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Las muertes por pandemia en China alcanzan las 700.000 desde el fin de la política de "cero COVID", según estimaciones de modelo

Las nuevas estimaciones de Airfinity sobre las muertes por COVID en China desde el 1 de diciembre de 2022 sitúan la cifra en más de 700.000 víctimas mortales desde que el régimen estalinista puso fin a su política de “cero COVID” el 1 de diciembre en respuesta a la presión de las grandes corporaciones y los gobiernos imperialistas, en particular Estados Unidos.

Aunque es posible que nunca lleguemos a conocer la verdadera magnitud de la muerte y la miseria, este análisis proporciona una visión horrorosa de la crisis que sufre la clase obrera china.

Los pacientes son revisados a su llegada a la sala de urgencias de un hospital en Pekín, el jueves 19 de enero de 2023. [AP Photo/Andy Wong]

Las cifras sobre infecciones, muertes y evolución del brote elaboradas por la empresa británica de análisis Airfinity se han revisado y actualizado recientemente para tener en cuenta los datos epidemiológicos de las provincias más remotas del interior. Airfinity prevé ahora una oleada de COVID más larga y grave, ya que los viajes por el Año Nuevo chino seguirán alimentando el brote, que se ha extendido por todo el país a ritmos inimaginables.

El grupo escribió el 16 de enero: 'La nueva previsión de hoy tiene en cuenta los informes que indican que algunas provincias, como Henan, Gansu, Qinghai y Yunnan, ya han registrado un pico de infecciones. Nuestros indicadores analíticos sugieren que el virus se ha propagado más rápidamente a las zonas rurales, en parte debido a los viajes de personas con motivo de las celebraciones del Año Nuevo chino. Esta mayor tasa de crecimiento ha cambiado nuestra previsión, que ha pasado de predecir dos oleadas sucesivas a una oleada mayor y más grave'.

Como ha señalado el Ministerio de Transportes chino, es probable que se produzcan más de 2.000 millones de desplazamientos de pasajeros durante los 40 días de fiestas. Ya el sábado, víspera del Año Nuevo chino, los medios de comunicación chinos informaron de que se produjeron más de 26 millones de desplazamientos de pasajeros.

Se cree que la mayoría de los viajeros son trabajadores emigrantes de camino a casa para visitar a sus familias, muchos de ellos por primera vez en los tres años transcurridos desde que entraron en vigor los cierres de Wuhan y se implantó el 'cero COVID' como respuesta oficial del país al coronavirus. Existe el temor real y justificado de que estos viajes no hagan sino arraigar aún más el virus en la sociedad china.

Según los cálculos de Airfinity, las infecciones por COVID-19 podrían alcanzar un máximo de 4,8 millones al día, con más de 62 millones de infecciones estimadas en la segunda quincena de enero. Suponiendo una tasa de letalidad similar a la de otros países, las muertes alcanzarían un máximo de 36.000 al día el 26 de enero, con las festividades de Año Nuevo ya muy avanzadas. La empresa estima que las muertes acumuladas por COVID-19 hasta el 20 de enero ascienden a 708.000.

Estas cifras implican que los sistemas sanitarios de toda China pueden esperar en las próximas semanas una oleada más prolongada y horrorosa. El Dr. Matt Linley, director de análisis de Airfinity, ha declarado: 'Nuestra previsión estima una carga significativa para el sistema sanitario chino durante los próximos quince días y es probable que muchos pacientes tratables puedan morir debido a la saturación de los hospitales y a la falta de cuidados'.

Estas estimaciones fueron corroboradas por el epidemiólogo jefe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de China, el Dr. Wu Zunyou, quien declaró durante el fin de semana que la oleada actual de infecciones 'ya ha infectado a cerca del 80% de la población', es decir, a unos 1.100 millones de personas.

Sin embargo, estas cifras no han inquietado a las autoridades sanitarias chinas ni a sus jefes estalinistas, que siguen restando importancia a la crisis actual, que se ha extendido por todo el país con una rapidez sin precedentes. El viceprimer ministro Sun Chunlan declaró a finales de la semana pasada, antes del inicio de las festividades, que el virus se encontraba en un nivel 'relativamente bajo' y que el número de pacientes críticos en los hospitales iba en descenso.

Los principales centros urbanos, como Shanghái y Pekín, siguen viendo cómo los pacientes se amontonan en las abarrotadas habitaciones, pasillos y vestíbulos de los hospitales a la espera de recibir tratamiento, mientras que por las puertas siguen entrando más personas que habían esperado a ver cómo evolucionaba su enfermedad.

Las pruebas circunstanciales de la catástrofe en curso son palpables en los comentarios ofrecidos a los medios de comunicación. Una mujer que hablaba con un corresponsal de NBC News dijo: 'Treinta y cinco personas fallecieron anteayer, aquí mismo. Desde que mi madre está aquí, vengo a verla todos los días. El día que mi padre ingresó en el hospital, murieron casi todos los pacientes del servicio de urgencias'.

Muchos familiares de los fallecidos también han criticado a los gobiernos y sistemas sanitarios locales por no reconocer que el virus causó sus muertes. El Financial Times señaló que las 'cifras inferiores a las esperadas' se deben a que 'se mantiene el COVID-19 fuera de los certificados de defunción'. En su lugar, las muertes se están atribuyendo a neumonía o cardiopatía o como desconocidas, si los fallecidos fueron trasladados tras haber sucumbido en casa.

El director clínico del Raffles, un hospital privado de primera categoría que atiende a los chinos más ricos y a altos funcionarios y cuyas farmacias están abastecidas de Paxlovid, declaró a The Economist que 'los hospitales locales, especialmente las UCI, están llenos y seguimos viendo llegar pacientes con complicaciones, por lo que actualmente es difícil encontrar camas en las UCI de Pekín. Hay menos pacientes, pero siguen llegando a los hospitales muchos casos graves y pacientes con complicaciones'.

La persistente crisis de Pekín, que dispone por mucho de los recursos sanitarios más avanzados en comparación con otras regiones del país, tiene consecuencias nefastas para las zonas rurales y las áreas metropolitanas más pequeñas. Por ejemplo, se sabe que Paxlovid, el medicamento antivírico fabricado por Pfizer para la prevención de enfermedades graves, se vende en el mercado negro. A un trabajador chino le costaría dos meses de salario medio adquirir estos tratamientos que salvan vidas.

Muchos habitantes de las zonas rurales de China sólo tienen acceso a una atención sanitaria rudimentaria y, en caso necesario, los enfermos graves deben ser trasladados a las ciudades, donde existen sistemas sanitarios más modernos. En otras palabras, cualquier persona infectada está básicamente abandonada a su suerte para ver si el curso de su enfermedad toma un giro fatal. La gente tiene que soportar los síntomas y esperar lo mejor.

Como señala The Economist, incluso en estas zonas rurales, donde los casos sintomáticos siguen siendo elevados y los sistemas sanitarios están bajo presión, los residentes locales han afirmado que muchos han experimentado recientemente el COVID-19 a raíz del aumento masivo de casos que se produjo en diciembre y que arrasó el país tras el levantamiento de todas las medidas de mitigación.

David Rennie, jefe de la oficina de The Economist en Pekín, que visitó recientemente una aldea remota en la región rural central de China, en la provincia de Henan, escribió: 'Hablaban de cómo todo el mundo enfermó básicamente a finales de diciembre. La velocidad de esa oleada, que creo que fue mucho más rápida de lo que quizá esperábamos, ha tenido un impacto brutal, aunque quizá nunca sepamos exactamente cuántas muertes... Hablé con un empleado de una funeraria que me dijo que estaba tres veces más ocupado de lo habitual y que en el crematorio... se hacían 100 cremaciones al día y llegaron a 150 ó 160 en el momento álgido de la enfermedad. Antes de la pandemia, hacían 30 o 40 cremaciones al día'.

A continuación, añadió que hacer los cálculos significa ver cientos o miles de muertes excesivas para un solo condado y luego multiplicarlo por 66 veces para tener en cuenta toda la provincia de Henan. 'Muy pronto se obtienen cifras muy elevadas', observó.

Ben Cowling, catedrático de epidemiología de la Escuela de Salud Pública de Hong Kong, afirmó: 'Durante las próximas dos o tres semanas, sabemos que el virus va a llegar hasta el último rincón del país. Eso significa que en las zonas rurales van a tener muchas infecciones, muy probablemente en un corto espacio de tiempo, y el impacto puede ser mayor debido a esa falta de recursos'.

La rapidez con la que el Partido Comunista Chino ha abrazado la política de 'inmunidad colectiva” (de rebaño) y esencialmente ha forzado a la población a aceptar la infección masiva ha sido nada menos que una política criminal de asesinato social. Es como si el régimen estalinista pretendiera alcanzar a las potencias occidentales en infecciones y muertes, después de haber mantenido alejado el virus durante los últimos tres años y protegido la vida de millones de personas.

Las exigencias impuestas por el capital financiero a los dirigentes chinos estaban destinadas a suplantar cualquier política de salud pública de base nacional encaminada a mantener el “cero COVID”.

En este sentido, la comparecencia del viceprimer ministro chino Liu He ante los milmillonarios de Davos para decir al mundo que China estaba abierta a los negocios fue una reveladora acusación de la orientación de la burocracia. Sin inmutarse, dijo a la elitista audiencia: 'La vida ha vuelto a la normalidad en China'.

(Publicado originalmente en inglés el 22 de enero de 2023)

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