Español

Tras denunciar el genocidio en Gaza, Lula acoge al emisario del “Genocida Joe” en Brasilia

Las declaraciones del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT), durante un viaje diplomático a África, denunciando el carácter genocida de la guerra israelí en Gaza, han provocado repercusiones internacionales.

El secretario de Estado estadounidense Anthony Blinken se reúne con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva [Photo: US Department of State]

Durante una conferencia de prensa en Etiopía el 18 de febrero, Lula comparó la masacre de palestinos por parte de Israel con el exterminio de judíos europeos por parte del Tercer Reich nazi: “Lo que le está sucediendo al pueblo palestino en la Franja de Gaza no ha ocurrido en ningún otro momento de la historia. De hecho, así fue cuando Hitler decidió matar a los judíos”.

El viaje de Lula a Egipto y Etiopía, países que recientemente se unieron al grupo BRICS, fue promovido por el gobierno del PT como un hito en la política exterior brasileña en África, encaminada a fortalecer la influencia política del llamado Sur Global.

Las declaraciones de Lula provocaron una avalancha de condenas por contradecir la narrativa oficial impuesta por el imperialismo estadounidense y europeo que defiende la masacre en Gaza con el argumento fraudulento de que Israel está librando una guerra “defensiva”.

El gobierno fascista israelí de Benjamín Netanyahu, que desempeña el papel de “perro rabioso” del imperialismo mundial en Medio Oriente, respondió a las declaraciones de Lula con una serie de ataques abusivos contra el gobierno brasileño. Tras convocar al embajador brasileño para una humillante reprimenda en el Museo del Holocausto en Jerusalén, el Gobierno israelí declaró a Lula “persona non grata” y lo calificó de “negacionista del Holocausto”.

En Brasil, Lula se convirtió en el blanco de una campaña generalizada por parte de la prensa y amplios sectores del establishment político basada en acusaciones histéricas de “antisemitismo” y exigencias de que el presidente se retracte.

Los aliados del expresidente fascista de Brasil, Jair Bolsonaro, quién enfrenta un proceso por intento de golpe de Estado, utilizaron el episodio para lanzar una petición de juicio político contra Lula en el Congreso brasileño basándose en la acusación de “antisemitismo”. Estas fuerzas fascistas cultivan estrechas relaciones con el gobierno israelí, que continúa promoviendo a Bolsonaro como el principal representante de sus intereses en la política brasileña.

El baño de sangre promovido por Israel y sus partidarios imperialistas en Gaza, acompañado por la rehabilitación del fascismo y todas las formas de reacción política en todo el mundo, está provocando continuas oleadas de oposición masiva entre la clase trabajadora y la juventud a nivel internacional.

Mientras Israel se prepara para un ataque militar contra Rafah, en el sur de la Franja de Gaza, que intensificará drásticamente el exterminio y la limpieza étnica de los palestinos, estallaron protestas masivas en todo el mundo. Más de 250.000 personas salieron a las calles de Londres el fin de semana pasado. En Estados Unidos, sectores cada vez mayores de la población identifican al presidente Biden como “Joe, el genocida” debido a su principal responsabilidad en la guerra. Sus apariciones públicas se han convertido en motivo de constantes protestas durante los últimos meses.

La región norteafricana, visitada por Lula durante su viaje, ha sido escenario de protestas de millones de trabajadores. Opuestos a las políticas de conciliación entre los despóticos regímenes árabes y Netanyahu, han exigido que sus gobiernos abandonen todas las relaciones con Israel desde que comenzaron los bombardeos.

En estas condiciones explosivas, las declaraciones de Lula no son más que un intento cínico de aprovecharse de la ira popular masiva contra la guerra criminal en Gaza. Con una carrera política de más de medio siglo dedicada a traicionar las luchas de la clase trabajadora, el exlíder sindical y tres veces presidente de Brasil lamenta las atrocidades contra los palestinos mientras en la práctica encubre a sus principales perpetradores.

En respuesta a uno de los peores crímenes de la historia moderna, Lula defiende la fallida “solución de dos Estados”, utilizada durante todo el período de posguerra para bloquear una lucha combinada de la clase trabajadora y los pueblos oprimidos de la región contra el imperialismo y la burguesías árabe e israelí.

Esta “solución” sigue los mismos principios ilusorios que la propuesta de Lula de poner fin a la guerra en Ucrania formando un “club de paz” que reúna a Estados Unidos, sus aliados de la OTAN, Rusia y China. Supuestamente, todo lo que se necesitaría es suficiente presión sobre Washington y las capitales europeas para que abandonen su ya avanzada campaña de guerra global como si todo fuera simplemente un gran malentendido.

El carácter inútil de la perspectiva de Lula quedó expuesto por el mismo contexto en el que comenzó sus denuncias de la guerra en Gaza, acompañado por el dictador egipcio Abdel Fatah al-Sisi. Esa misma semana, la prensa reveló que al-Sisi, el “carnicero de El Cairo”, estaba discutiendo la construcción de campos de concentración en el desierto para palestinos expulsados por Israel de sus territorios, colaborando con la operación sionista de limpieza étnica.

En la misma ocasión, Lula dijo que “Brasil condenó enérgicamente la posición de Hamás en el ataque a Israel y el secuestro de cientos de personas y lo calificamos de acto terrorista”, dando crédito a la espuria afirmación del gobierno de Netanyahu de “derecho de autodefensa” que ha sido usado para justificar el bombardeo de hospitales, escuelas y toda la infraestructura civil de Gaza.

Pero la hipocresía de la postura de Lula como héroe de los palestinos y de todos los pueblos oprimidos por el imperialismo quedó más plenamente expuesta en su reunión amistosa con el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, durante la cumbre de ministros de Asuntos Exteriores del G20 en Brasil, pocos días después de su visita a África.

En su reunión con el principal representante diplomático de Washington, Lula no sólo se limitó a enfatizar sus puntos de vista e intereses comunes con la administración Biden, sino que buscó presentar al imperialismo estadounidense, principal promotor del genocidio palestino, de la guerra en Ucrania y de los crecientes conflictos por todo el mundo, como actor de la paz mundial. Lula tuiteó sobre su discusión con Blinken: “Hablamos de @g20org, la iniciativa para la mejora de las condiciones de los trabajadores que lanzamos con el presidente Biden, la protección del medio ambiente, la transición energética, la ampliación de las inversiones y los lazos de cooperación entre nuestros países y sobre la paz en Ucrania y Gaza”.

Al encubrir el papel central de la administración Biden y el imperialismo estadounidense en la masacre en Gaza y la transformación de prácticamente todos los rincones del mundo en una zona de guerra, Lula realiza un servicio criminal contra la clase trabajadora internacional. Precisamente por esto, las organizaciones pseudoizquierdistas de clase media en Brasil y a nivel internacional se han unido en defensa de Lula y su reaccionaria perspectiva nacionalista burguesa.

La revista Jacobin, respaldada por los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, siglas en inglés), elogió las declaraciones de Lula, retratándolo como el “líder del Sur Global” que “allanó el camino en América Latina al responsabilizar a Israel”. Al contrastar su postura con lo que llamaron la “complicidad vergonzosa” de la administración Biden, Jacobin enalteció a Lula cuando exige que Estados Unidos se convierta en uno de los “actores de la paz” en lugar de “promotores de la guerra”. Los desvaríos intrascendentes de Lula ayudan convenientemente al DSA, una facción del Partido Demócrata, a lavarse las manos después de respaldar los crímenes del imperialismo estadounidense en Gaza y Ucrania, y a fomentar ilusiones sobre una reorientación pacifista de la política de Washington.

Mientras Jacobin elogia abiertamente a Lula como el gran líder de la “izquierda” mundial, otros sectores de la pseudoizquierda buscan presentarse falsamente como una oposición de izquierda al presidente brasileño exigiéndole que adopte medidas más radicales.

Esta postura fue ejemplificada por los morenistas brasileños del Partido Socialista Unificado de los Trabajadores (PSTU). En respuesta a las declaraciones de Lula y sus repercusiones, el PSTU lanzó la campaña “¡Lula debe romper relaciones con Israel, ahora!”, afirmando que tiene “razón al denunciar el genocidio, pero debemos ir más allá de las palabras”. A pesar de parecer radical, esta demanda es simplemente una variación ultraizquierdista de una perspectiva nacionalista burguesa reaccionaria en respuesta a la crisis del imperialismo.

Estas diferentes tendencias pseudoizquierdistas desempeñan sus papeles específicos en una división del trabajo político dirigida a desorientar a la clase trabajadora internacional. Las ilusiones que fomentan en una respuesta liderada por el llamado Sur Global al feroz imperialismo estadounidense y europeo, ya sea a través de medios pacifistas o agresivos, se basan en los intereses de clase de las burguesías nacionales de estos países en su búsqueda por alcanzar una acomodación mutuamente lucrativa con el imperialismo.

Lula representa a sectores de las elites gobernantes brasileñas y latinoamericanas que, basándose en las relaciones económicas y comerciales desarrolladas especialmente con China durante las últimas décadas y aceleradas bajo la Iniciativa de la Franja y la Ruta, tienen expectativas de consolidar estas relaciones bajo un nuevo orden “multipolar”. En Etiopía, Lula sostuvo que “la consolidación de los BRICS como principal foro de los países emergentes es un innegable paso adelante”.

Contrariamente a estas ilusiones, la relativa disminución de la influencia económica de los Estados Unidos está siendo respondida con una explosión de violencia imperialista en una escala aún mayor que en las dos guerras mundiales, como ya se ha demostrado. Este rumbo sólo puede cambiarse derrocando el sistema capitalista mundial, la causa fundamental de todos los males fundamentales de la sociedad global.

La cuestión crucial es construir un movimiento políticamente consciente y unificado en la clase trabajadora internacional contra la guerra y a favor del socialismo. Un movimiento así tiene en Lula y los representantes burgueses del “Sur Global” no aliados, sino enemigos feroces, cuyo miedo al movimiento revolucionario de la clase trabajadora excede con creces su fingida oposición a los crímenes del imperialismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 29 de febrero de 2024)

Loading