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Perspectiva

Julian Assange está libre pero la lucha por defender los derechos democráticos sigue

El lunes, Julian Assange dejó la prisión de Belmarsh en Reino Unido como un hombre libre, después de cinco años de encarcelamiento y casi 15 años de persecución por una cábala de Gobiernos imperialistas encabezados por Estados Unidos que lo persiguieron por exponer sus crímenes. Esta tarde, un tribunal estadounidense en las Islas Marianas del Norte autorizó un acuerdo de culpabilidad que pone fin al intento estadounidense de extraditar a Assange, quien regresó a Australia. 

Julian Assange deja el tribunal federal en Saipán, Islas Marianas del Norte, 26 de junio de 2024 [AP Photo/Eugene Hoshiko]

Assange será visto por siempre por futuras generaciones como un luchador por la libre expresión y los derechos democráticos. Su persecución, en cambio, será recordada como una de las cacerías de brujas más crueles en la historia moderna. 

El World Socialist Web Site (WSWS) envía sus saludos y felicitaciones más calurosas a Julian Assange por su liberación. También felicitamos a todos los que han desempeñado un papel destacado en la batalla contra su persecución. Ante todo, están su esposa Stella Assange, su padre John Shipton y su hermano Gabriel Shipton. 

Entre los defensores públicos más importantes de Assange se han encontrado el músico Roger Waters y el activista de derechos humanos Craig Murray. Lamentamos que el valiente periodista John Pilger, quien luchó sin cuartel por la liberación de Assange, no vivió para ver este día, ni el famoso denunciante Daniel Ellsberg. 

La decisión del Gobierno de Biden de liberar a Assange representa un importante repliegue político y una admisión en efecto del Gobierno estadounidense de que el caso en su contra fue un fraude desde el comienzo. La Casa Blanca tomó la cuidadosa estimación de que una farsa judicial política de un valiente periodista en Estados Unidos desenmascararía el fraude de que el imperialismo estadounidense está librando guerras en todo el mundo en nombre de la “democracia”. 

La persecución de Assange ha sido una vil campaña de mentiras y difamación. Cuatro Gobiernos sucesivos, los de Bush, Obama, Trump y Biden, intentaron silenciar a este valiente periodista. 

Julian Assange fundó WikiLeaks en 2006, tras la invasión ilegal estadounidense de Irak y Afganistán durante la “guerra contra el terrorismo”. WikiLeaks fue una iniciativa audaz y efectiva para utilizar la tecnología de la información para hacer lo que se supone que deben hacer los periodistas serios: exponer actos ilegales que el Gobierno quiere mantener ocultos.

En 2010, Julian Assange y WikiLeaks publicaron una serie de documentos que revelaban crímenes de guerra desenfrenados por parte del ejército estadounidense. “Los Archivos de la guerra de Irak” y “El diario de la guerra de Afganistán” fueron las exposiciones más completas de la criminalidad imperialista desde los Papeles del Pentágono de la década de 1970.

“Los Archivos de la guerra de Irak” detallaban el asesinato de 66.081 civiles por parte de las fuerzas estadounidenses como parte de la invasión y ocupación de Irak. WikiLeaks también publicó el video “Asesinato colateral”, que mostraba la masacre de más de una docena de civiles desarmados, incluidos dos periodistas de Reuters, en Irak por parte de las fuerzas estadounidenses. 

En noviembre de 2010, WikiLeaks comenzó a publicar extractos de cientos de miles de cables diplomáticos estadounidenses. Estos expusieron la ilegalidad diaria de la política imperialista, incluida la conspiración de golpes de Estado, el soborno de políticos extranjeros como activos secretos de los Estados Unidos y otros ataques a la democracia en todo el mundo.

En respuesta, las agencias de inteligencia de Estados Unidos instigaron una campaña para destruir a Julian Assange, como parte de un esfuerzo sistemático para purgar los medios de comunicación independientes y orquestar la integración total de los medios de comunicación con el aparato de seguridad nacional de Estados Unidos.

Assange fue blanco de una trama organizada por el Estado. La manera en que se inició tiene particular importancia. Con el fin de crear una audiencia para la persecución de Assange, se buscó ensuciar completamente su reputación. El Estado hizo un uso calculado de la política de género pseudoizquierdista de la clase media-alta acomodada, que insistía en que las acusaciones de agresión sexual debían ser creídas incluso cuando eran obvios engaños patrocinados por el Estado.

El periódico británico The Guardian, que sirvió como un medio para las capas de clase media enamoradas de la política de identidades, hizo todo lo posible para dar legitimidad a estas acusaciones.

En diciembre de 2010, los fiscales suecos abrieron un caso contra Assange sobre la base de acusaciones fabricadas de conducta sexual inapropiada, todas las cuales fueron retiradas posteriormente. Los esfuerzos de las autoridades suecas para extraditar a Assange, desde donde podría ser extraditado a los Estados Unidos, lo obligaron a buscar refugio en la Embajada de Ecuador en Londres en 2012.

La International Socialist Organization (ISO; Organización Socialista Internacional) exigió en 2012 que el público “tome en serio estas acusaciones de violación contra Assange”. Socialist Alternative (Alternativa Socialista) insistió en que “las acusaciones graves de violación” contra Assange “deben ser investigadas”.

La caza de brujas contra Julian Assange se llevó a cabo junto con la campaña vengativa para arrestar y procesar a Edward Snowden, quien solo evitó caer en la misma situación que Assange huyendo a Rusia, y Chelsea Manning, quien fue encarcelada durante siete años por la Administración de Obama.

En 2016, WikiLeaks publicó los correos electrónicos de Podesta, que documentaban los esfuerzos sistemáticos del Partido Demócrata para manipular las primarias de 2016 en detrimento de Bernie Sanders y en beneficio de Hillary Clinton. En respuesta a las revelaciones, Debbie Wasserman Schultz, presidenta del Comité Nacional Demócrata, renunció en desgracia.

Pero el Partido Demócrata lanzó un contraataque, acusando falsamente a WikiLeaks de “conspirar” con el Gobierno ruso para influir en las elecciones presidenciales de 2016. Después de la derrota de Hillary Clinton ante Donald Trump en 2016, el establishment demócrata y los medios de comunicación estadounidenses se volvieron, si es posible, aún más brutalmente hostiles hacia Assange.

La campaña sistemática de años de la prensa estadounidense y la pseudoizquierda para envenenar la opinión pública contra Assange sentó las bases para que la Administración de Trump acusara formalmente a Assange de espionaje en 2018. En abril de 2019, la policía británica irrumpió en la Embajada ecuatoriana y arrastró a Assange a la prisión de Belmarsh, donde estuvo encarcelado durante cinco años.

El New York Times, el Washington Post y el Wall Street Journal respaldaron con entusiasmo el arresto y una extradición de Assange a los Estados Unidos. El Washington Post de Jeff Bezos fue el más explícito, declarando que Assange “debía desde hace mucho rendir cuentas personalmente”.

El New York Times elogió su arresto y declaró: “El Gobierno ha dado un buen primer paso al acusar a Assange de un crimen indiscutible”. The Guardian encabezó la manada con una calumnia vengativa, afirmando falsa y absurdamente que Assange se había reunido con el ayudante de campaña de Trump, Paul Manafort.

Todos los principales periódicos burgueses se arrojaron al lodo para desacreditar a Assange, repitiendo las mentiras del Gobierno. Ninguna denuncia era demasiado grotesca.

Jeremy Corbyn, que se hace pasar por partidario y defensor de Assange, guardó casi un completo silencio sobre el encarcelamiento de Assange en la prisión de Belmarsh durante su tiempo como líder del Partido Laborista de 2015 a 2020.

En contraste con las organizaciones pseudoizquierdistas que se unieron a la caza de brujas o no dijeron nada, el movimiento trotskista, el WSWS y el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI), lanzaron una campaña para movilizar el apoyo dentro de la clase trabajadora a escala internacional. Como movimiento que ha experimentado muchas persecuciones, inmediatamente nos solidarizamos con Assange. Estamos inmensamente orgullosos de nuestra contribución a su defensa. 

En cientos de artículos, el WSWS expuso la caza de brujas derechista contra Assange. Nuestros artículos sobre la persecución de Assange se leyeron cientos de miles de veces. El WSWS y el CICI organizaron mítines en todo el mundo, con la participación de cientos de participantes y periodistas destacados, como Pilger, como oradores. En 2018, celebramos el seminario web “Organizando la resistencia a la censura en Internet”, al que Assange envió saludos poco antes de que se cortara su acceso a Internet en la Embajada ecuatoriana. (Se puede acceder a una selección de estos artículos aquí).

Aunque Assange es libre, la ofensiva capitalista global contra los derechos democráticos solo se está acelerando. Por cada retirada táctica del imperialismo, hay un contraataque más brutal. Hay que oponerse a cualquier ilusión de que la decisión de la Administración de Biden de liberar a Assange fue motivada por principios democráticos o que el peligro para los derechos democráticos ha pasado. La verdad es que, mientras existan estas condiciones, Assange nunca estará fuera de peligro.

De hecho, al torturar efectivamente a un periodista para que admita que violó la Ley de Espionaje mediante la difusión de información verdadera de interés público, el Gobierno de Biden ha sentado un nuevo precedente peligroso para el ataque a la libertad de prensa.

Las condiciones subyacentes y fundamentales detrás de la persecución de Assange, la guerra global y los niveles extremos de desigualdad social, no solo persisten, sino que se están intensificando. Las potencias de Estados Unidos y la OTAN han respaldado un genocidio en Gaza que ha matado a más de 47.000 palestinos. Los planes están en marcha para una escalada masiva de la guerra entre Estados Unidos y la OTAN contra Rusia en Ucrania, incluido el despliegue directo de tropas de la OTAN.

En Ucrania, Bogdan Syrotiuk, el valiente luchador por el socialismo y opositor a la guerra, ha sido encarcelado por oponerse al régimen de Zelenski. El Gobierno de Biden ha emprendido una campaña para criminalizar la oposición al genocidio en Gaza, llevando a cabo miles de arrestos violentos de manifestantes pacíficos.

Durante su campaña para liberar a Assange, el WSWS explicó que la lucha por los derechos democráticos debe estar arraigada en la clase trabajadora y conectada con la lucha por el socialismo y contra la guerra imperialista. Esta lección central se vuelve cada vez más significativa en medio de una creciente guerra imperialista global: la lucha por defender los derechos democráticos es inseparable de la lucha contra el sistema capitalista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 25 de junio de 2024)

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