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Perspectiva

El aparato sindical del UAW respalda al criminal de guerra en la Casa Blanca

El miércoles, el sindicato United Auto Workers dio su apoyo a la campaña de reelección del presidente Joe Biden en su conferencia de acción política nacional en Washington D.C. Mediante su respaldo, la burocracia del UAW está consolidando su unidad con el detestado criminal de guerra en la Casa Blanca que está coordinando el genocidio israelí en Gaza.

El presidente Joe Biden es saludado por Shawn Fain, presidente del sindicato United Auto Workers, cuando llega a la convención política del UAW, 24 de enero de 2024, Washington D.C. [AP Photo/Alex Brandon]

El respaldo provocó gran oposición, incluso de manifestantes que interrumpieron el discurso de Biden para cantar “cese al fuego ahora”. Estos miembros del UAW, que incluían a trabajadores académicos de las Universidades de Columbia y Northeastern, fueron rápidamente rodeados por matones fascistizantes del UAW y agentes del Servicio Secreto que les arrebataron su bandera palestina y los sacaron a la fuerza tomados por los brazos. Mientras esto ocurría, los burócratas del UAW gritaban “U-A-W, U-A-W” para silenciar las voces de los manifestantes.

Debido a la gran oposición de los trabajadores a la masacre apoyada por EE.UU. en Gaza, el mes pasado el UAW se vio obligado a adoptar una resolución inocua pidiendo a Biden que exigiera un cese al fuego. Pero esto no fue más que un ardid hipócrita diseñado por el director comunicacional Jonah Furman, el director del Distrito 9A, Brandon Mancilla, entre otros miembros de los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés) para ofrecerle al presidente del UAW, Shawn Fain, una cubierta contra la guerra.

Cuando introducía a Biden, Fain predeciblemente guardó silencio sobre Gaza o la expansión de las guerras del presidente contra Rusia y China, que amenazan a la humanidad con una aniquilación nuclear. En cambio, pretendió que los trabajadores podrían aumentar sus salarios, asegurar su jubilación y luchar contra la desigualdad social sin librar una lucha contra la guerra.

Afirmó que Biden, quien ha trabajado toda su vida como una herramienta de Wall Street y “senador para Dupont”, se enfrentaría a “la clase de milmillonarios” y lucharía por “la justicia económica y social”.

Pero la realidad es que la clase dominante estadounidense está librando una guerra en dos frentes, apoyada tanto por el Partido Demócrata como por el Partido Republicano. Una busca derrotar a sus rivales geopolíticos, principalmente Rusia y China, y subyugar los recursos y a las personas del mundo ante la hegemonía global del imperialismo estadounidense. La otra es una guerra de clases en casa para empobrecer a la clase trabajadora e imponer el tipo de austeridad y disciplina laboral autoritaria necesaria para financiar y producir las armas para la Tercera Guerra Mundial.

En otras palabras, la guerra tiene el carácter de una guerra civil contra la clase trabajadora, en el extranjero y en el país. En este marco, los apparatchiks que integran el aparato sindical sirven de policía laboral, por lo que son bien compensados. Este es el caso no solo en el UAW, sino también en los sindicatos ferroviarios, el de Teamsters, y la confederación AFL-CIO en su conjunto, como se ha demostrado ampliamente en una experiencia tras otra.

Para sofocar la oposición, Biden ha promovido una estrategia corporativista de integrar la burocracia sindical con los planes económicos para la guerra. En sus comentarios en la conferencia del UAW, Biden se refirió nuevamente a la alianza de la Segunda Guerra Mundial entre el UAW, la Administración de Roosevelt y las compañías automotrices para producir aviones de guerra, tanques y otras armas. Este llamado “arsenal de la democracia” implicaba la prohibición de todas las huelgas contra los que lucraban de la guerra.

En su discurso a la burocracia del UAW, Biden se quejó de que Trump había permitido que China dominara el mercado de vehículos eléctricos. En el pasado, dijo: “Las empresas estadounidenses buscaron la mano de obra más barata del mundo, enviaron esos empleos a esos trabajadores y nos devolvieron el producto. Pero ya no. Perdimos el miedo. Estamos fabricando productos aquí y enviándolos al extranjero. Resulta realmente importante que ustedes se aseguraron de que el otro futuro del mundo se construya en Estados Unidos”.

Estos comentarios desmienten que los convenios laborales del UAW con las empresas automotrices fueron victorias “históricas” para la clase trabajadora. De hecho, han allanado el camino para lo que será la mayor ola de cierres de plantas y despidos masivos desde la década de 1980, y una mayor caída en los salarios y las condiciones de los trabajadores automotores.

Desde la ratificación de estos acuerdos, las empresas automotrices han anunciado miles de despidos, “jubilaciones voluntarias” y la terminación permanente de unos 2.300 trabajadores temporales que, según Fain, iban a ser promovidos a tiempo completo en virtud de los nuevos contratos. Este es solo el comienzo de una masacre laboral que amenaza con destruir decenas de miles, si no cientos de miles, de empleos a medida que la industria automotriz lleva a cabo una transición a los vehículos eléctricos.

Los contratos del año pasado fueron el resultado de una conspiración de la burocracia del UAW, la patronal y el Gobierno de Biden contra los trabajadores automotores de base. En consulta con la Casa Blanca, el UAW llevó a cabo una fraudulenta huelga “stand-up” o “de pie” que nunca involucró a más de un tercio de los miembros del UAW y fue diseñada para desgastar la resistencia de las bases, no de la patronal.

A cambio de sus servicios, la Administración de Biden presionó a las empresas para que incorporaran al UAW en las nuevas plantas de baterías de vehículos eléctricos y ha vinculado la condición de contratar “mano de obra sindicalizada” a sus subsidios federales para la producción de vehículos eléctricos. Los contratos garantizan una nueva entrada de dinero de las cuotas a las arcas de la burocracia del UAW, mientras ésta colabora en la destrucción de empleos.

La lucha contra la explotación capitalista es inseparable de la lucha contra la guerra imperialista. Los trabajadores y los jóvenes deben oponerse al plan de conquista global de la clase dominante, que irá acompañado de una austeridad despiadada y la supresión de los derechos democráticos, independientemente de que el belicista Biden o el fascista Trump ocupen la Casa Blanca.

La lucha contra la explotación y la guerra imperialista solo es posible mediante el desarrollo de un movimiento políticamente independiente de la clase trabajadora, en oposición a los partidos controlados por las corporaciones, la burocracia sindical y el sistema capitalista que defienden.

La campaña de 2022 del trabajador de Mack Trucks y candidato socialista a presidente del UAW, Will Lehman, demostró que existe una poderosa base de apoyo entre los trabajadores automotores para el internacionalismo y el socialismo, y una lucha contra la guerra.

Lehman llamó a abolir la burocracia del UAW, transferir el poder a los trabajadores de base a través de la construcción de comités de base en cada fábrica, así como unir y coordinar las luchas de los trabajadores más allá de las fronteras a través de la expansión de la Alianza Internacional Obrera de Trabajadores de Comités de Base (AIO-CB).

Como candidato socialista e internacionalista, Lehman ganó casi 5.000 votos a pesar de los esfuerzos de la burocracia del UAW, respaldada por el Departamento de Trabajo de Biden, para evitar que los trabajadores supieran que se estaban llevando a cabo elecciones del todo.

En un video de TikTok de noviembre de 2023, visto cientos de miles de veces, Lehman respaldó el llamado de la Federación General de Sindicatos Palestinos pidiendo a los trabajadores del mundo que se negaran a construir y transportar armas a Israel y que tomaran medidas contra las empresas involucradas en la implementación del asedio brutal e ilegal de Israel.

Pero Fain y la burocracia del UAW han ignorado este llamado e intervenido para bloquear huelgas en General Dynamics, Allison Transmission y otras compañías que suministran armas a la maquinaria de guerra israelí. Ahora planean gastar millones de dólares en cuotas de los trabajadores para mantener a Biden en el poder.

La lucha contra la guerra y la explotación capitalista es la misma lucha. Exige romper el control de las burocracias sindicales proimperialistas, oponerse tanto a los demócratas como a los republicanos y desarrollar un poderoso movimiento contra la guerra basado en la clase obrera internacional y en la lucha por el socialismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 25 de enero de 2024)

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