El viernes, la Casa Blanca anunció la escalada más temeraria y peligrosa de su implicación en la guerra con Rusia hasta la fecha, que ha decidido entrenar a pilotos ucranianos para pilotar cazas F-16 de fabricación estadounidense y enviar los aviones con capacidad nuclear al campo de batalla.

El asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, declaró a la prensa en la cumbre del G7 en Japón que Biden 'informó a sus homólogos del G7 de que Estados Unidos apoyará un esfuerzo conjunto para entrenar a pilotos ucranianos en aviones de combate de cuarta generación, incluidos los F-16'. Añadió que Estados Unidos 'trabajará con nuestros aliados para determinar cuándo se entregarán los aviones, quién los entregará y cuántos'.

Ante una serie de importantes reveses militares para sus fuerzas proxy en Ucrania, Estados Unidos está ampliando masivamente su participación directa en la guerra, con consecuencias potencialmente catastróficas para toda la humanidad.

A pesar de haber sido lanzado al mercado hace décadas, el F-16 ha sido continuamente actualizado y sigue siendo uno de los sistemas de armas más capaces, complejos y mortíferos del mundo. Con un alcance de más de 500 millas, es capaz de desplegar el Joint Air-to-Surface Standoff Missile, con un alcance de hasta 1.200 millas. Estas armas amenazan tanto a Moscú como a San Petersburgo.

El pasado mes de marzo, el Pentágono rechazó un plan para enviar MiG-29 semi-obsoletos de la era soviética a Ucrania, porque 'podría confundirse con una escalada y dar lugar a una reacción rusa significativa que podría aumentar las perspectivas de una escalada militar con la OTAN'.

El hecho de que estas palabras sean mucho más aplicables a la decisión de enviar F-16 indica hasta qué punto la guerra en Ucrania está fuera de control.

En mayor medida incluso que el carro de combate M1 Abrams, el envío de cazas F-16 a Ucrania implicaría el despliegue de infraestructura logística y líneas de suministro a Ucrania desde los países de la OTAN, incluyendo probablemente el despliegue de contratistas civiles estadounidenses para ayudar a mantener estos sofisticados sistemas.

El F-16 es el caballo de batalla del programa de 'compartición nuclear' de Estados Unidos. En caso de una guerra nuclear a gran escala, las bombas atómicas con base en Turquía, Alemania y Polonia, lanzadas desde cazas F-16, serían de las primeras en explotar.

El anuncio de que la OTAN enviaría cazas F-16 a Ucrania se produce en flagrante desafío a múltiples promesas explícitas hechas por la administración Biden a la opinión pública, destinadas a tranquilizar a la población de que se trataba de evitar una escalada de una guerra a gran escala con la Rusia nuclear.

En marzo de 2022, Biden afirmó que 'la idea de que vamos a enviar equipos ofensivos y que aviones y tanques y trenes van a entrar con pilotos estadounidenses y tripulaciones estadounidenses, entiéndanlo —y no se engañen, digan lo que digan— eso se llama la Tercera Guerra Mundial'.

En mayo, Biden dijo: 'No participaremos directamente en este conflicto, ni enviando tropas estadounidenses a luchar en Ucrania ni atacando a las fuerzas rusas. No estamos alentando ni permitiendo que Ucrania ataque más allá de sus fronteras'.

Una a una, Biden ha cruzado cada una de las 'líneas rojas' que estableció para limitar la implicación de su administración en la guerra.

En enero, la administración Biden anunció que enviaría docenas de carros de combate principales M1 Abrams a Ucrania, junto con otros cientos de carros de combate principales de países de la OTAN.

En abril, documentos filtrados revelaron que 97 tropas de operaciones especiales de la OTAN están desplegadas en Ucrania, junto a 71 militares estadounidenses en servicio activo. Estas tropas, según un artículo publicado esta semana en el Wall Street Journal, están 'operando muy cerca de las líneas del frente' y son una 'influencia orientadora en la actividad de las fuerzas especiales ucranianas'.

Ucrania ha recibido autorización estadounidense en privado para llevar a cabo ataques dentro de la propia Rusia, y en febrero, la subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos de Estados Unidos, Victoria Nuland, respaldó públicamente los ataques ucranianos dentro de Crimea. 'Son objetivos legítimos', dijo Nuland. 'Ucrania los está atacando. Nosotros lo estamos apoyando'.

Ahora, con el envío de cazas F-16, Estados Unidos ha cruzado la última de estas autoproclamadas líneas rojas.

Pero la guerra no goza del apoyo de la población. Sólo uno de cada cinco estadounidenses aprueba la ampliación de la participación de EEUU en la guerra, según una encuesta de la Universidad de Maryland.

Por esta razón, el gobierno de Biden ha mentido sistemáticamente sobre sus planes para intensificar la guerra y ha tratado de encubrir sus medidas de escalada, planeadas desde hace tiempo, como respuestas improvisadas a la 'presión' pública de sus aliados de la OTAN y de los miembros del Congreso.

Esta fue la narrativa presentada una y otra vez en los medios de comunicación estadounidenses. 'Durante más de un año, el santo grial de Kiev ha sido poner F-16 en los cielos de Ucrania para utilizarlos contra Rusia... De repente, el presidente Biden ha dicho que sí', escribió el Washington Post.

'El cambio de rumbo, según funcionarios estadounidenses, europeos y ucranianos, es el resultado de la presión constante de los aliados, el Congreso y el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, que acaba de terminar sus visitas a las capitales europeas'.

Esta narrativa tiene una sola arruga, a saber, el hecho de que EE.UU. ha estado trabajando en planes para enviar cazas F-16 desde al menos julio de 2022. Ese mes, John Kirby, coordinador de comunicaciones estratégicas del Consejo de Seguridad Nacional, confirmó que el Pentágono está discutiendo 'proporcionar aviones de combate a los ucranianos', y el general de la Fuerza Aérea Charles Q. Brown Jr. afirmó que 'las discusiones están en curso' para enviar cazas de EE.UU. y la OTAN a Ucrania.

El anuncio de la Casa Blanca de que enviaría cazas F-16 a Ucrania, bajo la presión de una serie de derrotas militares, sienta las bases para una mayor escalada de la guerra, amenazando con un conflicto a gran escala entre los países con los dos mayores arsenales nucleares del mundo.

(Publicado originalmente en inglés el 19 de mayo 2023)