Español
Perspectiva

Trump amenaza con una represión militar contra el “enemigo interno”

En una serie de entrevistas y declaraciones públicas desde el domingo, el candidato presidencial republicano Donald Trump ha expandido sus amenazas de represión violenta, que inicialmente concentraba en los inmigrantes, a amplios sectores de la clase trabajadora, la juventud, el Partido Demócrata y prácticamente cualquiera que se oponga a sus políticas fascistizantes.

Nominado presidencial republicano y expresidente Donald Trump se pronuncia en un evento de campaña en el Cobb Energy Performing Arts Centre, 15 de octubre [AP Photo/Alex Brandon]

Las últimas amenazas comenzaron en el programa de Fox “Sunday Morning Futures”, donde Trump le dijo a la presentadora Maria Bartiromo que “los lunáticos de la izquierda radical” representan una mayor amenaza para Estados Unidos que cualquier poder extranjero, y que la Guardia Nacional o el ejército regular necesitarán ser movilizados en su contra.

“Siempre lo he dicho, tenemos dos enemigos”, comentó, “Tenemos al enemigo externo y tenemos al enemigo interno, y el enemigo interno, en mi opinión, es mucho más peligroso que China, Rusia y todos estos países”.

Trump destacó al representante Adam Schiff de California y a la expresidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, calificándolos de “malvados” y “peligrosos” en una reunión electoral el martes por la noche. “Son marxistas, comunistas y fascistas, y están enfermos”, afirmó. Declaró que lidiar con los enemigos extranjeros era importante, pero “las más difíciles son, ya sabes, las Pelosi, estas personas están tan enfermas y son tan malvadas”.

Afirmar que políticos de derecha como Schiff, Pelosi, Kamala Harris y el presidente Joe Biden son defensores del socialismo y el marxismo podría parecer un síntoma de un declive mental de Trump, de 78 años. Pero tales acusaciones son un elemento básico del ala fascista de la clase capitalista, para quien incluso un apoyo fingido por la clase trabajadora se considera una incitación a la revolución.

El precandidato presidencial republicano reiteró este martes sus amenazas ante una audiencia de empresarios en el Club Económico de Chicago, donde se negó a comprometerse a reconocer los resultados de las elecciones y volvió a reiterar su deseo de usar la fuerza militar contra sus oponentes. Cuando el moderador de Bloomberg News, John Micklethwait, le preguntó si apoyaría una transferencia pacífica del poder, Trump respondió que, en 2020, “hubo una transferencia pacífica del poder”. Se refería al hecho de que salió de Washington el 20 de enero, cuando Biden estaba siendo investido, porque su intento de golpe de Estado había fracasado el 6 de enero.

Anteriormente, en un mitin el sábado por la noche en Coachella, California, Trump describió el plan de su “Operación Aurora” para llevar a cabo deportaciones masivas de inmigrantes. “Somos como un país ocupado”, dijo, y añadió que el 5 de noviembre, el día de las elecciones, sería el “día de la liberación”. Ese lenguaje de Trump ya ha sido el precursor de violencia. Durante los encierros por COVID, cuando llamó a sus partidarios a “liberar Michigan” y varios otros estados, los fascistas armados con armas semiautomáticas se movilizaron en el capitolio estatal en Lansing y en otros lugares.

El New York Times informó, con evidente alarma, que “nunca antes un candidato presidencial, y mucho menos un expresidente, había sugerido abiertamente el uso de los militares contra ciudadanos estadounidenses simplemente porque se oponen a su candidatura. A medida que intensifica sus amenazas de represalias políticas, Trump ofrece a los votantes la opción de una forma de gobierno estadounidense muy diferente y mucho menos democrática”.

Contrario a lo que dice el Times, Trump no está ofreciendo a los votantes esto como una “opción”. Está comunicando a sus aliados en el aparato militar y de inteligencia, la Corte Suprema y en los círculos fascistas y milicianos que deben prepararse para intervenir, ya sea durante o inmediatamente después de las elecciones, para robarse las elecciones y negar cualquier opción a los votantes.,

Las declaraciones de Trump se producen poco después de la publicación de un nuevo libro, War, del veterano periodista del Washington Post, Bob Woodward, que incluye entrevistas con varias figuras destacadas en la capital estadounidense sobre los planes de dictadura de Trump. El general Mark Milley, nominado por Trump como jefe del Estado Mayor Conjunto en 2019, le dijo a Woodward que el ex comandante en jefe era “un fascista hasta la médula”.

A través de su apoyo público a un autoritarismo violento, Trump está respondiendo a las órdenes de sus partidarios multimillonarios que recientemente inyectaron $220 millones en su campaña, cuando se estaba quedando considerablemente por detrás de la candidata demócrata Harris en materia de recaudación de fondos. Esto incluye $75 millones de Elon Musk, quien ha comenzado una serie de eventos públicos de campaña para Trump, así como el ultraderechista y multimillonario de la industria de la paquetería, Richard Uihlein y la multimillonaria sionista Miriam Adelson, viuda de un magnate de casinos de Las Vegas.

Este sector de la élite gobernante estadounidense está claramente alarmado por el movimiento en desarrollo de trabajadores y jóvenes contra las políticas de guerra imperialista, austeridad económica y ataques a los derechos democráticos. Observan eventos como la huelga de trabajadores de Boeing y las protestas estudiantiles contra el genocidio estadounidense-israelí en Gaza, y tienen, razonablemente, pesadillas sobre una revolución social.

La oposición nominal, compuesta por Harris, Biden y los demócratas, está tan ferozmente comprometida con el programa de la élite gobernante capitalista como Trump y los republicanos. Abogan solo por una táctica diferente de apoyarse en los sindicatos para sofocar la lucha de clases y en los grupos y figuras pseudoizquierdistas como Alexandria Ocasio-Cortez para engañar y desorientar a los que se oponen a la guerra imperialista y al genocidio.

Este acuerdo de clase fundamental explica la respuesta poco entusiasta y cobarde de los demócratas a las amenazas de violencia y represión masiva de Trump. Durante semanas, después de que el presidente saliente Biden advirtiera en la Convención Nacional Demócrata que Trump no aceptaría los resultados de las elecciones de 2024, la campaña de Harris-Walz ha minimizado la amenaza fascista.

Solo esta semana, en un mitin en Erie, Pensilvania, el lunes, Harris se concentró en el llamado de Trump para usar a la Guardia Nacional o el ejército contra opositores políticos, y limitó su crítica a describir a Trump como “trastornado” y mentalmente inestable.

El martes en un foro organizado por el presentador de radio negro Charlamagne tha God, Harris tuvo que ser instada contra su voluntad a describir la orientación política de Trump por su nombre correcto. “Lo otro se trata de fascismo”, dijo Charlamagne. “¿Por qué no podemos decirlo?” Harris respondió, con evidente renuencia: “Sí, podemos decir eso”.

Ambos partidos capitalistas, que tienen el monopolio de la política oficial, son igualmente hostiles a la clase trabajadora. En la reunión con empresarios en Chicago, Trump se burló de los trabajadores automotores, afirmando que su trabajo era tan simple que cualquier niño podía hacerlo. Harris, por su parte, abraza a los funcionarios del sindicato United Auto Workers (UAW), que sirven a la patronal automotriz como su fuerza policial dentro de las fábricas.

A menos de tres semanas de las elecciones del 5 de noviembre, con la votación anticipada ya en marcha en muchos estados, las tensiones políticas dentro de los Estados Unidos se están acercando al punto de una explosión. Trump y los republicanos expresan en el lenguaje más brutal la determinación de la clase dominante de mantener su riqueza y poder. Los demócratas demuestran la misma brutalidad en acción, alimentando la guerra de poder contra Rusia en Ucrania y permitiendo el genocidio israelí en Gaza, que ahora está haciendo metástasis en una guerra general en Oriente Próximo.

El 5 de noviembre no pondrá fin a la crisis política, sino que solo marcará una nueva etapa. Trump y los republicanos se están preparando para alargar el recuento de votos si Harris es la posible ganadora, utilizando la violencia y los desafíos judiciales para retrasar la certificación por parte de los estados y la votación del 17 de diciembre por parte del Colegio Electoral. Su objetivo es crear las condiciones para que la Corte Suprema pueda intervenir, como lo hizo en 2000, para elegir al presidente o entregar el resultado electoral a la Cámara de Representantes, ahora controlada por los republicanos, o crear tal inestabilidad que se pueda llevar a cabo una nueva versión del golpe de Estado de 2021, esta vez con éxito.

Un resultado claro de la votación no resolverá nada. Trump se comportaría como un “dictador” desde el primer día, como lo prometió. Una Administración de Harris se comprometería a llevar a cabo la agenda del ala del Partido Demócrata de la clase dominante: la guerra imperialista contra Rusia, Irán y, finalmente, China y la guerra contra la clase trabajadora en casa.

La única forma de avanzar, en Estados Unidos e internacionalmente, es movilizar la fuerza independiente de la clase trabajadora contra el sistema capitalista de ganancias. Esto significa construir el Partido Socialista por la Igualdad como la nueva dirección revolucionaria de la clase trabajadora.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 17 de octubre de 2024)

Loading