Español
Perspectiva

El Gobierno de Biden exige $60 mil millones más para financiar la matanza en Ucrania

Soldados ucranianos disparan artillería hacia posiciones rusas en el frente de la guerra, cerca de Bajmut, región de Donetsk, Ucrania, 12 de agosto de 2023 [AP Photo]

Tras el colapso del proyecto de ley de $118 mil millones para financiar conjuntamente la guerra y la embestida contra los inmigrantes, el Gobierno de Biden está redoblando sus esfuerzos para garantizar la financiación de su principal prioridad: la guerra por delegación de EE.UU. y la OTAN contra Rusia para disputarse Ucrania.

El jueves, la legislación que financiaría solo la guerra superó un obstáculo de procedimiento en el Senado, gracias a 17 republicanos que se unieron a los demócratas para sacarla adelante. Mientras que el proyecto de ley también asigna $14 mil millones para apoyar el genocidio de Israel contra los palestinos y alrededor de $10 mil millones para preparar a Taiwán para la guerra con China, la mayor parte del gasto, $60,1 mil millones, está destinada a continuar la masacre en Ucrania contra Rusia.

A medida que la guerra de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia se acerca a su segundo aniversario, Washington está decidido a prolongar el conflicto, que ya se ha cobrado cientos de miles de vidas. A fin de subordinar a Rusia al estatus de semicolonia, EE.UU. y sus aliados imperialistas europeos están dispuestos a luchar hasta el último ucraniano.

Tras el espectacular fracaso de su “ofensiva de verano” en 2023, el régimen ucraniano de Zelenski se enfrenta a una calamidad militar y social. El ejército se está quedando sin soldados. Hay unidades diezmadas que tienen dificultadas para mantener las líneas defensivas contra los ataques rusos. Zelenski prepara un plan para reclutar a otros 500.000 ucranianos para utilizarlos como carne de cañón de los imperialistas. Las enconadas riñas entre facciones de la oligarquía ucraniana llevaron esta semana a Zelenski a destituir a Valerii Zaluzhnyi como comandante del ejército.

La crueldad con la que Washington está intensificando el conflicto está ligada al carácter imperialista de la guerra. El imperialismo estadounidense provocó sistemáticamente al régimen nacionalista oligárquico de Putin para que invadiera Ucrania en febrero de 2022 porque buscaba un pretexto para lanzar una guerra contra Rusia planeada desde hacía tiempo. Después de financiar y ayudar a organizar un golpe de Estado encabezado por fascistas en 2014 para instalar un régimen prooccidental en Kiev, Estados Unidos, Canadá y las potencias europeas vertieron enormes cantidades de armas en Ucrania y expandieron enormemente la presencia de la OTAN en toda Europa de este.

La centralidad de la guerra en relación con la geoestrategia imperialista queda subrayada por el alcance del apoyo financiero prestado a Kiev por las principales potencias. Según el Instituto Kiel para la Economía Mundial, Ucrania recibió un total de $247 mil millones en compromisos de ayuda militar, financiera y humanitaria entre el 24 de enero de 2022 y el 31 de octubre de 2023. El PIB anual del país en el último año anterior a la guerra, 2021, fue solo de $200 mil millones. En otras palabras, todo el Estado y la oligarquía corrupta están siendo financiados por las potencias imperialistas, que suministran las armas y la planificación estratégica y logística de la guerra.

El proyecto de ley de gasto militar se considera esencial para demostrar a los rivales de Washington su capacidad para seguir haciendo la guerra en todos los frentes. Como dijo el general retirado H.R. McMaster, asesor de Seguridad Nacional de Trump, refiriéndose a la urgencia de conseguir el respaldo del Congreso a los $60 mil millones para Ucrania:

El abandono de Kiev sería un regalo para el eje de agresores Moscú-Teherán-Beijing-Pyongyang. Los aliados y socios perderían la confianza en Estados Unidos al verse envalentonados esos agresores.

En el nivel más fundamental, la clase gobernante estadounidense está preocupada por la pérdida de “confianza” en su poder económico, que ha tratado de mantener durante las últimas tres décadas mediante el uso cada vez más agresivo de su indiscutible superioridad militar. La derrota de Ucrania en un conflicto en el que Estados Unidos y sus aliados europeos han invertido tanto supondría un duro golpe para esta agenda. El dominio del dólar, que permite al imperialismo estadounidense acumular increíbles sumas de deuda para financiar su maquinaria bélica, quedaría aún más seriamente en entredicho.

Pero también hay en juego preocupaciones económicas más inmediatas: asegurar los beneficios de los bancos y fondos de inversión implicados en el baño de sangre ucraniano. Más allá de la compra de nuevas armas, una parte sustancial de los $60 mil millones se destinará, de una forma u otra, a pagar sus comisiones.

Según el Wall Street Journal:

Los tenedores de bonos internacionales, incluidos MFS Investment Management, BlackRock y Fidelity Investments, acordaron el año pasado conceder a Ucrania una moratoria en el pago de unos $20 mil millones de deuda hasta mediados de 2024. El Ministerio de Finanzas espera reestructurar aún más los bonos el año que viene, lo que requiere pedir a los inversores reticentes que condonen parte de la deuda y canjeen el resto en nuevos títulos.

El Financial Times informó en junio:

BlackRock y JPMorgan Chase están ayudando al Gobierno ucraniano a crear un banco de reconstrucción para dirigir el capital semilla público hacia proyectos de reconstrucción que puedan atraer cientos de miles de millones de dólares de inversión privada.

JPMorgan Chase, el mayor banco del mundo con 3,7 billones de dólares en activos, ha estado muy involucrado en la dirección de la política en Ucrania. En un comunicado publicado por el banco en mayo de 2023, señalaba que el banco está “aportando su experiencia en estrategias de reestructuración, calificaciones de crédito soberano, gestión de activos de liquidez del gobierno y digitalización de la economía”.

Añadía que el banco también estaba trabajando para “identificar oportunidades para ayudar a Ucrania a establecer una estrecha conectividad económica con Europa, así como para crear una entidad que pueda dirigir y salvaguardar las inversiones del sector oficial y el privado, y facilitar los flujos comerciales”.

Tras haber invertido decenas de miles de millones de sus propios euros en respaldar al régimen ucraniano, los actuales aliados europeos de Washington también están decididos a garantizar la continuidad del apoyo estadounidense y están igualmente comprometidos a hacerse de su propia libra de carne.

El canciller alemán, Olaf Scholz, que se encuentra actualmente de visita en Washington para una reunión bilateral con Biden, publicó un comentario como invitado en el Wall Street Journal. Justo una semana después de que la Unión Europea aprobara otros $50 mil millones de euros ($54 mil millones de dólares) de ayuda financiera para Kiev, Scholz se jactó de que las potencias europeas han sido “el mayor apoyo financiero de Ucrania, habiendo aportado más de $91 mil millones de dólares desde el comienzo de la guerra, seguidas de Estados Unidos”.

Y concluyó:

A pesar de nuestro apoyo, Ucrania podría enfrentarse pronto a una grave escasez de armas y municiones. Algunos compromisos financieros ya se han agotado, y otros deben prorrogarse. Las consecuencias y los costes a largo plazo de no detener la agresión de Putin eclipsarían cualquiera de las inversiones que estamos haciendo ahora.

Como todas las guerras, la guerra de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia en Ucrania está creando oportunidades de oro para que los parásitos capitalistas conviertan la sangre humana en dólares y euros. Los trabajadores no tienen ningún interés en apoyar a las burguesías estadounidense o europea en su pugna por determinar quién adquiere la mayor parte del botín.

El reaccionario régimen nacionalista de Putin no ofrece ninguna alternativa a las ansias de ganancias y saqueo de los imperialistas. Por el contrario, el callejón sin salida histórico de la oligarquía capitalista rusa, que debe su poder al desmantelamiento de la Unión Soviética por parte de la burocracia estalinista, fue demostrado por el hecho de que no tenía nada que ofrecer en respuesta a las provocaciones de los imperialistas sobre Ucrania salvo la violencia militar y la promoción del chovinismo ruso.

Poner fin al baño de sangre en Ucrania solo puede lograrse mediante la unificación internacional de la clase obrera en Rusia, Ucrania, Estados Unidos, Europa y más allá sobre la base de una lucha por poner fin al capitalismo, que es la causa fundamental de la guerra y la barbarie imperialistas.

Los extremos a los que están dispuestos a llegar los imperialistas no solo se han demostrado en el número de muertos en Ucrania, sino también en su apoyo unánime al genocidio de Israel contra los palestinos. Estas muestras abiertas de salvajismo ya han llevado a protestas de millones en todo el mundo. La movilización de la enorme oposición que existe en la clase obrera a la guerra imperialista solo es posible contraponiendo el programa de la revolución socialista mundial a la catástrofe del reparto del mundo entre Estados nación capitalistas rivales.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 8 de febrero de 2024)

Loading