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Perspectiva

Anunciando “dolor”, la Reserva Federal le declara la guerra a la clase obrera

En su discurso el viernes durante la cumbre anual de la Reserva Federal o “Fed” en Jackson Hole, Wyoming, su presidente Jerome Powell dejó algo claro: la oligarquía financiera estadounidense está decidida a obligar a la clase trabajadora a pagar el coste de una crisis económica cada vez más profunda.

En los términos más abruptos que ha usado, Powell prometió que el banco central estadounidense mantendría los tipos de interés más altos en nombre de combatir la inflación, lo que significará un mayor desempleo y “dolor” económico. Se espera que la Fed aumente los tipos de interés nuevamente de 0,5 a 0,75 por ciento en septiembre.

“Reducir la inflación probablemente requiera un periodo sostenido de crecimiento menor a la tendencia”, dijo Powell. “Además, probablemente habrá una flexibilización de las condiciones del mercado laboral. Mientras que los tipos de interés más altos, el menor crecimiento y la flexibilización del mercado laboral disminuirán la inflación, también inducirán algo de dolor a los hogares y negocios”.

Detrás de los eufemismos grisáceos del titular de la Fed, hay una política despiadada de clase. La “flexibilización del mercado laboral” describe una masacre deliberada de empleos, en la medida en que los mayores tipos de interés provoquen despidos masivos y la catástrofe inevitable que esto significa para los trabajadores y sus familias. Se traducirá en niveles impactantes de pobreza, hambre, abuso de sustancias, ejecución de hipotecas, falta de vivienda y suicidios, contra el trasfondo de una crisis social que ya es grave.

No puede haber ninguna duda de que cuando Powell habla de “dolor” tiene en mente a la clase trabajadora.

Powell se quejó de un supuesto “desbalance” en el mercado laboral y una demanda desproporcional de mano de obra, afirmando, “El mercado laboral es particularmente fuerte, pero claramente está desbalanceado, en el sentido de que la demanda de mano de obrar excede sustancialmente la oferta de trabajadores disponibles”.

Este argumento cínico de que la escasez de mano de obra y aumentos salariales demasiado altos son las principales causas de la inflación desafía la lógica económica. Si la causa de la inflación en EE.UU. fueran los aumentos salariales, entonces los salarios de los trabajadores deberían estar aumentando a un nivel comparable o más alto que la propia inflación.

Pero, en términos nominales, han aumentado muy por debajo de la inflación, lo que ha resultado en una caída de 3 por ciento en los salarios reales en el último año, según la Oficina de Estadísticas Laborales, incluyendo caídas de hasta 5 por ciento en algunos estados.

La falta de trabajadores se debe en gran medida a la catastrófica respuesta de la clase gobernante a la pandemia de COVID-19, permitiendo deliberadamente los contagios masivos por el afán de lucro a corto plazo. Hasta 4,1 millones de estadounidenses han dejado la fuerza laboral y no pueden trabajar por el impacto discapacitante del COVID persistente, según un análisis del Brookings Institution publicado esta semana. La Oficina del Censo de EE.UU. estima que hasta 16 millones de personas en EE.UU. sufren COVID persistente.

En realidad, la principal causa de la inflación es la manipulación de los precios, no los aumentos salariales, como lo descubrió un estudio en abril del Economic Policy Institute. Mientras tanto, las ganancias empresariales siguen marcando un récord tras otro.

Los márgenes de ganancias para las empresas no financieras alcanzaron un máximo de 72 años, según los datos del Departamento de Comercio de EE.UU. publicados el jueves, alcanzando 15,5 por ciento por primera vez desde 1950. Las ganancias aumentaron 8,1 por ciento en el último año, incluso después de restar los costos de la reserva de capitales por la inflación.

Los gigantes del petróleo y gas natural han estado al frente de esta bonanza. Las cinco mayores empresas del sector acapararon $55 mil millones en ganancias solo durante el segundo trimestre de 2022, lucrando de la guerra por delegación e instigada por EE.UU. contra Rusia en ucrania. El imperialismo estadounidense y sus aliados buscan obligar a la clase trabajadora a pagar por sus guerras predatorias. En Reino Unido, se pronostica que los precios energéticos aumentarán 80 por ciento en el otoño a 3.549 libras por año o 4.200 dólares. Esto podría aumentar a 6.600 libras en la primavera, que será catastrófico para las familias de clase trabajadora.

Por su parte, los sindicatos proempresariales se han dedicado a imponer las demandas de la patronal de aumentos menores a la inflación, costos mayores del seguro médico y jornadas más largas. A inicios del año, el presidente del sindicato United Steelworkers (USW), Thomas Conway, presumió sobre un contrato “responsable” que el sindicato forzó a los trabajadores de petróleo y gas que aceptaran, celebrando que no añadía a las “presiones inflacionarias”, reproduciendo la mentira de que los aumentos salariales están impulsando la inflación.

Los aumentos de los tipos de interés de la Fed ya están comenzando a surtir el efecto deseado de provocar despidos masivos, incluyendo 38.000 en el sector tecnológico hasta mediados de agosto. La eliminación de empleos se está extendiendo al resto de la economía. Los hospitales y sistemas de salud están recortando plazas y reduciendo sus servicios, como reportó el viernes Kaiser Health News, a pesar de que las cadenas hospitalarias recibieron rescates de miles de millones de dólares durante la pandemia.

Los despidos se están acelerando incluso cuando muchos sectores de la economía ya enfrentan un desastre y colapso efectivo por la falta de personal y las jornadas brutalmente largas, como en las industrias sanitaria y ferroviaria.

En su discurso, Powell se refirió repetidamente al expresidente de la Fed, Paul Volcker, a quien había calificado como su norte intelectual. Volcker fue nombrado por el presidente demócrata Jimmy Carter y mantenido en el cargo por el presidente republicano Ronald Reagan para supervisar una “terapia de choque” económico a fines de los años setenta e inicios de los ochenta, que consistió en aumentar los tipos de interés a niveles de dos dígitos para inducir un desempleo masivo y romper la resistencia de las luchas obreras militantes que predominaron en la década anterior. “El nivel de vida del trabajador estadounidense promedio necesita caer”, declaró Volcker en 1982.

En la actualidad, el Gobierno de Biden, toda la élite política y la élite corporativa y financiera les están diciendo a los trabajadores que deben sacrificarse y aceptar un nivel de vida más bajo en nombre del “interés nacional” y la lucha contra la supuesta “agresión rusa”.

Pero la historia ha demostrado una y otra vez que la demanda del “sacrificio compartido” hecha por la burguesía y sus representantes no es más que una estafa para enriquecer a la oligarquía financiera a expensas de la clase trabajadora y para intensificar su explotación.

La respuesta a la política de austeridad y guerra impuesta por la clase gobernante necesita ser un programa político consciente que represente los intereses de la clase obrera, uniendo las luchas de los trabajadores en todas las industrias y más allá de las fronteras nacionales. Este año ya fue testigo de un estallido de luchas de clase a nivel internacional que han incorporado a capas cada vez más amplias de trabajadores, incluyendo manufactureros, estibadores, transportistas, pilotos, auxiliares de vuelo, enfermeros, docentes, entre otros.

El amplio apoyo a la campaña de Will Lehman para presidente internacional del sindicato United Auto Workers demuestra el enorme potencial de que este movimiento en curso en la clase trabajadora halle una salida progresista. Lehman un trabajador de Mack Trucks y socialista, ha explicado que se postuló para las elecciones del UAW para organizar un movimiento de las bases para arrebatarle el poder a la burocracia sindical.

Las luchas emergentes de los trabajadores contra el aumento meteórico del coste de vida y el impacto de la crisis capitalista necesitan adoptar la perspectiva socialista e internacionalista por la cual aboga Lehman para que sean las necesidades y los intereses de los trabajadores —no los de la oligarquía financiera— los que definan la organización de los recursos de la sociedad.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 26 de agosto de 2022.)

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