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Todo es solo una metáfora: el New York Times intenta otra desesperada defensa de su desacreditado Proyecto 1619

El 16 de octubre, el editor de la revista del New York Times, Jake Silverstein, publicó una nueva defensa del Proyecto 1619 en la que ahora argumenta que su afirmación más conocida —que el año 1619 y no 1776 representa la “verdadera fundación” de los Estados Unidos — era una frase metafórica que no se supone que se leyera literalmente. Se atribuye una mayor confusión a un error editorial derivado de las dificultades de gestionar una operación de medios de comunicación “multiplataforma”. Publicado con el título “Sobre la reciente crítica del Proyecto 1619”, el ensayo de Silverstein es el argumento de un abogado enrevesado que intenta hacer pasar una falsificación histórica por meras cuestiones menores de sintaxis, puntuación y un uso algo descuidado de la metáfora.

Cuando el Proyecto 1619 se publicó en agosto de 2019, para coincidir con el 400 aniversario de la llegada de los primeros esclavos africanos a la Virginia colonial, ninguna afirmación histórica era demasiado grandiosa para Silverstein y la escritora principal y creadora del proyecto Nikole Hannah-Jones. El Proyecto 1619, proclamó el Times, “reenmarcaría” toda la historia americana para mostrar que el pasado y el presente solo pueden entenderse a través del prisma de la esclavitud y el odio racial “endémico” de los blancos hacia los negros.

Edificio del New York Times (Foto: Javier Do)

En apoyo de esta afirmación más amplia, el Proyecto 1619 afirmaba que los acontecimientos de 1776 fueron, en esencia, una contrarrevolución preventiva destinada a frustrar un plan británico para poner fin a la esclavitud en América del Norte. Luego, tras la separación de Gran Bretaña, los estadounidenses negros “lucharon solos”, afirmó el Times, para “hacer de América una democracia” —sin la ayuda de los abolicionistas, el ejército de la Unión, Abraham Lincoln o cualquier otra persona blanca, todos los cuales se beneficiaron de la esclavitud y del “capitalismo blanco”—.

Además, según Hannah-Jones y el Times, la “verdadera” historia había sido suprimida por “historiadores blancos” deshonestos resueltos a mantener su racista “mito fundacional” de 1776. Después de dos siglos de una narrativa histórica centrada en la falsa elevación de 1776, el Proyecto 1619 declaró que “era finalmente el momento de contar nuestra historia con veracidad”.

A pesar de la eliminación de Silverstein de la afirmación de la “verdadera fundación” y sus otros cambios de palabras, la posición esencial del Times sigue siendo la misma: la Revolución americana fue un evento retrógrado, cuyo motivo crítico fue defender la esclavitud. Sin embargo, hasta el día de hoy ni Silverstein ni ningún otro defensor del Proyecto 1619 se ha molestado en confrontar las obvias cuestiones históricas que esta posición plantea en relación con la historia estadounidense y mundial:

Si la Revolución americana fue un evento reaccionario, ¿por qué fue aclamada por los contemporáneos más allá de las costas de los Estados Unidos como el amanecer de una nueva era democrática? ¿No desempeñó la Revolución americana ningún papel en la cadena de acontecimientos que produjo las revoluciones francesa y haitiana, así como la revolución industrial, la clase obrera y el socialismo? ¿Por qué Tom Paine fue nombrado ciudadano honorario de la nueva República francesa? Si la proclamación de la igualdad humana en la Declaración de la Independencia es solo un “mito fundacional”, y no un descubrimiento cuyo significado revolucionario desgarra toda la historia posterior, ¿cómo se explica el hecho de que todo movimiento social progresista haya inscrito esta máxima en su bandera? ¿Cómo fue que Estados Unidos desarrolló, en una generación, un movimiento masivo contra la esclavitud, y en “cuatro veintenas y siete años” una gran Guerra Civil que destruyó la esclavitud? ¿Fueron todos aquellos que identificaron la Revolución americana con la causa de la libertad, incluyendo a Frederick Douglass y Martin Luther King, meros ilusos engañados por los padres fundadores estadounidenses?

El error más obvio cometido por el Proyecto 1619 —que la Revolución americana se llevó a cabo para detener la abolición británica de la esclavitud— se hizo indefendible después de que la propia verificadora de hechos del Times, Leslie Harris de la Universidad Northwestern, se sintiera obligada a admitir que se había opuesto “enérgicamente” a esta afirmación. Silverstein trató de manejar esta exposición de la supresión deshonesta de la objeción de la verificadora de hechos del Times con una ingeniosa modificación de “recorta y pega” de la falsa afirmación de Hannah-Jones. La denuncia categórica original de la historiografía antes del Proyecto 1619 afirmaba:

Fue convenientemente dejado por fuera de nuestra mitología fundacional el hecho de que una de las razones principales por las que los colonos decidieron declarar su independencia de Gran Bretaña fue porque querían proteger la institución de la esclavitud. Para 1776, Gran Bretaña había entrado profundamente en conflicto por su papel en la bárbara institución que había dado nueva forma al hemisferio occidental [énfasis añadido].

Silverstein añadió dos palabras para que la versión enmendada indicara ahora:

Fue convenientemente dejado por fuera de nuestra mitología fundacional el hecho de que una de las razones principales por las que algunos de los colonos decidieron declarar su independencia de Gran Bretaña fue porque querían proteger la institución de la esclavitud. Para 1776, Gran Bretaña había entrado profundamente en conflicto por su papel en la bárbara institución que había dado nueva forma al hemisferio occidental [énfasis añadido].

En la versión original, la defensa de la esclavitud se presenta como “una de las razones principales” por las que los colonos decidieron separarse de Gran Bretaña. En la versión 2.0 del Proyecto 1619, la preocupación por el futuro de la esclavitud motiva solo a “algunos de” —¿Cuántos? ¿A quiénes? ¿Adónde?— los colonos. ¡Presto! Problema resuelto. O eso pensaba Silverstein. Pero la declaración modificada sigue siendo falsa. Lejos de estar “en conflicto” por la esclavitud, hasta 1833 el Imperio Británico mantuvo sus propias plantaciones lucrativas de esclavos en el Caribe, hacia donde los dueños de esclavos lealistas huyeron, propiedad humana bajo el auspicio de la Armada de su majestad.

En cuanto a la tesis de “verdadera fundación” del Proyecto, silenciosamente suprimida —que fue blasonada en el sitio web del Times y repetida una y otra vez por Hannah-Jones en las redes sociales, entrevistas y su gira nacional de conferencias —, Silverstein ahora afirma que esto fue producto de nada más que un pequeño error técnico, el tipo de metida de pata que es un resultado inevitable de las dificultades de los editores de hoy en día, como él mismo, al gestionar una publicación “multiplataforma” y “averiguar cómo presentar el mismo periodismo en todos esos diferentes medios”. Con todos estos formatos, los asediados editores del Times no pudieron ser consistentes con su historia. Silverstein no parece entender que los criterios de la verdad objetiva no cambian cuando se pasa de un periódico impreso a un sitio web, o de Facebook a Twitter. Lo que es una mentira en un formato sigue siendo una mentira en otro.

Además de atribuir la equivocada afirmación de “verdadera fundación” a sus extensas responsabilidades editoriales, Silverstein intenta defender a Hannah-Jones dando a entender que los lectores no apreciaron “el sentido de que esto era una metáfora”. Debería haber estado más atento, dice, al “lenguaje online [que] se arriesgaba a ser leído literalmente”. Esta es una de las más inspiradas excusas de Silverstein. De aquí en adelante, cuando los corresponsales del Times como Judith Miller sean sorprendidos mintiendo, sus editores pueden afirmar que los periodistas están escribiendo en metáforas que no deben ser leídas literalmente.

Silverstein cita la versión original, “metafórica”, del Proyecto 1619. Esta es la versión que fue enviada a los niños en las escuelas. Decía, con énfasis añadido:

1619 no es un año que la mayoría de los americanos conozca como una fecha notable en la historia de nuestro país. Los que sí lo saben son como mucho una pequeña fracción de los que pueden decirles que 1776 es el año de nacimiento de nuestra nación. ¿Y si, sin embargo, les dijéramos que este hecho, que se enseña en nuestras escuelas y se celebra unánimemente cada cuatro de julio, es erróneo, y que la verdadera fecha de nacimiento del país, el momento en que nuestras contradicciones definitorias llegaron por primera vez al mundo, fue a finales de agosto de 1619?

A continuación, cita el pasaje modificado, que fue incorporado solo a la publicación en línea:

1619 no es un año que la mayoría de los americanos conozcan como una fecha notable en la historia de nuestro país. Los que lo saben son como mucho una pequeña fracción de los que pueden decirles que 1776 es el año de nacimiento de nuestra nación. ¿Y si, sin embargo, les dijéramos que el momento en que las contradicciones que definen al país llegaron por primera vez al mundo fue a finales de agosto de 1619?

Tal vez Silverstein espera que sus lectores hagan caso omiso descuidadamente a este copie y pegue. Escribe que la diferencia entre ambos pasajes concierne “la redacción y la longitud, no los hechos”. Pero en realidad, presentado para ser leído literalmente en blanco y negro, el primer pasaje se refiere específicamente a un supuesto “hecho” falso. Si se está empleando una metáfora en la versión original, está muy bien escondida.

Silverstein repite la idea de Hannah-Jones de que los historiadores han ignorado la experiencia afroamericana. Tal afirmación expone tanto la ignorancia de Silverstein como la de Hannah-Jones de la literatura histórica. El Proyecto 1619 es una falsificación tanto de la historiografía como de la historia.

Desde la década de 1930, se ha desarrollado un enorme cuerpo de erudición sobre los períodos de la historia estadounidense que el Proyecto 1619 descarta fácilmente como si fueran meros torniquetes en la historia en desarrollo del racismo blanco: la era colonial y el surgimiento de la esclavitud; la Revolución americana y el afianzamiento de la esclavitud en el sur prebélico con el desarrollo de la producción de algodón; el desarrollo del “norte del trabajo libre”, la política antiesclavista y la destrucción de la esclavitud en la Guerra Civil; la lucha por la Reconstrucción y su fracaso final; y la sustitución de la esclavitud por la aparcería, la segregación de Jim Crow, la industria y el trabajo asalariado. Estos vastos temas han atraído la atención de importantes historiadores, y un fascinante e intenso debate entre ellos y sus estudiantes —W.E.B. Du Bois, Eric Williams, Kenneth Stampp, Stanley Elkins, C. Vann Woodward, Bernard Bailyn, Gordon Wood, Eugene Genovese, Don Fehrenbacher, David Potter, James McPherson, Herbert Gutman, David Montgomery, Eric Foner, David Brion Davis, Ira Berlin, Barbara Fields y James Oakes, por nombrar solo algunos—.

Esta erudición ha sido ignorada por el Proyecto 1619. No hay evidencia de que el conocimiento pasajero de Hannah-Jones con la historia estadounidense se extienda más allá de su lectura de dos libros del nacionalista negro Lerone Bennett, Jr., el editor de larga data de la revista Ebony .

En un intento por respaldar la afirmación de que el Proyecto 1619 está finalmente sacando a la luz la historia suprimida, Silverstein cita un estudio reciente de los libros de texto de historia de los EE.UU. por el Southern Poverty Law Center que encontró que los libros de texto de historia populares no proporcionan “una cobertura completa de la esclavitud y los pueblos esclavizados”. Como si esto ayudara a su causa, señala uno de los hallazgos clave del estudio, que “solo el 8 por ciento de los estudiantes de último año de secundaria eran conscientes de que la esclavitud era la causa central de la Guerra Civil”.

Sin duda es cierto que los estudiantes estadounidenses saben poco sobre la esclavitud y su centralidad en la Guerra Civil. Pero esto habla de una crisis mayor de la conciencia histórica. Las escuelas públicas, hambrientas de fondos, han desplazado sus limitados recursos de los estudios sociales y las artes a actividades “prácticas”, un proceso impulsado por Barack Obama, quien dijo en el cargo que “la gente puede hacer mucho más, potencialmente, con la manufactura especializada o la industria de lo que podrían hacer con un título de historia del arte”. El mismo desplazamiento de los recursos lejos de la historia ha tenido lugar en las universidades. Había más de 19 millones de estadounidenses inscritos en la universidad en 2017, pero solo24.255 se graduaron con títulos en historia —un descenso del 33 por ciento desde 2001— mientras que se concedieron 381.000 títulos a las especialidades de negocios.

En estas condiciones, ¿es realmente sorprendente que los estudiantes de último año de secundaria sepan poco sobre las causas de la Guerra Civil o incluso sobre cuándo tuvo lugar? Pero, ¿qué porcentaje de graduados de secundaria y universitarios estadounidenses pueden explicar las causas de la Primera o Segunda Guerra Mundial, o incluso identificar correctamente los años durante los cuales se libraron estas guerras? ¿Qué porcentaje de estudiantes estadounidenses puede declarar con una precisión incluso aproximada los años de la participación estadounidense en Vietnam, y mucho menos explicar las razones que subyacecieron su intervención?

La falta de conocimiento es aún mayor cuando se trata del tema que está prácticamente ausente de la discusión pública en los Estados Unidos: la historia de las masas trabajadoras y la lucha de clases que han librado contra el capitalismo estadounidense. Este es un tema que involucra el destino de la gran mayoría de la población, incluyendo los incontables millones de inmigrantes empobrecidos que llegaron a las costas de Estados Unidos y luego lucharon para “elevar la dignidad del trabajo”, para usar una vieja frase. Esta historia no encuentra el más mínimo eco en el Proyecto 1619, que no reconoce la existencia de la lucha de clases en los Estados Unidos.

Hay mucha opresión y sufrimiento en la historia de lo que John Brown llamó “esta tierra culpable”. Los Estados Unidos ha sido durante mucho tiempo el país con la clase capitalista más poderosa y despiadada del planeta. Antes de eso fue el hogar de la clase más rica y poderosa de propietarios de esclavos. Pero el desarrollo explosivo del capitalismo industrial después de la Guerra Civil dio lugar a la clase obrera más políglota. En estas condiciones, el gran desafío que enfrenta el movimiento socialista siempre ha sido unir a los trabajadores a través de innumerables barreras raciales, nacionales, étnicas, lingüísticas, religiosas y regionales para enfrentar a sus antagonistas comunes.

El Proyecto 1619 ha sido un estudio de caso en la ignorancia histórica y la deshonestidad. El último ejercicio de Silverstein de autojustificación continúa el patrón de falsificación y evasión. Cuando el Proyecto 1619 fue criticado como mal periodismo, Silverstein afirmó que era historia; y cuando fue criticado como mala historia, afirmó que era mero periodismo. Ahora, cuando se demuestra que la tesis central del Proyecto 1619 es falsa, Silverstein anuncia que el argumento era meramente metafórico y que no debía tomarse al pie de la letra.

Al final, el argumento del New York Times es una variación de la vieja evasión de un político corrupto: “Sabemos que usted cree que sabe lo que dijimos. Pero lo que lees no es lo que queríamos decir ”.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 22 de octubre de 2020)

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