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El candidato fascistizante Javier Milei elegido presidente de Argentina

En la segunda ronda presidencial del domingo en Argentina, el candidato fascistizante Javier Milei derrotó al peronista Sergio Massa por el amplio margen de 55,69 por ciento contra 44,30 por ciento, o 3 millones de votos.

Javier Milei, octubre de 2022 [Photo by Vox España, via Wikimedia Commons]

Milei es una personalidad televisiva, promovida por los medios corporativos, cuyos arrebatos coléricos contra la “izquierda” y la clase trabajadora se han dirigido durante años a fomentar una base de apoyo en la población para las agresivas medidas de austeridad y la reacción fascista.

La votación fue un rechazo masivo tanto al Gobierno peronista del presidente Alberto Fernández como a Massa directamente, quien como ministro de Economía ha sido el rostro de las políticas de austeridad social y las devaluaciones del peso a instancias del FMI y la oligarquía corporativo-financiera.

Milei pudo sacar provecho del odio hacia los peronistas, que han gobernado Argentina durante la mayor parte de los 40 años transcurridos desde el final de la dictadura y son presentados falsamente como la “izquierda” por los medios de comunicación. Presentándose como la única oposición auténtica, la retórica de Milei amalgamó fraudulentamente a los funcionarios gubernamentales y las burocracias sindicales, junto con la clase trabajadora y el 40 por ciento de los argentinos que dependen de la asistencia social, tildándolos a todos por igual de “parásitos” y ladrones.

El estado de ánimo pesimista de muchos en las urnas fue resumido por un votante de Milei que dijo a los medios: “Mejor un loco que un ladrón”.

Milei ganó porque 6,5 millones de votantes, particularmente de las áreas de clase trabajadora en las ciudades más grandes, sumaron sus votos a Milei en la segunda vuelta, mientras que 8,3 millones de votantes, muchos de los cuales tradicionalmente habrían respaldado el peronismo, prefirieron abstenerse y arriesgarse a una multa en un país donde el voto es obligatorio.

Massa ganó en 24 de los municipios del cordón bonaerense de clase trabajadora donde el aparato peronista tiene más fuerza y que representa casi un tercio de los votantes a nivel nacional, pero Milei ganó en 16 de ellos, en comparación con ninguno en las primarias. Hubo bandazos aún mayores en las otras grandes ciudades: Córdoba (75 por ciento votó por Milei), Rosario (57,9 por ciento), Mar del Plata (56,7 por ciento), Tucumán (60,3 por ciento) y Mendoza (73 por ciento).

Massa solo sacó ventaja en la provincia de Buenos Aires y en las empobrecidas provincias norteñas de Formosa y Santiago del Estero, y el resto del país se volcó contra el peronismo.

La pseudoizquierda busca adormecer a los trabajadores

La mayoría de los trabajadores que votaron por Milei lo hicieron en protesta contra las políticas de los peronistas y no en apoyo de su política fascista. Sin embargo, sería un error criminal minimizar la amenaza que representa para la clase trabajadora lo que equivale a un movimiento fascista emergente entre las capas empobrecidas de la clase media argentina, que históricamente ha sido la más grande de América Latina.

Esto es lo que están haciendo los representantes pseudoizquierdistas de la complaciente clase media-alta. Están repitiendo los crímenes de sus predecesores, Nahuel Moreno y otros renegados del trotskismo, que desarmaron políticamente a la clase trabajadora antes de la dictadura fascista-militar, principalmente sembrando ilusiones en el Gobierno peronista y la burocracia sindical.

Estas fuerzas giran en torno al llamado Frente de Izquierda y Trabajadores – Unidad (FIT-U), un bloque electoral sin principios que durante mucho tiempo ha sido promovido como modelo por la pseudoizquierda en América Latina y Europa. Durante años, estos grupos han subordinado sistemáticamente las luchas de la clase trabajadora a la política capitalista a través de llamados a la burocracia sindical y a los políticos peronistas, y claramente no son vistos como una alternativa por los millones de trabajadores que rompen con el peronismo. El FIT-U obtuvo 722.061 votos en la primera vuelta, aproximadamente medio millón menos que en 2021.

Todos los partidos del FIT-U respaldaron a Massa, dijeron que no se oponían al voto a Massa o se habían unido previamente a un “frente único” con una facción de la coalición peronista gobernante.

Ahora, escriben que Milei es “débil” y tendrá que respetar la “democracia burguesa”, mientras que han dejado de referirse a él como “fascista”.

“El de Milei será un mandato con contradicciones y muchas debilidades”, tuiteó Nicolás del Caño, del morenista Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), cuya publicación La Izquierda Diario ya está alimentando ilusiones, sugiriendo que la burocracia sindical peronista luchará contra Milei: “¿Qué van a hacer ahora? ¿Se van a declarar en estado de alerta y convocar asambleas? Por sí o por no, señores”. El PTS luego dice que “exigirá a las conducciones sindicales que terminen con la pasividad y no empiecen a rosquear con Milei”.

Por su parte, Jorge Altamira, ahora al frente de una facción externa expulsada del Partido Obrero (PO) que fundó en 1964, declaró poco antes de la segunda vuelta: “Ahora dicen que la democracia está amenazada y nosotros decimos que de ninguna manera, porque la democracia está defendiendo los intereses capitalistas. El debate es otro”. Las élites gobernantes, añade, “pretenden arreglar el desbarajuste, por un lado, con un golpe de Estado económico después de las elecciones y valiéndose de la autoridad de un presidente electo y de un Congreso electo. No hay otra cosa en discusión”.

Tal discurso es miope y nacionalista, ignorando el ascenso de fuerzas fascistizante a nivel mundial. Refleja la posición de una capa social de aspirantes a políticos procapitalistas y burócratas sindicales, que se convencen fácilmente de que pueden seguir traicionando indefinidamente a los trabajadores, sin preocuparse de que sus acciones inevitablemente preparan el escenario para el fascismo.

La burguesía busca que Milei implemente un programa de reacción fascista

Un choque explosivo llegará más temprano que tarde, una vez que Milei se inaugure el 10 de diciembre, el 40 aniversario del fin de la dictadura militar. Sus políticas representan una amenaza existencial para la clase trabajadora, especialmente para aquellos sectores que dependen de la escasa asistencia social que Milei planea eliminar por completo.

Milei empuñó una motosierra en los mítines y prometió arrestar a los que protesten y “devolver la autoridad” a las fuerzas de seguridad, mientras repetía declaraciones que justificaban y minimizaban los asesinatos y torturas llevados a cabo por la dictadura militar fascista que gobernó Argentina de 1976 a 1983. Su campaña prometió aumentar el presupuesto militar del 0,6 por ciento del PIB al 2 por ciento y desplegar a los militares a nivel nacional.

En su discurso de aceptación, Milei dijo que actuaría con rapidez y amenazó con librar una guerra contra la clase trabajadora: “Sabemos que hay gente que se va a resistir: dentro de la ley todo, fuera de la ley nada”.

Por su parte, su compañera de fórmula Victoria Villarruel ha hecho su carrera minimizando y justificando el asesinato de decenas de miles de izquierdistas durante la dictadura, cuyas víctimas califica de “terroristas”. Respondiendo a manifestantes en su lugar de votación el domingo, dijo: “Es la primera vez que la hija de un militar llega a ser vicepresidente. No sé qué les puede molestar cuando ellos han tenido hijos de terroristas y terroristas en cargos de gobierno”.

La vicepresidenta electa Victoria Villarruel saluda a tropas en su lugar de votación, 19 de noviembre de 2023 [Photo: @VickyVillarruel]

Milei también ha dejado claro que actúa como un títere del imperialismo estadounidense, ondeando la bandera israelí en apoyo del genocidio sionista en Gaza y en apoyo de la campaña de guerra del eje Estados Unidos-OTAN contra Rusia, China e Irán. Oponiéndose a cualquier “mundo multipolar” que desafíe la hegemonía estadounidense, ha llegado a sugerir que cortará lazos con los principales socios comerciales de Argentina, Brasil y China, y que abandonará el BRICS, al que Argentina acaba de ingresar este año. También dijo que abandonaría el bloque económico sudamericano Mercosur, que estaba en proceso de finalizar un acuerdo comercial con la Unión Europea.

El Financial Times de Londres ha hecho numerosas advertencias, con titulares como “Argentina se tropieza de una locura a otra”, “Milei de Argentina enfrenta enormes obstáculos para gobernar” y “El perturbador dolarizador trae inestabilidad”. Pero deja claro lo que la City de Londres quiere de Milei, y este último artículo respalda la dolarización al tiempo que insiste en que los inversores solo se quedarán “ si el radicalismo es seguido rápidamente por la estabilidad ”.

En un artículo titulado “No llores por la Argentina de Milei”, el editor jefe de Bloomberg, John Authers, aplaude la declaración de Milei el domingo de que “no hay lugar para medidas graduales”, pero expresa escepticismo sobre el resultado del “gran experimento de economía libertaria” de Milei.

“La devaluación que se avecina y el tipo de austeridad que la acompañará es mucho pedir para cualquiera”, escribe el columnista.

En resumen, para la aristocracia financiera, una economía dolarizada que entrega el control monetario a la Reserva Federal de los Estados Unidos requiere medidas radicales para mantener las ganancias masivas de las altas tasas de interés y un peso barato que han predominado en los últimos años. A los inversores les gustaría que el peso fuera aún más barato, pero una economía dolarizada también exige recortes masivos de los salarios reales y el gasto social o la posibilidad de una fuga de capitales.

La clase dominante sabe que los recortes sociales más leves de los que exigen fueron la razón principal por la que los trabajadores argentinos se volcaron contra los peronistas, y el “pedido” de Wall Street es un régimen político acorde a la oposición masiva que provocarán sus políticas económicas.

León Trotsky escribió mordazmente en “Fascismo: qué es y cómo combatirlo” que el capitalismo acepta el riesgo de movilizar a la “pequeña burguesía enloquecida y las bandas del lumpenproletariado desclasado y desmoralizado” como tropas de choque contra la clase trabajadora para este propósito: “Del fascismo la burguesía exige un trabajo exhaustivo; una vez que ha recurrido a métodos de guerra civil, insiste en tener paz por un período de años”. Es decir, la “estabilidad” y la “gobernabilidad” exigidas por Wall Street y los sectores dominantes de la burguesía que ahora respaldan a Milei conducen a la guerra civil.

Al principio, su Gobierno tendrá que fortalecer el aparato represivo y depender de la burocracia sindical peronista y la pseudoizquierda para contener la lucha de clases y desgastar aún más y desarmar políticamente a los trabajadores.

América Latina ya vio un experimento libertario-fascista bajo la dictadura sangrienta de Augusto Pinochet en Chile (1973-1990), cuyas políticas fueron dirigidas por el economista Milton Friedman y sus discípulos, los “Chicago Boys”, junto con Friedrich Hayek. Estos son algunos de los ideólogos que Milei cita con mayor frecuencia como inspiración. En particular, Milei se ha referido a las declaraciones de Friedman, que aparecen en cartas a Pinochet, de que la inflación debe responderse con una “terapia de shock” que reduzca drásticamente el gasto público e induzca un desempleo masivo, eliminando cualquier control sobre los precios y los salarios.

De manera similar, el dictador militar-fascista argentino Jorge Rafael Videla (1976-1981) eliminó los controles de precios, redujo los impuestos a las exportaciones e impuso una depreciación masiva de la moneda, al tiempo que congeló los salarios, prohibió las huelgas y promovió una desindustrialización y financiarización masivas de la economía. El resultado fue un desempleo masivo y la reducción de la participación de los salarios en el ingreso nacional del 43 por ciento al 25 por ciento en dos años.

En la actualidad, el imperialismo se enfrenta a una creciente ola de huelgas y protestas desde abajo que superarán con creces el auge de 1968-1975 que estas dictaduras ayudaron a aplastar. Las principales potencias también se están preparando para una tercera guerra mundial, disputando áreas y recursos estratégicos en un nuevo reparto y recolonización del mundo. En Argentina, el imperialismo necesita asegurar el control sobre el litio, el gas natural, la soja, el maíz y otros cultivos, e intensificar la explotación de los trabajadores, mientras saquea las pensiones y otros activos.

La tarea decisiva para enfrentar esta embestida es la construcción de secciones del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) como una nueva dirección internacionalista y revolucionaria en la clase trabajadora en Argentina, América Latina en su conjunto y más allá, para poner fin a la causa del fascismo, el genocidio y la guerra: el sistema capitalista de ganancias.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 21 de noviembre de 2023)

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