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Perspectiva

La etapa final de la campaña de Will Lehman para presidente del UAW: las bases contra la burocracia sindical

Las elecciones que definirán la nueva dirección del sindicato United Auto Workers (UAW) en Estados Unidos se encuentran en sus últimas semanas. El monitor nombrado por los tribunales para supervisar la elección fijó el 18 de noviembre, en una semana, como el último día para que casi un millón de miembros del UAW envíen sus papeleteas y garantizar que lleguen antes de la fecha límite del 28 de noviembre.

En estas elecciones, un candidato dio voz a los intereses y aspiraciones de los trabajadores, Will Lehman, quien se postuló para presidente del UAW International. La campaña de Lehman se ha vuelto un foco del movimiento cada vez mayor de las bases en EE.UU. e internacionalmente contra las burocracias sindicales, que por décadas han sofocado la lucha de clases.

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El video electoral final, presentado al inicio de un evento de campaña el fin de semana pasado, demostró poderosamente el impacto de la campaña de Lehman. Aparecen declaraciones de docenas de trabajadores donde describen las condiciones catastróficas que enfrentan, la colaboración del aparato del UAW con las empresas para imponerles interminables contratos proempresariales y el deseo de los trabajadores de luchar.

Entre los muchos trabajadores que se pronunciaron durante la reunión, hubo varios trabajadores automotores de Silao, México, quienes hicieron un llamado a la unidad internacional. “La idea de obreros unidos del mundo se me hace estupendo”, uno de ellos dijo. “Acá en México, la gente tiene mucho miedo de alzar su voz, pero ya sacudiéndose ese maldito temor, las cosas serán diferentes”.

La campaña electoral ha puesto al descubierto varias verdades fundamentales sobre las relaciones sociales y políticas tanto en EE.UU. como en el resto del mundo.

En primer lugar, ha expuesto la enorme brecha social entre las bases y los aparatos sindicales, que los controlan miles de individuos en el cinco o incluso uno por ciento más ricos de la población. El llamado de Lehman a formar comités de base en cada lugar de trabajo para transferir el poder del aparato a las bases está volviéndose realidad. Los trabajadores de varias fábricas importantes han establecido tales comités en las últimas semanas.

La burocracia del UAW se vio obligada a aceptar la realización de elecciones directas por primera vez en su historia debido a que fueron exigidas en un referéndum, que a su vez solo se celebró por el gran escándalo de corrupción en el que varios expresidentes y otros altos ejecutivos del UAW terminaron en prisión. Afrontando elecciones a las cuales se oponían, el UAW y los patrones que los respaldan querían restringirlas a candidatos elegidos a dedo por el propio aparato, como el presidente actual Ray Curry y el antiguo burócrata del UAW, Shawn Fain.

La campaña de Will Lehman destruyó estos planes. Por esta razón, los burócratas del UAW han hecho todo lo posible para limitar el voto, informando lo menos posible a los trabajadores de la elección ni mucho menos asegurarse de que todos reciban una papeleta y envían su voto a tiempo.

Los trabajadores reportan que los oficiales locales del UAW les mintieron a los trabajadores temporales y a tiempo parcial (TPT), los más explotados en las plantas, que no pueden votar .

A una semana de que se acabe el tiempo para enviar su voto, muchos trabajadores reportan que no lo han recibido y que están teniendo dificultades enormes para obtener una papeleta del monitor. Para el 10 de noviembre, tan solo se han recibido 86.396 papeletas, menos del 10 por ciento de los miembros del UAW.

Y esta semana, el monitor informó a los otros candidatos que el equipo de Ray Curry había utilizado ilegalmente los recursos del sindicato para enviar por correo electrónico un mensaje de campaña a los trabajadores —un intento más del aparato para utilizar su control sobre el UAW para producir el resultado deseado—.

Sin embargo, el conflicto entre el aparato del UAW y los trabajadores es solo uno de muchos ejemplos de un proceso universal.

En EE.UU., los trabajadores ferroviarios se encuentran en medio de una batalla enconada contra los oficiales sindicales que están colaborando con la gerencia y el Gobierno de Biden para imponer contratos entreguistas a la fuerza. El entramado de 12 sindicatos para 100.000 ferroviarios ha ignorado repetidamente las votaciones en contra de los contratos y a favor de autorizar huelgas, obligándolos a votar una y otra vez sobre prácticamente los mismos contratos, postergando los emplazamientos a huelga a instancias de la Casa Blanca y el Congreso y amenazando a los trabajadores con abandonarlos a su suerte si deciden luchar.

Esta es la relación fundamental que existe en todos los países. En Canadá, los principales sindicatos intervinieron el fin de semana para atajar un movimiento de huelga general en Ontario que fue desencadenado por el paro de 55.000 trabajadores de apoyo a la educación. En Reino Unido, la central sindical Trades Union Congress (TUC) y sus afiliados se han dedicado a bloquear el movimiento huelguístico cada vez mayor de los trabajadores ferroviarios, de telecomunicaciones, del Correo y otros sectores de la clase obrera. En Francia, el sindicato estalinista CGT colaboró con el Gobierno de Emmanuel Macron para sofocar una poderosa huelga de los trabajadores de las refinerías el mes pasado.

En segundo lugar, al organizar a la oposición obrera, la campaña ha evidenciado el carácter reaccionario de la política de identidades raciales y de género que han promovido por tanto tiempo las organizaciones que operan dentro y en torno al Partido Demócrata.

En el vídeo de la campaña aparecen trabajadores de todas las razas y géneros apoyando la campaña porque da voz a sus preocupaciones comunes de clase. Lo que impulsa a los trabajadores a luchar no son las preocupaciones egoístas de sectores de la clase media-alta que se concentran en la asignación de cargos en función de su raza, género y orientación sexual, sino las realidades de la explotación de clase: la desigualdad social, el aumento de la inflación, los horarios de trabajo extenuantes, las condiciones inseguras y la amenaza de despidos masivos.

Mientras denuncian al WSWS como “sectario” por negarse a trabajar con el Partido Demócrata y el aparato sindical, los Socialistas Demócratas de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés), Labor Notes, la revista Jacobin y otras innumerables organizaciones pseudoizquierdistas responden silencio a una auténtica campaña de base que está ganando un enorme apoyo entre los trabajadores. En las instancias en que se han visto obligados a romper su silencio, han respondido con absoluta hostilidad.

En tercer lugar, la campaña ha puesto de manifiesto la afinidad de los trabajadores con el socialismo. Lehman ha hecho campaña abiertamente como socialista y ha utilizado la campaña para explicar a los trabajadores lo que es realmente el socialismo. La clase dominante se ha apoyado durante mucho tiempo en mentiras y falsificaciones históricas para impedir que los trabajadores tengan una comprensión histórica de la inextricable conexión entre el movimiento obrero y el socialismo. Estas mentiras ahora se están cayendo a pedazos.

Como escribió el presidente del Consejo Editorial Internacional del WSWS, David North, durante la huelga de Volvo Trucks el año pasado, “La clase obrera estadounidense no tiene miedo a la revolución. Tampoco se opone al socialismo. Solo necesita entender qué ofrece como solución y cómo puede realizarse”.

La campaña electoral del UAW también indica que hay fundamentos para limpiar y socavar toda la mugre de la política burguesa, incluyendo los desvaríos fascistoides de Trump y los republicanos, así como la reaccionaria política de identidades de los demócratas. Las elecciones intermedias, que concluyeron esta semana, expusieron más que nada el carácter esclerótico de todo el sistema político de la clase dominante en condiciones de extrema crisis social, económica y política.

Solo es posible enfrentarse al belicismo de la clase dominante y a la conspiración contra las formas democráticas de gobierno por medio de la construcción de un movimiento socialista en la clase obrera. Éste debe basarse en el desarrollo de la lucha de clases, que a su vez exige la organización de una rebelión de las bases obreras contra los aparatos sindicales.

Tras las elecciones intermedias, la burguesía estadounidense se enfrenta a un estallido social. Además del inminente enfrentamiento con los ferroviarios, más de 48.000 miembros de la UAW que son trabajadores académicos en la Universidad de California tienen planeado ir a la huelga la próxima semana; más de 22.000 estibadores de la costa oeste están trabajando sin contrato y están ansiosos por ir a la huelga; decenas de miles de pilotos han rechazado los contratos o han votado a favor de una autorización de huelga; los trabajadores de la salud se enfrentan a un invierno catastrófico al combinarse un empeoramiento de la pandemia con un brote de gripe y otras enfermedades respiratorias; y los educadores se enfrentan a condiciones intolerables caracterizadas por el exceso de trabajo y la falta de personal. Todos los sectores de la clase obrera se enfrentan a la inflación y a las consecuencias de los recortes masivos de empleo provocados por el alza de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal, cuyo objetivo es aumentar el desempleo para socavar las demandas salariales.

Tras las elecciones, el Gobierno de Biden ha llamado a la colaboración bipartidista con los cómplices republicanos de Trump. Sin embargo, los desesperados llamamientos a una ficticia “unidad nacional” reflejan el extremo nerviosismo de la clase dominante ante al masivo estallido social que se viene gestando desde abajo.

En las últimas semanas de las elecciones del UAW, es necesario luchar lo más agresivamente posible para que Will Lehman reciba la máxima cantidad de votos, para derrotar los esfuerzos del aparato para suprimir el voto. Sin embargo, sea cual fuere el resultado de las elecciones, éstas marcan una nueva etapa en la lucha de clases en EE.UU. y a nivel internacional, que debe ampliarse y desarrollarse en las próximas semanas y meses.

(Publicado originalmente en inglés el 10 de noviembre de 2022)

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