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Perspectiva

Las discusiones sobre el límite de la deuda en la Casa Blanca: una conspiración bipartidista para que los trabajadores paguen por la guerra

El martes, en discusiones escenificadas entre la Casa Blanca y el Congreso sobre el límite de la deuda y el presupuesto llegaron a una nueva etapa. Ambos lados salieron de la reunión entre Biden y los líderes del Congreso de ambos partidos aplaudiendo el progreso que han hecho hacia un acuerdo que recorte brutalmente el gasto social.

Detrás de la tapadera sobre evitar lo que la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, describió nuevamente el martes como la “catástrofe” de un impago de la deuda estadounidense tan pronto como el 1 de junio, ambos partidos patronales están conspirando para imponer un techo de varios años al gasto social no discrecional, privando a millones de personas de un seguro médico, asistencia alimentaria, apoyo para el alquiler y otras necesidades. También está en discusión la implementación de requisitos nuevos o elevados de trabajo para Medicaid y los cupones de alimentos, lo que condenará a los trabajadores con bajos salarios y desempleados a perder sus viviendas y padecer hambre.

La “crisis” sobre el límite de la deuda es completamente inventada, involucrando a ambos partidos políticos y los medios de comunicación. Según el cuento que nadie desafía, el mundo se va a acabar y todo va a irse al traste si los dos partidos capitalistas no logran alcanzar un acuerdo para recortar el gasto social en las próximas semanas.

Nadie en la prensa se molesta en mencionar los orígenes de los masivos niveles de deuda acumulados por el Gobierno estadounidense, principalmente por los billones en gastos militares en combinación con los rescates bancarios y los recortes fiscales para los ricos.

Solo en 2022, el Congreso aprobó $113 mil millones en asistencia a Ucrania, como parte de más de $1 billón en el gasto militar total. Hace tan solo unos meses, el Gobierno de Biden, con el apoyo de ambos partidos, organizó apresuradamente un rescate de toda una serie de bancos, salvaguardando los depósitos de los ricos.

El presidente entrante de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy de California recibe el mazo del líder de la minoría, Hakeem Jeffries de Nueva York en el plenario, Capitolio federal, 7 de enero de 2023 [AP Photo/Andrew Harnik]

Mientras los medios alimentan un ambiente de crisis, Wall Street está indiferente. Esto se debe a que la aristocracia financiera sabe que se llegará a un acuerdo. “El consenso en el mercado”, comentó un reportero de CNBC, “es que se llevará a cabo un acuerdo”.

El Partido Socialista por la Igualdad llama a los trabajadores a oponerse a la conspiración bipartidista y a emprender una poderosa ofensiva industrial y política contra este ataque a sus derechos. Cuando se trata de atacar los programas sociales de los que dependen millones, el lema del Estado es: Nunca desaproveches una buena crisis.

Como ocurrió en la primera reunión sobre el techo de la deuda en la Casa Blanca, celebrada el martes 9 de mayo, la reunión de ayer contó con el presidente Joe Biden, la vicepresidenta Kamala Harris, el presidente republicano de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, el líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, el líder demócrata de la minoría en la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, y el líder de la mayoría republicana en el senado Chuck Schumer.

McCarthy dejó la Casa Blanca tras una hora de discusiones a puerta cerrada y le dijo a la prensa que ambos lados “siguen muy lejos”. Reiteró sus principales demandas: reducir el presupuesto federal a los niveles de 2022 e imponer un techo de uno por ciento al gasto no discrecional a lo largo de la última década, absorber los fondos no gastados para la pandemia de COVID y la imposición de nuevos requisitos de trabajo para Medicaid y los cupones de alimentos.

Al mismo tiempo, McCarthy aplaudió un giro en el proceso de negociación propuesto por Biden, que reduciría las negociaciones a varios representantes para la Casa Blanca y un equipo elegido por McCarthy. Tanto él como el líder de la minoría del Senado, McConnell, garantizaron que no habría un impago y dijeron que se alcanzaría un acuerdo la próxima semana.

Sobre la cuestión de los nuevos requisitos laborales, McCarthy señaló, al igual que otros republicanos y como hizo el propio Biden durante el fin de semana, que el mandatario, cuando era senador, votó a favor de disposiciones similares como parte del proyecto de ley de la Administración de Clinton en 1996, cuando abolió el derecho federal a la asistencia social.

Los demócratas Schumer y Jeffries fueron aún más efusivos en sus declaraciones a la prensa tras la reunión en la Casa Blanca. Schumer describió las discusiones como “cordiales” y “respetuosas”. Añadió que “todos estaban de acuerdo en que tenía que haber un acuerdo bipartidista”, subrayando que ambas partes acordaron impulsar proyectos de ley bipartidistas sobre el presupuesto y el límite de la deuda en ambas cámaras del Congreso.

Jeffries describió la reunión como “positiva, abierta, honesta y muy cordial”. Predijo que se alcanzaría un acuerdo en “la próxima semana o dos”.

El asalto bipartidista a los derechos sociales de los trabajadores estadounidenses sigue el precedente sentado por la Administración de Obama, que respondió al colapso financiero de las hipotecas de alto riesgo de 2008 organizando un rescate multibillonario de Wall Street y la élite empresarial. A ello siguió la reestructuración por quiebra de la industria automotriz estadounidense basada en la imposición de escalafones en los ingresos, recortes salariales y ataques a las pensiones y a la cobertura médica. En 2011, la Administración de Obama-Biden estableció el precedente para la actual operación del techo de la deuda, acordando limitar el gasto discrecional federal durante cinco años mediante la imposición de recortes sociales masivos. Biden dirigió las negociaciones con los republicanos.

Este giro hacia la austeridad estuvo ligado al giro hacia la guerra con Rusia y China. Obama supervisó el golpe de Estado del Maidán en 2014, que inició los acontecimientos que culminaron en la guerra cada vez intensa de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia.

La oposición de los demócratas a Trump y los republicanos se centró desde el principio en las diferencias en la política exterior imperialista, sobre todo la continuación de la ofensiva, y los preparativos para la guerra, contra Rusia. Ese sigue siendo el caso hoy.

Los demócratas no tienen ningún problema en imponer recortes sociales junto a McCarthy, quien estuvo entre los 139 republicanos de la Cámara de Representantes que votaron en contra de certificar la victoria electoral de Biden en las horas posteriores al ataque de Trump al Congreso el 6 de enero de 2021, así como junto a los congresistas abiertamente fascistas que formaron parte de la conspiración golpista. Los miembros de la bancada Freedom Caucus de la Cámara de Representantes como Matt Gaetz, Andy Biggs, Paul Gosar, Lauren Boebert, Scott Perry y Bob Good lideraron la oposición a la campaña de McCarthy para presidente de la cámara baja en enero, retrasando su elección hasta la decimoquinta votación, lo que les dio un veto efectivo sobre las políticas de los diputados republicanos.

Un papel fundamental en esta conspiración de la clase dominante lo desempeñan las organizaciones pseudoizquierdistas de la clase media alta, que apoyan al Partido Demócrata y la guerra imperialista por poder contra Rusia en Ucrania. La miembro de los Socialistas Democráticos de América Alexandria Ocasio-Cortez, miembro del caucus demócrata de la Cámara de Representantes, ataca con saña a los socialistas que se oponen a Biden y a los demócratas y luchan por la movilización política independiente de la clase obrera contra el capitalismo. Pero todo lo que puede decir en respuesta a los preparativos de Biden para imponer ataques sociales a la clase obrera es calificarlos de “profundamente destructivos” y advertir a Biden que debe esperar “contraataques”.

El giro hacia la austeridad brutal, y hacia métodos dictatoriales y de Estado policial para imponer estas políticas ante la creciente resistencia de la clase trabajadora, es un fenómeno internacional.

En Francia, el presidente Macron ha declarado el “fin del dividendo de paz” y ha impuesto un recorte jubilatorio sin votación en la Asamblea Nacional. Ha respondido a meses de huelgas y protestas masivas de los trabajadores franceses llevando a cabo salvajes ataques policiales contra los manifestantes. En Reino Unido, el Gobierno conservador se apoya en las burocracias sindicales para sofocar las huelgas e imponer ataques históricos a los derechos sociales y democráticos.

Salga lo que salga de las negociaciones sobre el techo de la deuda, será solo un paso inicial en la escalada y el brutal asalto de toda la élite empresarial y financiera contra los puestos de trabajo y las condiciones de vida de la clase trabajadora.

(Publicado originalmente en inglés el 16 de mayo de 2023)

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