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Una ola de huelgas estalla en Portugal contra la inflación y el aumento de la pobreza

Una poderosa explosión de la lucha de clases está surgiendo en Portugal. Los trabajadores de un sector tras otro están entrando en acción con múltiples convocatorias de huelga.

Profesores protestando marchan por Lisboa, Portugal, enero de 2023. [Photo: Maureen Danovsky, M. Ed @MaureenDano]

Los paros tienen lugar en el contexto de una oleada de huelgas contra la austeridad y la inflación por parte de millones de trabajadores en toda Europa. En Francia, el epicentro actual de la lucha se está desarrollando una confrontación revolucionaria entre la clase obrera y el gobierno del presidente Emmanuel Macron. En Alemania, cientos de miles de trabajadores participan en huelgas de advertencia en el sector público y exigen una huelga general que los sindicatos buscan desesperadamente impedir. En Bélgica, el 10 de marzo, los trabajadores del sector público se declararon en huelga nacional. Desde enero en los Países Bajos casi ninguna semana ha transcurrido sin que los trabajadores holandeses entren en una lucha por mejores salarios, condiciones laborales y de vida, la última 200.000 trabajadores sanitarios se declararon en huelga.

En Portugal, las huelgas de profesores se han venido sucediendo desde noviembre por mejoras en los salarios y las condiciones de trabajo. Su rabia estalló en la gran marcha del 11 de febrero, que llevó a 150.000 personas a las calles de Lisboa, tras las protestas de enero que reunieron a 100.000 manifestantes, marchas ya consideradas las más grandes desde que la Revolución de los Claveles derrocó al régimen de extrema derecha de Salazar en 1974.

En febrero y marzo, los trabajadores ferroviarios de Comboios de Portugal paralizaron cientos de trenes diariamente. Seguirán en huelga durante todo el mes de abril. Desde el 15 de febrero está en marcha una huelga de funcionarios de justicia que ha forzado el retraso de más de 21.000 juicios y procedimientos legales.

El 6 de abril, los trabajadores de Infraestructuras de Portugal, que gestiona la infraestructura ferroviaria y de carreteras, irán a la huelga por para demandar mejores salarios después de las huelgas anteriores del 29 de febrero y el 2 de marzo. Los funcionarios de hacienda también están haciendo paros intermitentes, que cubren las tres primeras y las tres últimas horas de la jornada laboral.

Las líneas aéreas igualmente se ven sacudidas por las huelgas. El personal de cabina de la aerolínea británica de bajo coste EasyJet realizará una huelga de tres días para pedir salarios más altos para compensar el aumento del coste de la vida. El sindicato SNPVAC dijo que la huelga fue apoyada por 277 votos a favor y solo 1 en contra. Los pilotos de TAP Air Portugal también han convocado una huelga durante las vacaciones de Semana Santa, entre el 7 y el 10 de abril, para recuperar las condiciones laborales retiradas en 2021 por el gobierno del PS. El aviso previo de huelga fue aprobado por los pilotos con 515 votos a favor (87 por ciento).

La magnitud de este estallido huelguístico queda de manifiesto con el dato de la Dirección General de Empleo que indica que en enero el número de preavisos de huelga cuadriplicó al de ese mismo mes el año anterior (204 por 51)

El gobierno portugués del Partido Socialista (PS) se enfrenta cada vez en mayor medida a una situación como la de Francia. En este contexto, al igual que Macron, el primer ministro del PS, Antonio Costa, está recurriendo a la represión masiva contra las huelgas. Está imponiendo servicios mínimos y amenazando con prohibir por completo algunas huelgas, como la indefinida de profesores convocada por el sindicato STOP o la de justicia que el consejo consultivo de Procuraduría General de la República ha calificado ya como ilegales.

La semana pasada, el gobierno anunció una batería de medidas por valor de 2.500 millones de euros que harán poco para ayudar a los trabajadores para hacer frente la creciente inflación y las altas tasas de interés. Las medidas incluyen la eliminación del impuesto sobre el valor añadido (IVA) para productos alimenticios esenciales que aún debe discutirse con las grandes cadenas de distribución, 140 millones de euros en apoyo a los agricultores, así como un ridículo subsidio mensual adicional de 30 euros para hogares de bajos ingresos con un plus de 15 euros por niño. También aumentará los salarios de los funcionarios públicos en un 1 por ciento, salarios que aumentaron en un promedio del 3,6 por ciento el año pasado, aún muy por debajo de los niveles de inflación del 8,2 por ciento.

La causa fundamental de esta ola de huelgas coincide con lo que está sucediendo en toda Europa e internacionalmente como respuesta al hundimiento de las condiciones de vida. En todas partes, la clase dominante afirma que no puede hacer ninguna concesión mientras financia rescates bancarios y grandes presupuestos militares para alimentar la guerra que la OTAN está librando contra Rusia en Ucrania.

Las burocracias sindicales, sin embargo, no ofrecen ninguna alternativa. En Portugal, tanto la socialdemócrata Unión General de Trabajadores (UGT) como la Confederación General de Trabajadores Portugueses (CGTP), el sindicato más grande y vinculado al estalinista Partido Comunista Portugués (PCP), están estrangulando la creciente oposición.

Están llamando a huelgas de un día de forma descoordinada, o convocando paros a nivel regional, sectorial o incluso por horas, evitando a toda costa paralizar la economía y derribar al gobierno del PS. De forma sistemática, suspenden las huelgas con rapidez como se hizo con la de los trabajadores de la cadena de televisión TVI obligados a aceptar un aumento salarial del 5,3 por ciento cuando la inflación en febrero se situó en el 8,3 por ciento.

Para soltar presión la CGTP convocó una manifestación el 18 de marzo que reunió a decenas de miles de trabajadores en Lisboa pidiendo medidas para limitar los precios de productos básicos y contener la inflación. Esto es una estrategia de las burocracias sindicales para agotar a los trabajadores en huelgas y protestasde un solo día.. Con ellos colaboran también el estalinista Partido Comunista de Portugal (PCP) y el pequeñoburgués Bloco de Esquerdas que apoyaron esta convocatoria.

Sus dirigentes hicieron un ejercicio de hipocresía durante la manifestación. Desde el PCP, su secretario general, Paulo Raimundo, dijo que el empleo debe acompañarse de derechos y salarios 'que es con lo que se pagan las cuentas', mientras Catarina Martins, del BE denunciaba que el Gobierno se limita a hacer anuncios y no ha cumplido sus compromisos porque 'respeto para quien trabaja es actualizar salarios y congelar precios'.

Pasaron por alto el hecho de que estas fuerzas aplicaron las mismas políticas de austeridad durante años por las que ahora critican al gobierno del PS. En 2015, apoyaron al Partido Socialista para llegar al gobierno y lo mantuvieron en el poder hasta las elecciones de enero de 2022, cuando el PS obtuvo la mayoría absoluta. Durante esos años, junto con el PS, aplicaron una agenda de políticas de derechas y austeridad, en línea con las que anteriormente llevó a cabo el derechista PSD. En 2019, mientras el PS disfrutaba del apoyo del PCP y BE, su gobierno movilizó al ejército para romper una huelga nacional de camioneros.

El gobierno mantuvo las leyes laborales impuestas por la Unión Europea (UE), mientras que la gran mayoría de los empleos creados eran precarios y los salarios reales seguían disminuyendo. Los trabajadores en Portugal ahora enfrentan una pobreza masiva. La mitad de los trabajadores recibió un salario de menos de 1.000 euros mensuales en 2022, un porcentaje que se eleva al 65 por ciento entre los jóvenes menores de 30 años. La salud y la educación continúan deteriorándose debido a los recortes, mientras que los hospitales y las escuelas amenaza ruina y faltan enfermeros y profesores. Incluso antes de la huelga, muchos estudiantes no tenían clases debido a la falta de docentes para enseñar las materias.

La recuperación económica se basó en gran medida en el turismo, que ha alimentado una burbuja inmobiliaria. En ciudades como Lisboa, es imposible encontrar incluso una habitación por menos de 600 euros al mes.

Las políticas derechistas del PCP y el BE empobrecieron a los trabajadores mientras enriquecían a las grandes corporaciones que están obteniendo ganancias récord. Quince grandes empresas que cotizan en la bolsa de Lisboa pagaron recientemente 2.500 millones de euros en dividendos a sus propietarios, un récord histórico.

Estas fuerzas también intervinieron para denunciar las luchas obreras que se oponían al gobierno del PS. En 2019, cuando comenzaron a estallar huelgas contra el gobierno del PS, la líder del Bloco Catarina Martins defendió la adopción de medidas antihuelga, declarando que “En ciertos sectores fundamentales, es comprensible que haya niveles mínimos de servicio.” Los dirigentes del PCP criticaron huelgas como las del transporte, justificando la represión militar del PS a la huelga de camioneros.

El PCP y el Bloco representan la misma vía derechista y reaccionaria que otros grupos pseudoizquierdistas en Europa como Die Linke en Alemania, el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) y la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon en Francia, Podemos en España o Syriza en Grecia. El camino a seguir para los trabajadores es romper con estas fuerzas pequeñoburguesas y las burocracias sindicales, construyendo comités de base elegidos democráticamente en cada lugar de trabajo, que puedan unificar las huelgas y protestas no solo en Portugal sino en toda Europa e internacionalmente.

(Publicado originalmente en inglés el 26 de marzo de 2023)

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