El siguiente discurso fue pronunciado por Evan Blake, coordinador de la Investigación Global de los Trabajadores sobre la Pandemia de COVID-19, durante el Acto Internacional en Línea del Primero de Mayo 2023 celebrado el 30 de abril.

Nos encontramos en el cuarto año de la pandemia de COVID-19. Este acto del Primero de Mayo se celebra en medio de una enorme campaña mundial de propaganda que alega falsamente que la pandemia se acabó.

En Estados Unidos, esta campaña ha alcanzado un punto de inflexión crítico. El 1 de abril, se levantó el acceso expandido de Medicaid por la pandemia. El 10 de abril, El presidente estadounidense Joe Biden puso fin a la declaración de emergencia nacional por COVID-19. Y el 11 de mayo, expirará la declaración de emergencia de salud pública.

Como resultado de estas tres medidas, toda la respuesta gubernamental a la pandemia será privatizada, incluida la futura distribución de vacunas, pruebas y tratamientos de COVID. Más de 20 millones de estadounidenses podrían perder su cobertura de salud el año que viene, incluyendo posiblemente más de 1 millón que padecen COVID persistente.

Estos mismos procesos ocurren a escala internacional. Todas las mitigaciones para ralentizar la propagación del COVID fueron abandonadas por completo, incluso la mascarilla obligatoria en los hospitales.

Todas las afirmaciones de que la pandemia ha terminado se basan en mentiras y desinformación. La realidad es que en todo el mundo sigue habiendo niveles masivos de infecciones, muertes y COVID persistente.

Debido al desmantelamiento de las pruebas y datos de COVID a escala mundial, apenas se puede estimar el estado de la pandemia observando las aguas residuales y el exceso de mortalidad. Las muestras en aguas residuales ponen de manifiesto que la transmisión viral sigue elevada.

El coronavirus sigue mutando y evolucionando en variantes nuevas y potencialmente más peligrosas. Mientras nos reunimos hoy, está en marcha otra ola pandémica en India debido a la subvariante XBB.1.16 de ómicron, que está predominando rápido en cada vez más países.

El exceso de mortalidad mundial por la pandemia supera las 10.000 muertes diarias. Entre ellas se incluyen las muertes agudas por COVID, así como las elevadas tasas de infartos, derrames cerebrales, y otros acontecimientos adversos asociados al COVID y al colapso del sistema sanitario. Ya han muerto 22 millones de personas en todo el mundo debido a la pandemia, y cada tres meses muere un millón más.

Además, el “evento discapacitante masivo” del COVID persistente se agrava cada día más. Un reciente estudio exhaustivo sobre el COVID persistente estimó que al menos 65 millones de personas sufren ahora esta aflicción en todo el mundo. La cifra real podría ser muy superior, de cientos de millones.

Cabe destacar que no hay nada comparable a tal debilitamiento masivo en la historia de la humanidad. Pero este peligro casi no se menciona en los medios de comunicación corporativos.

La pandemia ha cambiado irreversiblemente la sociedad mundial, dejando cicatrices sociales y traumas emocionales para miles de millones en todo el mundo. Pero las burguesías son totalmente indiferentes a este sufrimiento de la población.

En enero, en una conferencia de alcaldes, Biden comentó improvisadamente sobre la cifra de muertos por COVID en EE.UU., declarando sin rodeos, “A veces la subestimo porque dejé de pensar en ello”.

¡Qué desprecio para las familias y los seres queridos de los más de 1,1 millones de estadounidenses que han muerto de COVID!

Las élites gobernantes declaran el fin de la pandemia porque quieren que la gente olvide los crímenes sociales masivos y continuos de los que son responsables.

Pero el WSWS, la voz de la clase obrera internacional, no lo ha olvidado ni lo hará. Mientras todos los demás medios y partidos políticos ignoran la pandemia, seguimos cubriendo su impacto en todo el mundo.

Profundizamos la Investigación Global de los Trabajadores sobre la Pandemia de COVID-19, que iniciamos en noviembre de 2021. Sigue siendo la única investigación independiente sobre las políticas criminales aplicadas durante la pandemia en todo el mundo.

Durante el invierno pasado, se produjo uno de los mayores crímenes de la pandemia cuando se abandonó la política de eliminación del COVID en China. Se estima que han muerto entre 1 y 2 millones de personas en apenas tres meses, la acumulación más rápida de muertes desde la Segunda Guerra Mundial.

El Partido Comunista Chino, la organización política de la nueva burguesía que surgió de la restauración del capitalismo, es totalmente responsable de esta catástrofe social. Pero las potencias imperialistas occidentales y sus medios corporativos también están profundamente implicados en este delito, al igual que las organizaciones y publicaciones pseudoizquierdistas de clase media que exigieron el levantamiento del “cero COVID” pese a las proyecciones científicas de que moriría más de 1 millón de personas.

En lugar de detener la pandemia, la burguesía le ha sacado partido para la mayor transferencia de riqueza de la historia mundial y una intensificada contrarrevolución social contra la clase obrera.

Los aumentos anteriores de la esperanza de vida gracias al desarrollo de la salud pública se están invirtiendo, la pseudociencia antivacunas se ha convertido en la corriente dominante, y brotan las enfermedades que antes se mantenían bajo control.

Al mismo tiempo, las clases dominantes están resucitando las ideologías más reaccionarias, incluidas las concepciones eugenistas y darwinistas sociales que prevalecían en los círculos dirigentes de fines del siglo diecinueve y principios del veinte.

“La supervivencia del más fuerte” vuelve a ser su mantra, abandonando a su suerte a los ancianos y los inmunodeprimidos. La famosa frase de Rosa Luxemburgo, que la clase obrera se enfrenta al socialismo o a la barbarie, es cada día más cierta.

El CICI es el único partido político del mundo que se ha opuesto al descenso a la barbarie encarnado en la respuesta capitalista a la pandemia. No hemos dejado de exigir una estrategia mundial de eliminación para detener la pandemia de una vez por todas.

Fundamentalmente, esto tiene sus raíces en nuestra defensa del trotskismo y la Teoría de la Revolución Permanente. En su análisis del desarrollo del capitalismo mundial a inicios del siglo veinte, el gran revolucionario marxista León Trotsky subrayó que en la época imperialista incluso las tareas democráticas básicas -que incluyen la protección de la salud de la población- no pueden llevarse a cabo en el capitalismo. Esto le corresponde a la clase trabajadora, que se ve obligada a llevar a cabo medidas socialistas y coordinar sus luchas a escala internacional.

Hoy, esta misma teoría puede aplicarse a la pandemia, cuando los programas y principios de la salud pública desarrollados por la burguesía en un periodo histórico anterior son atacados implacablemente por los Gobiernos capitalistas. Solo un movimiento global de la clase obrera por la revolución socialista mundial, puede aplicar las políticas necesarias para detener la propagación del COVID y muchas otras enfermedades, y prevenir las futuras pandemias que los científicos consideran cada vez más probables en los próximos años.

Lo mismo ocurre con todos los problemas sociales de la humanidad. La guerra, el cambio climático, la pobreza, la amenaza del fascismo, son todos problemas globales que solo pueden resolverse mediante un programa socialista revolucionario para reconstruir la sociedad mundial con base en los principios de igualdad social y planificación económica. El Comité Internacional de la Cuarta Internacional lucha por esta estrategia, y te insto a unirte hoy a este movimiento.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 3 de mayo de 2023)