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Perspectiva

Aviones de combate F-16: la próxima etapa de la implacable escalada de EE.UU. contra Rusia

El anuncio el mes pasado de que el Gobierno de Biden enviaría tanques M1 Abrams a Ucrania ha dejado listo el escenario para que se demande otra escalada suministrando aviones de combate F-16 de cuarta generación.

Se está siguiendo un guion similar. Meses antes de un anuncio público, el Pentágono confirma que está elaborando planes para enviar el sistema de armas en cuestión al frente. En el momento apropiado, la prensa estadounidense y los oficiales ucranianos exigen simultáneamente dicho sistema.

Dos Mig 29 polacos, hechos en Rusia, vuelan arriba y abajo de dos jets F-16 polacos, hechos en EE.UU., durante un espectáculo aéreo en Radom, Polonia, 27 de agosto de 2011 (AP Photo/Alik Keplicz, archivo)

El Gobierno de Biden alega que no tiene planes para enviar tal armamento. La prensa y los oficiales republicanos y demócratas denuncian esta “renuencia”. En cuestión de semanas o meses, la Casa Blanca anuncia que hará precisamente lo que había descartado sin explicar por qué cambió de parecer.

Al estilo del teatro kabuki, de repetirse una y otra vez, esta maniobra deja en claro la medida en que los líderes políticos civiles en EE.UU. son solo un medio para venderle al público las decisiones tomadas por el Pentágono.

Este ciclo se ha vuelto una burla de sí mismo, al punto en que cualquier declaración del Gobierno civil estadounidense sobre limitaciones militares se considera insignificante.

Como lo comentó Yuriy Sak, asesor del ministro de Defensa ucraniano Oleksiy Reznikov, a Reuters: “No querían darnos artillería pesada, luego lo hicieron. No querían darnos sistemas Himars, luego lo hicieron. No querían darnos tanques, ahora nos dan tanques. Fuera de las armas nucleares, no queda nada que no podríamos conseguir”.

Sobre este patrón, el New York Times publicó el miércoles, “Si se sigue el mismo guion, la renuencia del Gobierno de Biden a suministrar aviones podría ser temporal”.

El periódico añade: “Para Ucrania, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, el libro de jugadas se ha vuelto estandarizado. Primero, Kiev pide un sistema de armas avanzado. El Gobierno de Biden dice que no… tras meses de vacilar un poco, el Gobierno de Biden dice que sí y se abre la puerta para otras armas”.

Un artículo del Washington Post el martes hace el mismo punto: “La brusca negativa del presidente Biden a cumplir con la solicitud ucraniana de jets F-16 ha sido recibida con escepticismo por parte del Pentágono, donde algunos oficiales, citando el patrón del Gobierno de revertir los rechazos de otras solicitudes del Kiev, anticipa una aprobación eventual o un escenario en el que los aliados de EE.UU. suministrarán aviones de combate con la aprobación del Gobierno”.

En otras palabras, a pesar de la afirmación categórica de que EE.UU. no enviará aviones de combate F-16 a Ucrania, ya se tomó la decisión de enviarlos. Solo faltan por definir los detalles políticos dentro de la OTAN y la campaña mediática de mentiras propagandísticas para venderle la decisión a un público escéptico.

Los planes de enviar aviones de combate occidentales han estado en marcha por meses, según las declaraciones más tempranas de los oficiales estadounidenses. En julio, el general Charles Q. Brown Jr., jefe de personal de la Fuerza Aérea de EE.UU., le dijo al Washington Post que “hay discusiones en curso” sobre enviar aviones de combate a Ucrania.

El Financial Times reportó que Lockheed Martin ya aumentó la producción de aviones F-16 para compensar los planes de varios países de transferirlos a Ucrania. La empresa “incrementará la producción de los F-16 en Greenville [South Carolina] para poder rellenar la demanda de forma bastante capaz”, declaró el director de operaciones de Lockheed Martin, Frank St. John.

La semana pasada, ArmyINFORM, una agencia de información del Ministerio de Defensa de Ucrania, informó que los pilotos de caza ucranianos ya han empezado a entrenarse en Estados Unidos, probablemente con el F-16. “Nuestros pilotos militares fueron a Estados Unidos, se asignaron fondos para el entrenamiento de nuestros pilotos”, escribió la publicación, citando a un funcionario ucraniano. ArmyINFORM informó que ya se ha decidido el tipo de avión que Estados Unidos enviará a Ucrania.

El F-16 es el caballo de batalla del programa de “compartición nuclear” de Estados Unidos. En caso de una guerra nuclear a gran escala, las bombas atómicas emplazadas en Turquía, Alemania y Polonia, lanzadas desde cazas F-16, serían de las primeras en explotar.

La semana pasada, varios senadores demócratas y republicanos importantes pidieron a la Casa Blanca que enviara aviones de combate F-16 de cuarta generación con capacidad nuclear a Ucrania. El senador demócrata por Rhode Island, Sheldon Whitehouse, el senador republicano por Carolina del Sur, Lindsey Graham, y el senador demócrata por Connecticut, Richard Blumenthal, exigieron que se suministraran los aviones para “erosionar la capacidad de Rusia de seguir luchando en Ucrania”.

Incluso más que con los tanques M1 Abrams, el envío de cazas F-16 a Ucrania implicaría el despliegue de una enorme infraestructura logística y líneas de suministro a Ucrania desde los países de la OTAN, incluyendo probablemente el despliegue de contratistas civiles estadounidenses para ayudar a mantener estos sofisticados sistemas.

CNN especuló con que el despliegue de F-16 significaría que “contratistas occidentales podrían ser enviados a Ucrania, poniéndolos en riesgo de ataques rusos”.

El envío de esos “contratistas”, que en su inmensa mayoría serían de nacionalidad estadounidense y de países de la OTAN, daría pie a nuevas peticiones de crear una zona de exclusión aérea. Cuando éstas no surtieran el efecto deseado, se prepararía el terreno para pedir el despliegue directo de tropas estadounidenses y de otros países de la OTAN.

La lógica de la escalada militar está en marcha. Cada paso genera la necesidad de una nueva escalada, hasta llegar a la guerra total con Rusia. Habiendo vinculado el prestigio de la alianza de la OTAN liderada por Estados Unidos a la victoria sobre Rusia, la Administración de Biden escalará hasta la guerra nuclear, a menos que se le ponga freno. Más allá de Rusia, además, Estados Unidos ya está en las fases avanzadas de planificación de un conflicto militar con China.

Hay una fuerza social que puede poner fin a la guerra imperialista: la clase obrera internacional. Esta semana han estallado huelgas en toda Europa en oposición a las arrolladoras medidas de austeridad que están aplicando los Gobiernos y las grandes empresas, cuyo objetivo es hacer que la clase obrera cargue con el coste de la guerra. Millones se han manifestado en Francia, y medio millón en el Reino Unido. Esto forma parte de un movimiento más amplio de la clase obrera que se está desarrollando en Estados Unidos y en todo el mundo.

Si la lógica de la escalada militar es la guerra nuclear, la lógica de la escalada de la lucha de clases es la revolución socialista. Esto, sin embargo, requiere la construcción de una dirección socialista en la clase obrera, para conectar las batallas de clase que estallan en todo el mundo con la lucha contra la guerra y el sistema de lucro capitalista.

(Publicado originalmente en inglés el 3 de febrero de 2023)

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