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Perspectiva

Una semana hasta el regreso de Trump a la Casa Blanca: comienza la cuenta regresiva

En exactamente una semana, el 20 de enero, Donald Trump, un delincuente y aspirante a dictador, será juramentado como el 47º presidente de los Estados Unidos. El evento simbolizará el calamitoso nadir de la democracia estadounidense. Cuatro años después de su intento de anular los resultados de las elecciones de 2020, la recitación del juramento presidencial por parte de Trump, comprometiéndose a “preservar, proteger y defender la Constitución de los Estados Unidos” será la primera mentira de su segundo término. El mensaje de su discurso inaugural será: “Con caridad para los ricos y malicia hacia todos los demás”.

El candidato presidencial republicano y expresidente Donald Trump hace un gesto durante su acto de campaña en la arena Santander, 9 de octubre de 2024, Reading, Pennsylvania (AP Photo/Alex Brandon) [AP Photo/Alex Brandon]

Trump se está preparando para desatar “una ráfaga de órdenes ejecutivas” al asumir el cargo, descrita por el senador republicano John Barrasso durante el fin de semana como un ataque de “conmoción y asombro”. Estas órdenes se concentrarán en desmantelar las regulaciones, ordenar redadas masivas de inmigrantes y acelerar el enriquecimiento de la élite gobernante.

Los nombramientos de Trump para altos cargos del gabinete y oficinas gubernamentales comenzarán a aparecer antes de las audiencias del Senado esta semana. Entre ellos se encuentra Kristi Noem, nominada para secretaria de Seguridad Nacional, cuyo historial como gobernadora de Dakota del Sur incluye promover el uso de niveles masivos de violencia contra los migrantes y el despliegue de tropas de la Guardia Nacional en Texas para vigilar la frontera entre Estados Unidos y México. Supervisará agencias como la Patrulla Fronteriza, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) y el Servicio Secreto.

Pam Bondi, nominada por Trump para fiscala general, comenzará sus audiencias el miércoles junto con Noem. La ex fiscala general de Florida y cabildera corporativa, Bondi también se desempeñó como abogada personal de Trump y promotora clave de las mentiras utilizadas para justificar el intento de golpe de Estado del 6 de enero de 2021.

Su nominación encarna la intención del Gobierno de utilizar el “Departamento de Justicia” para emprender un asalto masivo a los derechos democráticos, utilizando el ataque a los inmigrantes como punta de lanza. Politico informó ayer, en un artículo titulado “El ejército estadounidense debate un posible despliegue en suelo estadounidense bajo Trump”, sobre las discusiones dentro del ejército sobre los planes de Trump de “desplegar tropas contra lo que considera amenazas internas como enemigos políticos, disidentes e inmigrantes”.

Para secretario de Estado, Trump ha elegido al senador de Florida Marco Rubio, un fanático anticubano que ha defendido durante mucho tiempo el conflicto económico y militar con China e Irán, al tiempo que promueve operaciones de cambio de régimen en toda América Latina. Su nombramiento señala una nueva escalada en el imperialismo estadounidense, con un enfoque en la desestabilización de los Gobiernos y la expansión de la violencia militar. El vicepresidente electo JD Vance, por su parte, prometió durante el fin de semana que “todo el infierno se desatará” si Hamás no libera a los rehenes antes del Día de la Inauguración, prometiendo intensificar la agresión israelí respaldada por Estados Unidos en Gaza.

Otros nominados que tiene audiencias esta semana incluyen al multimillonario gerente de fondos de inversión Scott Bessent como secretario del Tesoro; el negacionista del cambio climático y CEO de Liberty Energy, Chris Wright, como secretario de energía; y Lee Zeldin, quien ha prometido “revertir las regulaciones que están obligando a las empresas a tener dificultades”, como administrador de la Agencia de Protección Ambiental.

Wright y Zeldin tomarán las riendas de la política ambiental cuando los incendios inducidos por el calentamiento global continúan devastando Los Ángeles, la segunda área metropolitana más grande de los Estados Unidos. Al menos 24 personas han muerto, millones han respirado el humo tóxico, decenas de miles han sido desplazados y más de 12.000 estructuras han ardido.

Entre aquellos cuyas audiencias de confirmación aún no se han programado se encuentra Robert F. Kennedy Jr., el activista antivacunas nominado para dirigir el Departamento de Salud y Servicios Humanos en un momento en que el mundo continúa lidiando con la pandemia de COVID-19 en curso y la aparición de nuevos patógenos aún más mortales.

Cinco años después del inicio de la pandemia, los hospitales de Michigan y otros estados están reportando niveles alarmantes de pacientes gravemente enfermos. “Los hospitales en Michigan tienen muchos pacientes que están muy, muy enfermos con COVID”, dijo Rachel Klamo, presidenta de la Academia de Médicos de Familia de Michigan, al Detroit Free Press. Además de la creciente crisis de salud pública, la semana pasada se registró la primera muerte humana en los EE.UU. a causa de la gripe aviar H5N1. Si este virus comienza a propagarse entre los humanos, tiene el potencial de provocar una pandemia aún más mortal que la del COVID-19.

El objetivo principal del Gobierno entrante de Trump será la clase trabajadora. Si bien no están sujetos a la confirmación del Congreso, Elon Musk, el individuo más rico del mundo, y Vivek Ramaswamy, un multimillonario de la biotecnología, ocuparán cargos poderosos dentro de la nueva administración como jefes conjuntos del llamado “Departamento de Eficiencia Gubernamental” (DOGE).

Según informes de los medios durante el fin de semana, Musk y Ramaswamy ya han enviado emisarios a más de una docena de agencias federales, incluido el Departamento del Tesoro, el Servicio de Impuestos Internos, Asuntos de Veteranos y Salud y Servicios Humanos, para identificar recortes profundos, dirigidos a servicios esenciales como en el sector de salud.

Todo lo que ha sucedido desde el 5 de noviembre confirma la advertencia del World Socialist Web Site de que la reelección de Trump representa un realineamiento violento de la política estadounidense con su realidad social subyacente: una sociedad dominada por una desigualdad asombrosa y gobernada por corporaciones masivas y una oligarquía de megamillonarios y milmillonarios.

Como escribió el WSWS en su Declaración de Año Nuevo:

La reelección del aspirante a Führer estadounidense demuestra que su victoria inicial en 2016, y si vamos al caso el intento de golpe de Estado del 6 de enero de 2021, no fueron aberraciones, sino más bien expresiones de un realineamiento fundamental de la política, en los Estados Unidos y en todo el mundo.

Los últimos cuatro años de la Administración de Biden han allanado el camino para esta debacle política. Los demócratas bajo Biden se han concentrado totalmente en la escalada de la guerra global, desde la guerra entre Estados Unidos y la OTAN contra Rusia en Ucrania hasta el genocidio en curso en Gaza. Esta sigue siendo la orientación que los define. Desde la elección de Trump, han dejado de hablar de la “amenaza existencial a la democracia” o del “peligro del fascismo”, y en su lugar han prometido “unidad” y “colaboración” con el régimen entrante.

El Partido Demócrata se compromete a estrangular cualquier oposición a las políticas de la clase dominante, un papel que comparte con la burocracia sindical. Esto fue ejemplificado por el sindicato International Longshoremen’s Association (Asociación Internacional de Estibadores; ILA), que emitió una declaración el miércoles, después de bloquear una huelga de trabajadores portuarios, donde elogiaba a Trump como “uno de los mejores amigos de los trabajadores y trabajadoras en los Estados Unidos”. El aparato sindical funciona como el ejecutor del capital y ahora busca rápidamente congraciarse con Trump y promover al presidente fascistizante como defensor de la clase trabajadora.

Mientras tanto, los medios de comunicación ya han comenzado a acomodarse a Trump, un hombre que denunció repetidamente a la prensa como el “enemigo del pueblo”. Sus provocaciones más extremas, como las propuestas para apoderarse de Groenlandia y el canal de Panamá y anexar Canadá, ahora se tratan como componentes legítimos del “discurso político”.

Pero a pesar de todas las amenazas imprudentes y el autoengrandecimiento, el Gobierno de Trump se verá sacudido por crisis.

Las políticas de reacción social en el país y el saqueo imperialista en el extranjero son la respuesta de una clase dominante a las contradicciones internas y globales para las cuales el capitalismo estadounidense no tiene una respuesta racional. El hecho de que una vez más esté poniendo el poder en manos de un estafador imputado dos veces y un delincuente convicto atestigua la bancarrota política, por no hablar de la moral, de la clase dominante.

El populismo demagógico de Trump pronto será expuesto como un fraude cínico. Si bien los medios continuarán “normalizando” a Trump y los demócratas se postrarán ante el “Führer” estadounidense en potencia, la oposición al Gobierno de los oligarcas se desarrollará dentro de la clase trabajadora. Está en la agenda una intensificación masiva de la lucha de clases, dentro de los Estados Unidos e internacionalmente.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 12 de enero de 2024)

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