas a Sylvia Ageloff: ¿cuáles eran sus antecedentes familiares?, ¿cuál fue su historia política?, ¿tenía contactos personales con los estalinistas, fuera por medio de amigos o familiares?, ¿cómo entró en el movimiento y cuáles fueron sus contribuciones, si alguna, que justificaron su proximidad a Trotsky?, ¿qué creían las autoridades mexicanas respecto a la culpabilidad o inocencia de Ageloff?, ¿cuadran los hechos con las coartadas de Ageloff?

**Es posible responder a estas interrogantes ahora con base en el registro de los hechos, que incluye información relacionada al significativo entrenamiento académico de Ageloff, los reportes de la prensa, las observaciones contemporáneas de aquellos que conocieron a Ageloff y Mercader, las declaraciones de la familia Ageloff presentadas durante el juicio de Ageloff y Mercader en México, las publicaciones sobre el asesinato, los reportes del FBI descubiertos por la investigación Seguridad y la Cuarta Internacional y otros materiales valiosos.

Esta investigación también utiliza estudios recientes realizados en español, incluyendo “Actuaciones ministeriales en el homicidio de León Trotsky” de Martín Gabriel Barrón Cruz (Instituto Nacional de Ciencias Penales de México, 2018). Esta obra contiene un análisis retrospectivo detallado de la investigación criminal más importante en la historia mexicana y reproduce varios documentos legales fundamentales en el caso penal contra Ageloff y Mercader. Un anexo contiene las transcripciones de los interrogatorios de testigos clave, incluidos Ageloff y Mercader.

Este ensayo también cita dos importantes libros en español: El cielo prometido: una mujer al servicio de Stalin, de Gregorio Luri (Editorial Ariel, 2016); y Ramón Mercader, el hombre del piolet, de Eduard Puigventós López (Now Books, 2015).

Es posible, basándose en este registro probatorio, equiparar a la Sylvia Ageloff del mito con la persona real.

La persistencia del mito de la “pobrecita Sylvia” requiere aceptar acríticamente la imagen de una trabajadora social ingenua y sin experiencia —a saber, el tipo de persona que le escribiría cartas a Miss Lonelyhearts [N. del T.: una columna de consejos de amor de la novela con ese nombre de Nathaniel West]— que el Socialist Workers Party tenía de ella y que se popularizó en la ficción cinematográfica. La persistencia del mito depende de que éste no sea cuestionado porque la imagen fabricada no tiene nada que ver con quien Ageloff era realmente.

La investigación comienza necesariamente con un examen de la familia Ageloff.

Samuel Ageloff

Sylvia Ageloff, nacida en 1909, era hija de Samuel Ageloff (1884-1972) y Anna Maslow (1881-1930), inmigrantes rusos que hablaban ruso en casa. Samuel nació en Lepe, Bielorrusia, y migró a EE.UU. alrededor de 1900, casándose con Anna en 1902. Después de la muerte de Anna, Samuel se volvió a casar.

Samuel Ageloff se convirtió en un adinerado empresario de bienes raíces en la ciudad de Nueva York. Según Roberta Satow, la autora de un relato ficcional de las vidas de las hermanas Ageloff intitulado The Two Sisters of Coyoacán (Las dos hermanas de Coyoacán):

Hasta 1917, le interesaba principalmente remodelar las viviendas de la familia, pero luego se volvió un pionero de la construcción de garajes públicos. También construyó viviendas en Coney Island y Bensohurst, y tiendas en la avenida Flatbush. Luego, construyó apartamentos residenciales en Williamsburg y comercializó alquileres de 99 años en edificios de oficinas, incluyendo un edificio para oficinas frente a la Academy of Music. [5]

Si bien el cuento de Satow es de ficción, la información que obtuvo de Samuel Ageloff es veraz. Su investigación descubrió que Samuel Ageloff construyó 48 casas en Coney Island, 65 en Bensonhurst y muchas tiendas en la avenida Flatbush en Brooklyn. Construyó dos Torres Ageloff, localizadas en las calles East Third y East Fourth de Manhattan, en 1929. [6]

Anuncio de Samuel Ageloff, Brookly Daily Eagle, 1923

“Esta era una familia muy rica”, le dijo Satow al World Socialist Web Site. [7] Además de ser empresarios exitosos, la familia incluía artistas y psicólogos. El WSWS habló con Amy Feld, pariente de los Ageloff y psicóloga de profesión, que dijo que las hermanas eran parientes del pintor francorruso Marc Chagall y el psicólogo de renombre internacional, Abraham Maslow, quien desarrolló la teoría de la “jerarquía de necesidades”.

Los Ageloff tuvieron cuatro hijas: Lillian (1902-1986), Hilda (1906-1997), Sylvia (1909-1995) y Ruth (1913-2009); así como dos hijos: Allan (1903-1997) y Monte (1907-1965). Sylvia creció en una familia sumamente politizada en la que tres de sus hijas participaron en la política socialista cuando eran jóvenes.

Hilda Ageloff

El 2 de septiembre de 1931, el Brooklyn Daily Eagle reportó que Hilda Ageloff había viajado a la Unión Soviética y entrevistado a la viuda de Lenin, Nadezha Krúpskaya, quien pertenecía a la Comisión sobre Educación Pública de la Unión Soviética. Este viaje ocurrió dos años después de que Trotsky se exiliara en Turquía, cuando sus seguidores estaban siendo perseguidos por el régimen estalinista en la Unión Soviética. Krúpskaya, quien había simpatizado con Trotsky, había sido obligada mucho tiempo antes a denunciar a la Oposición de Izquierda.

[Photo: Time Magazine]

Según el Brooklyn Daily Eagle:

La Srta. Hilda Ageloff, 198 de la calle Westminster, conversó hoy sobre su entrevista a la Sra. Lenin, que fue la cúspide de su viaje de tres meses y medio en Rusia.

Dado que la Srta. Ageloff estaba llevando a cabo un estudio especial sobre los nuevos métodos de educación progresista en los prescolares y las guarderías para los niños en las granjas comunales y ciudades, tenía muchas preguntas para la Sra. Lenin…

No fue fácil agendar una entrevista. Muchos corresponsales de diarios extranjeros han sido rechazados… Pero las dificultades fueron solucionadas y un día, finalmente, la Srta. Ageloff pudo estar en la presencia de la esposa del hombre que Rusia venera como su salvador.

Hilda Ageloff le dijo al diario, “Cuando estaban comenzando este trabajo tras la revolución, no hubiera sido posible, pero la Sra. Lenin cree que se ha convencido a la gente sobre los principios del comunismo”.

El artículo concluye: “La misma Srta. Ageloff comparte algo del entusiasmo de la Sra. Lenin y dice que quiere volver a Rusia para trabajar más con el movimiento de la educación progresista”.

El 27 de diciembre de 1931, el New York Times publicó un artículo escrito por Hilda Ageloff, intitulado “El sóviet impulsa el trabajo prescolar: se reportan grandes avances”. Esta historia fue un artículo destacado en una serie publicada los domingos llamada “Las tendencias y mareas mundiales en la educación moderna”.

Su artículo fue una descripción proestalinista del sistema educativo del país y una glorificación de la burocracia estalinista. Fue el tipo de artículo que tan solo pudo haber sido escrito por un estalinista o un simpatizante de los estalinistas.

El reporte de Ageloff aclamó específicamente los avances hechos por las “autoridades” en la Unión Soviética “desde la destitución de Lunacharski como comisario de la Educación Pública”. Anatoli Lunacharski fue destituido de su cargo en 1929 como un esfuerzo de la burocracia para marginar a cualquier vinculado a Trotsky, quien había sido expulsado de la Unión Soviética.

El artículo de Hilda Ageloff aplaudió el hecho de que “las autoridades han emprendido ahora un programa fijo de construcción en los principales centros industriales y regiones de granjas colectivizadas”. Avanzando sin críticas la narrativa estalinista, escribió: “Las autoridades están luchando duro” y logrando “una labor grande y humanitaria”. Al estilo de Pravda, Ageloff escribió que el éxito del “próximo Plan Quinquenal” va a “depender de los comunistas jóvenes, los padres del futuro”.

Si bien algunos estadounidenses pudieron viajar a la Unión Soviética durante este periodo con fines profesionales y de intercambio cultura, organizar una reunión con la viuda de Lenin, una de las figuras más prominentes de la Unión Soviética, para discutir la política estatal en educación no era, como lo señaló el Brooklyn Daily Eagle, “fácil de agendar”. Hilda Ageloff no hubiera podido reunirse con la viuda de Lenin sin el visto bueno de los niveles más altos del Gobierno soviético, es decir, del propio Stalin. La familia Ageloff contaba con la confianza de las autoridades soviéticas que posibilitaron su viaje.

En su viaje a Europa, Hilda estuvo acompañada por sus hermanas, aunque no está claro si la acompañaron a Rusia. Sin embargo, Gregorio Luri escribió en su biografía de la familia Mercader: “Las tres hermanas regresaron a Estados Unidos a finales de agosto de 1931, convencidas de que el futuro de la humanidad pasaba por la URSS”. [8] A ese punto, Sylvia tenía 22 años y Ruth apenas 18.

Ruth Ageloff

Ruth Ageloff, la hermana más joven de Sylvia, también vivió una vida política y se vinculó por medio de su matrimonio a otra familia políticamente complicada.

Según Christopher Phelps, el autor del libro Young Sidney Hook: Marxist and Pragmatist (La joven Sidney Hook: marxista y pragmatista), Ruth y Sylvia fueron instadas a unirse al American Workers Party (AWP; Partido Obrero Estadounidense), un partido izquierdista liderado por el pastor radical A.J. Muste, por los consejos de James Burnham y Hook, ambos profesores en la Universidad de Nueva York (NYU) cuando Ruth y Sulvia eran estudiantes ahí. [9] Cabe notar que Phelps indicó en un pie de página biográfico que las hermanas Ageloff “se han rehusado a conceder entrevistas desde entonces y rechazaron una entrevista para esta biografía”. [10]

Ruth Ageloff también fungió de secretaria de Trotsky en la Ciudad de México a partir de 1937, cuando tenía 23 años. No está claro cómo obtuvo este puesto. Lo más probable es que se ofreció como voluntaria. Dada la seguridad poco rigurosa mantenida por los trotskistas estadounidenses, su dominio del ruso fue suficiente para permitir que fuera enviada a México. Este era un método utilizado por los estalinistas para infiltrar a agentes en la pequeña plantilla del SWP. Apenas un año antes, en 1938, Sylvia Callen, una estalinista de Chicago, se mudó a Nueva York y se ofreció a trabajar en la oficina nacional del SWP. En cuestión de meses, se convirtió en la secretaria personal del líder del SWP, James P. Cannon.

Fotografía de revista Time muestra a Hilda y Ruth Ageloff con Trotsky. Pie de foto: En días más felices, León Trotsky habla con un reportero y Hilda y Ruth Ageloff (esta última es la exsecretaria de Trotsky), hermanas de Sylvia Ageloff, la pareja estadounidense del asesino.

El obituario de Ruth Ageloff (nombre de casada, Poulos) en el New York Times, publicado el 4 de febrero de 2009, dice:

POULOS—Ruth G., 13 de noviembre de 1913-31 de enero de 2009. Viuda de John G. Poulos, hija de los inmigrantes rusos Anna Maslow y Samuel Ageloff y la última de los hermanos Ageloff. Licenciatura en NYU y maestría en Columbia, graduada de la National Psychological Association for Psychoanalysis. En 1936 [sic], vivió en la Ciudad de México como secretaria de León Trotsky y de la Comisión de John Dewey. Con más de cincuenta años, se volvió psicoterapeuta y siguió su práctica hasta después de cumplir ochenta años. [11]

Trotsky no llegó a México hasta enero de 1937. Ruth trabajó para Trotsky en México y, según Sylvia, fue recomendada por James P. Cannon. El criminólogo mexicano Martín Gabriel Barrón Cruz escribió que después del asesinato la autoridad mexicana “cuestionó a Sylvia respecto a quién había recomendado a Ruth con Trotsky y confesó que había sido Cannon, ‘advirtiendo que siempre que alguna persona de los Estados Unidos desea relacionarse con el señor Trotsky, lo hacía por conducto del Socialist Workers Party [12] [y por este medio su hermana] logró una carta de presentación para el señor Trotsky’”. [13]

La vida política de Ruth continuó después de su trabajo en México. En junio de 1940, tras regresar de la Ciudad de México, Ruth se casó con John Poulos (1911-1980), un oficial sindical que ganó fama durante el movimiento huelguístico de la década de 1930, fue delegado del congreso fundador del Congress of Industrial Organizations (CIO; Congreso de Organizaciones Industriales) en 1938 y se volvió miembro del Comité Nacional del SWP. Poulos luego dejaría el SWP para unirse al Workers Party encabezado por Max Shachtman. Permaneció activo en el movimiento shachtmanista hasta su muerte y contribuyó regularmente a su publicación, Labor Action.

El hermano y estrecho colaborador de Poulos durante toda su vida, Constantine Poulos, fue contratado durante la Segunda Guerra Mundial por la Overseas News Agency, financiada por las agencias de inteligencia británicas y utilizada para obtener credenciales de prensa para los activos de inteligencia británicos. [14] También tuvo una historia política compleja y aparentemente fue estalinista. Durante la guerra civil en Grecia, Constantine Poulos fue el primer periodista estadounidense en incrustarse en la milicia EAM-ELAS, controlada por el Partido Comunista. Después de la guerra civil, fungió como mediador entre los negociadores estadounidenses y la cúpula estalinista de EAM-ELAS. Constantine fue expulsado de Grecia por el Gobierno monarquista por sus lazos con el Partido Comunista. En la década de 1950, John fue puesto en una lista negra y depuesto de su cargo en el sindicato automotor United Auto Workers (UAW). [15]

John Poulos y Ruth Ageloff permanecieron casados hasta su muerte en 1980. Su hijo Eric Poulos, quien ha dado entrevistas previamente sobre su madre y sus tías, fue contactado por este autor pero no respondió a la consulta.

Sylvia Ageloff

Sylvia Ageloff tenía 29 años en la primavera de 1938, cuando decidió viajar a Europa. Desde el viaje de su hermana Hilda a la Unión Soviética siete años antes, Ageloff había viajado extensamente, obtuvo un título profesional avanzado y se involucró profundamente en la política socialista.

Además del inglés, Ageloff dominaba por lo menos el francés y el ruso. Finalizó la secundaria con una especialidad en teatro. Aprovecharía sus aptitudes de actuación después del asesinato de Trotsky. Ageloff continuó su educación después de graduarse de la secundaria. En un tiempo en que no era común que las mujeres persiguieran una educación universitaria, ni mucho menos títulos avanzados, obtuvo su título de grado en psicología de la Universidad de Nueva York. Luego consiguió su maestría en psicología infantil de la Universidad de Columbia en 1934.

Un reporte del FBI fechado 3 de septiembre de 1940, preparado por el agente George J. Starr, hace un resumen detallado de la historia política de Ageloff, a partir de entrevistas con informantes.

Ageloff apoyó al reverendo radical A.J. Muste, tanto en el Congress for Progressive Labor Action (CPLA; Congreso para Acciones Laborales Progresistas) como en el American Workers Party (AWP), fundado en 1933. Luego, se unió al Workers Party (US), que fue el producto de la fusión en diciembre de 1934 entre el AWP y la trotskista Communist League of America (CLA; Liga Comunista de Estados Unidos).

El reporte del FBI explicó que Ageloff se había unido al AWP con sus hermanas.

El Workers Party (US) era una formación política amplia y heterogénea formada cuando la Gran Depresión y la ola huelguística habían radicalizado a sectores grandes de la clase obrera y la clase media. La unificación con el AWP buscaba darle al movimiento trotskista estadounidense un entorno más amplio para educar y ganar a las capas radicalizadas al marxismo auténtico.

El AWP estaba conformado por radicales y líderes sindicales que protagonizaron la huelga de 1934 en la empresa Auto-Lite de Toledo, así como la formación de consejos de desempleados por parte del partido, principalmente en la región industrial del medio oeste y en los empobrecidos Apalaches. El AWP tenía una composición social difusa, mientras que avanzaba eclécticamente la política socialista. Pero se oponía al estalinismo y ganó a muchos seguidores entre los trabajadores y desempleados.

La fusión con el movimiento trotskista molestó a la derecha del AWP, haciendo que líderes del AWP como Louis Budenz y Harry Howe rompieran con el Workers Party (US) y se unieran al movimiento estalinista. La unificación también molestó al sector de cristianos progresistas adinerados que apoyaban financieramente a Muste y al AWP con tal de que se dedicaran principalmente a defender radicalmente a los desempleados. Este apoyo financiero se desvaneció cuando Muste y su movimiento coquetearon con la política revolucionaria.

Pocos meses después de su formación en 1934, el Workers Party (US) tuvo una serie de conflictos en torno a la propuesta de los trotskistas de entrar en el Socialist Party (SP, Partido Socialista), cuya cifra de miembros estaba aumentando y cuya línea política se radicalizaba. Cuando los miembros trotskistas del Workers Party (US) entraron en el SP, en 1936, el Workers Party (US) dejó de existir.

Ageloff, primero dentro del SP y luego en el SWP, parece que era cercana al grupo de trotskistas neoyorquinos organizados en torno a Martin Abern, un exmiembro del sindicato IWW y exlíder del movimiento comunista juvenil en la década de 1920. Lo expulsaron del Partido Comunista en 1928 por apoyar a Trotsky y fue miembro fundador de la CLA junto a Cannon y Shachtman. Mientras que Abern asumió un papel valiente en la fundación de la CLA, su tendencia hacia formar camarillas lo volvió un polo de atracción para elementos pequeñoburgueses, especialmente en la rama del partido en Nueva York.

Ageloff se volvió en miembro del Socialist Workers Party en su fundación en enero de 1938, pero apoyó la tendencia minoritaria de oposición liderada por Shachtman y Abern durante la disputa entre facciones de 1939-40. En abril de 1940, dejó el SWP y se unión al Workers Party fundado por la minoría tras dejar el SWP.

James Cannon, Martin Abern y Max Shachtman

El entrenamiento de Ageloff como una psicóloga experta

En su vida profesional, Ageloff era una psicóloga experta, entrenada para observar y escuchar meticulosamente a las personas. Su tesis de la maestría, intitulada, “Un estudio del ‘prestigio’ y los factores ‘objetivos’ en la sugestionabilidad en una comparación entre las diferencias raciales y sexuales”, sigue archivado en la Biblioteca Butler de la Universidad de Columbia.

La tesis de Ageloff trata de la susceptibilidad de las personas a ser engañadas por individuos que respetan. Llevó a cabo una extensa investigación y realizó pruebas sobre el tema de la “sugestionabilidad”. Su investigación la llevó a concluir que los individuos son psicológicamente susceptibles a abandonar su sentido común cuando los presionan personas que respetan. Es una curiosa área de especialidad para una mujer que afirmaría luego que fue engañada por Mercader.

La tesis de Sylvia Ageloff, 1934 [Photo: Columbia University]

La Asociación Psicológica Estadounidense (APA, por sus siglas en inglés) define la “sugestionabilidad” como “una inclinación a aceptar de buena gana y sin ninguna crítica las ideas, creencias, actitudes o acciones de otros”. La AP define la “sugestión por prestigio”, el tema en que Ageloff enfocó su tesis, como “un mensaje cuya fuerza persuasiva deriva de su proveniencia o atribución a una persona con un estatus reconocido”.

La tesis de Ageloff sometió a pruebas a estudiantes de escuela negros y blancos para determinar su susceptibilidad a declaraciones de una figura que respetan —su maestro— incluso cuando las órdenes del maestro se volvían cada vez más dudosas e inapropiadas. Ageloff resumió su abordaje: “Proponemos aquí estudiar las diferencias dentro de los mismos grupos raciales, específicamente el blanco y el negro, pero por medio de una serie de pruebas” que buscan medir “la influencia personal del investigador”. Anticipó que cuando un niño se ve influenciado por una figura respectada, “el sujeto puede mostrar una tendencia a formar criterios equivocados” o “actuar en forma de imitación o bajo la influencia de otra persona”, a diferencia de cuando un niño meramente recibe sugerencias por escrito o instrucciones orales de un extraño. [16]

Eric M. Gurevitch, un pariente de las hermanas de Ageloff y autor del artículo “Pensando con Sylvia Ageloff” publicado en 2015 por el Hypocrite Reader, fue la primera persona en solicitar la tesis de Ageloff en la biblioteca de Columbia. En una entrevista con este autor, Gurevitch dijo, “A veces la describen como una idiota engañada, a veces es una mujer sexualmente frustrada, fea y judía, o una variación de eso. Pero esos son solo clichés y tropos”. Luego adicionó: “Más allá de lo que uno piense que ocurrió, ella no era estúpida”. [17]

Gurevitch explicó, “La disertación, su tesis de maestría, claramente fue algo producido bajo la guía de psicólogos sociales realmente en la vanguardia. Tiene una verdadera percepción de este nuevo y emergente campo de la psicología social”.

“Su investigación trata de esta idea de ‘quién es ingenuo’”, dijo Gurevitch. “Lo gracioso de todo esto es que la historia es completamente de cómo te conformas a las cosas que otros quisieran inculcarte. Es curioso que eso sea algo en lo que ella realmente está interesada”.

Roberta Satow, autora de Two Sisters of Coyoacán, quien también es una psicoanalista por profesión, explicó, “La sugestionabilidad es una forma de seducción, por así decirlo. Y ella fue seducida, así que es fascinante que este fue el tema de su disertación”. [18]

La historia de que Ageloff fue “engañada” solo es factible si uno acepta que ella nunca consideró la posibilidad de que estaba siendo engañada. Pero, como lo muestra su tesis, Ageloff había estudiado a fondo el mismo fenómeno del cual aparentemente sería una víctima pocos años después.

El verano de 1938: Ageloff viaja a Europa para la conferencia fundacional de la Cuarta Internacional

El viaje de Ageloff a Europa en el verano de 1938, durante el cual conoció a Mercader (quien se hacía llamar “Jacques Mornard”), fue una experiencia crucial en su vida. Su viaje no era para vacacionar, como afirmaría luego. En cambio, al examinar su actividad en Europa, es evidente que Ageloff estuvo involucrada en trabajo político relacionado a la preparación de la conferencia fundador de la Cuarta Internacional, celebrado en septiembre de 1938. En su libro This is My Story [Esta es mi historia], el líder del Partido Comunista, Louis Budenz, quien estaba a cargo en 1938 de los esfuerzos de la GPU para infiltrar el SWP, se refirió a Ageloff como una “mensajera” para el movimiento trotskista.

El viaje de Ageloff a Europa tuvo como contexto el Gran Terror de Stalin y una campaña asesina de la GPU para exterminar a los miembros de la Cuarta Internacional en Europa. No era ni el momento ni el lugar para que un trotskista se tomara una vacación personal. El contexto de su viaje hace aún más inexplicable que haya elegido a la estalinista Ruby Weil como compañera de viaje.

En febrero de 1938, algunas semanas antes de decidir viajar a Europa, la red de la GPU había asesinado al hijo de Trotsky, León Sedov, en la Clinique Mirabeau de París. El agente de la GPU, Mark Zborowski, cuyo nombre partidario dentro del movimiento trotskista francés era Etienne, le dio a la GPU información fundamental para llevar a cabo el asesinato. Zborowski también estuvo involucrado en la preparación de tres otros asesinatos: 1) Erwin Wolf, secretario político de Trotsky, asesinado por la GPU después de entrar en España en julio de 1937; 2) Ignace Reiss, desertor de la GPU, asesinado en Suiza en septiembre de 1937; 3) Rudolf Klement, secretario de la Cuarta Internacional, asesinado en París en julio de 1938.

En medio de esta matanza de trotskistas a manos de estalinistas, Sylvia Ageloff viajó a París con alguien que sabía que era una estalinista activa: la agente de la GPU, Ruby Weil. [19]

¿Qué sabía Sylvia Ageloff en 1938 de su compañera de viaje, la agente de la GPU, Ruby Weil?

Ageloff luego afirmó que no sabía que Weil era una agente estalinista y acordó viajar con ella a Europa porque eran amigas. Su amistad se convirtió en un factor decisivo en la historia de fondo del complot estalinista para infiltrar a Mercader/Mornard en el entorno trotskista. Si le hubieran preguntado cómo se puso en contacto con el movimiento, habría explicado inocentemente que una conocida, Ruby Weil, le presentó a su amiga Sylvia.

Fotografía del anuario de Ruby Weil, Evansville, Indiana [Photo: Yearbooks.com]

Pero, si Sylvia Ageloff sabía que Ruby Weil era miembro del Partido Comunista, ¿por qué viajaría con Weil eventualmente para preparar una conferencia fundacional secreta de la Cuarta Internacional, especialmente durante el Gran Terror estalinista y cuando la GPU estaba asesinando a trotskistas en París y toda Europa?

Averiguar lo que sabían Sylvia Ageloff y sus hermanas sobre la familia Weil en el momento en que decidieron viajar a Europa juntas requiere una revisión de las declaraciones que hicieron después del asesinato de Trotsky.

En diciembre de 1950, Sylvia y Hilda Ageloff fueron citadas para rendir testimonio ante el Congreso sobre su conocimiento antes del asesinato de Trotsky y el papel de la GPU. Ambas hermanas declararon que no sabían que Weil tenía una participación activa en el movimiento estalinista: “Se rumoraba que se estaba uniendo al Partido Comunista”, dijo Sylvia Ageloff bajo juramento. [20]

En su testimonio, Hilda Ageloff explicó que conoció a Ruby Weil “en el American Workers Party”, al cual pertenecíamos alrededor de 1936. [sic: El AWP se unió a la CLA trotskista en diciembre de 1934 y dejó de existir como una organización independiente.] Ruby Weil trabajaba en el periódico con su cuñado, Harry Howe. Así es como la conocí. Después, abandonó el partido y dejó de trabajar en el periódico. Creo que Harry Howe también dejó el periódico”. [21]

Pero en 1940, durante un interrogatorio poco después del asesinato de Trotsky, Sylvia Ageloff le dijo a la policía mexicana que, cuando aceptó viajar con Ruby Weil, estaba consciente de la afiliación estalinista de Weil. Una transcripción de la entrevista policial dice: “sabe que un cuñado de estas [las hermanas Weil], llamado Harry Howe, perteneció al Partido Laborista Americano [AWP] y que más tarde se afilió a los Stalinistas; Howe vive actualmente en Nueva York aunque no se sabe su dirección”. [22]

Harry Howe no fue apenas un partidario de base de A.J. Muste. En 1935, Howe fue el editor adjunto del New Militant, el diario del Workers Party (US), formado a raíz de la unificación del AWP de Muste y la CLA trotskista. El nombre de Howe aparece junto al de Cannon en la lista de editores del periódico. [23] Howe fue un miembro prominente de la Escuela Sindical de Nueva York administrada por el CPLA dirigido por Muste, y aparece como profesor de un curso sobre periodismo sindical en 1932. [24]

Varias cartas privadas muestran que Howe fue sumamente hostil hacia la fusión con los trotskistas. Una carta de 1934 enviada por Howe a un compañero del AWP evidencia esta hostilidad hacia el trotskista: “Estamos dirigiéndonos hacia el sectarismo que hemos rechazado con tanto fervor”. El partido “se desplaza tan rápido hacia la izquierda… Me estoy hartando de competir con todos los otros grupúsculos por la pureza revolucionaria”. [25]

La biógrafa de Muste, Leilah Danielson, dice que Howe fue “uno de los líderes nacionales más importantes” del AWP. Después de integrarse con la CLA, Howe siguió a Budenz y renunció al Workers Party (US) en 1935. [26]

La esposa de Howe era la hermana de Ruby Weil, Marion Weil. Más tarde, en una comunicación fechada 25 de septiembre de 1940 desde el consulado en México al Departamento de Estado de EE.UU., se revela que Joseph Hansen le dijo al Gobierno estadounidense que Sylvia Ageloff estaba consciente, cuando decidió viajar con Ruby Weil, que su hermana Marion también era una estalinista y que posiblemente una tercera hermana Weil, Gertrude, también estuvo involucrada en organizar la reunión entre Ageloff y Mercader. Esta comunicación, hecha pública a través de la investigación Seguridad y la Cuarta Internacional, dice:

El Sr. Hansen dio a entender que se podría obtener información valiosa de la siguiente manera: el Departamento recordará la mención en comunicaciones previas desde esta oficina de una Ruby Weil. Según Hansen, ella es una de tres hermanas, las otras dos se llaman Gertrude y Marian. [27] La primera está casada con un rabino y vive en Albuquerque, Nuevo México; nunca ha estado involucrada en política de ningún tipo, a pesar de que ella fue la que Marian mencionó en una carta dirigida a Sylvia Ageloff, en París, en 1938, en cuanto a estar interesada en que Sylvia conociera a Jacson. La explicación de Hansen sobre el uso del nombre de Gertrude en esta conexión es que Marian es una rabiosa y devota estalinista, y que, si se mostraba que ella era la interesada en el encuentro entre Jacson y Sylvia, Sylvia quizás habría sospechado de sus motivos. El Departamento tal vez pueda descubrir alguna información valiosa de Gertrude. Hansen dijo que la información fue comunicada por Sylvia a su hermano, Monte.

Hilda Ageloff luego atestiguaría que las hermanas Ageloff ya conocían a Marion Weil para cuando Sylvia Ageloff viajó con Ruby Weil. “Una vez llamé a Mario por teléfono, su hermana [de Ruby], y le pregunté cómo estaba, y me dijo que estaba bien”. [28]

El camino al estudio de Trotsky en la villa en Coyoacán (crédito: David North) [Photo by David North]

Julio de 1938: Ageloff y “Jacques Mornard” se conocen en París

A inicios de julio en París, según la versión de la historia que no había sido cuestionada, Weil le presentó Ageloff a “Jacques Mornard”. Él la invitó generosamente e hizo que se enamorara de él. Mornard dijo que era un periodista deportivo, escribiendo para periódicos como La Nation Belge, Le Soir, Le Dernieres Nouvelles, Auto y Les Sports. [29] Tenía mucho dinero para gastar, dijo, porque era hijo de un diplomático belga que falleció en 1926.

En una declaración a la policía mexicana después del ataque, Ageloff explicó que ella nunca lo vio trabajar ni leyó ninguno de sus artículos publicados. Ella “aceptaba como cierto lo que Jackson le decía”, utilizando el nombre “Jacson” desde que llegó a Norteamérica en 1939. Él “siempre andaba con bastante dinero y frecuentaba los mejores lugares”, continuó Ageloff. [30]

La primera pregunta obvia es, ¿por qué Ageloff, una intelectual con un nivel alto de educación y supuestamente una revolucionaria socialista comprometida y a quien le confiaron responsabilidades de alto nivel dentro del movimiento trotskista, se involucraría irreflexivamente en una relación con un playboy rico cuya familia —si le creía a Mornard— tenía lazos estrechos con el reaccionario Estado belga?

De todos modos, era evidentemente obvio, desde la primera fase de la relación de Ageloff con Mornard, que su nuevo amante era un individuo sumamente sospechoso. Las circunstancias de su encuentro inicial eran improbables y había claras contradicciones en su historia personal. Además, dado el contexto político —los Juicios de Moscú, el terror estalinista en la Unión Soviética y los asesinatos de trotskistas en España (Erwin Wolf), Suiza (Ignace Reiss) y Francia (León Sedov y Rudolf Klement)— es imposible creer que Ageloff nunca consideraría la posibilidad de que Mornard fuera un agente estalinista.

Continuará

***

Notas:

[1] Martín Gabriel Barrón Cruz, “Actuaciones Ministeriales en el Homicidio de León Trotsky”, Instituto Nacional de Sciencias Penales, México D.F., 2018, pág. 39.

[2] Extracto de Asaltar los Cielos, 1996 documental dirigido por Javier Rioyo y José Luis López Linares.

[3] Ibid.

[4] James P. Cannon, The Socialist Party in World War II: Writings and Speeches, 1940 43 (Pathfinder Press, 1975), págs. 81–82.

[5] Ver el sitio web de Satow, disponible aquí: https://www.twosistersofCoyoacán.com/about

[6] Aisha Carter, “ Sunny East Village Pad in Ageloff Towers Is the Perfect Starter Apartment ,” 6 Sq Ft, April 16, 2015.

[7] Entrevista de Eric London con Roberta Satow, 18 de agosto de 2020.

[8] Gregorio Luri, El Cielo Prometido: Una Mujer al Servicio de Stalin (Barcelona: Editorial Planeta, 2016), pág. 214.

[9] El movimiento trotskista en EE.UU. se unificaría con el AWP en 1934.

[10] Christopher Phelps, Young Sidney Hook: Marxist and Pragmatist (Ann Arbor: University of Michigan Press, 2005), pág. 111 n. 32. Publicado por primera vez por Cornell University Press en 1997. Phelps indica que él condujo su investigación cuando las tres hermanas seguían vivas.

[11] Disponible aquí.

[12] El movimiento trotskista en EE.UU. formó el Socialist Workers Party (SWP) en enero de 1938.

[13] Barrón Cruz, págs. 54–55.

[14] P.J. Grisar, “Sharks Defending Britain from Nazis? How ‘Fake News’ Helped Foil Hitler,” Forward, 22 de octubre de 2018. (“la publicación le dio credenciales de prensa a espías británicos”.)

[15] Dan Georgakas, “The Greeks in America,” Journal of the Hellenic Diaspora, NY, primavera-verano de 1987, Vol. 14 Nos. 1 y 2, págs. 29–31.

[16] Sylvia Ageloff, “A Study of ‘Prestige’ and ‘Objective’ Factors in Suggestibility In A Comparison of Racial and Sex Differences,” mayo de 1934, disponible en la Butler Library, Columbia University.

[17] Entrevista de Eric London con Eric M. Gurevitch, 17 de agosto de 2020.

[18] Entrevista de Eric London con Roberta Satow, 18 de agosto de 2020.

[19] Los $200 para un camarote estándar en un barco transatlántico también era un gasto inasequible para la mayoría de personas en 1938. Para folletos con los precios de 1938, ver aquí). En dólares de 2020, un tiquete estándar costaría aproximadamente $3.700 hoy.

[20] Factores estadounidenses en el asesinato de León Trotsky, Comité sobre Actividades Antiestadounidenses de la Cámara de Representantes de EE.UU., 1950, pág. 3.402.

[21] Ibid., pág. 3.407.

[22] Barrón Cruz, pág. 163.

[23] Ver ejemplo aquí.

[24] Ver ejemplo, Labor Age of November, 1932, pág. 2.

[25] Leilah Danielson, “Howe to Hardman, June 21, 1934,” American Gandhi: AJ Muste and the History of Radicalism in the Twentieth Century (Filadelfia: Penn Press, 2014), pág. 188.

[26] Ibid., pág. 404 n. 57.

[27] La mayoría de las referencias escriben el nombre de la hermana de Ruby Weil “Marion,” no “Marian.”

[28] Factores estadounidenses en el asesinato de León Trotsky, pág. 3.409.

[29] Eduard Puigventós López, Ramón Mercader, el Hombre del Piolet: Biograf í a del asesino de Trotsky (Barcelona: Now Books, 2015), ubicación en e-book 2.424.

[30] Ibid. ubicación 2.415.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 5 de febrero de 2021)

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