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Perspectiva

La subvariante BA.2 de ómicron alimenta un repunte global de la pandemia

Cuando la intensificación de la guerra en Ucrania amenaza con convertirse en un conflicto directo entre las potencias de EE.UU. y la OTAN contra Rusia, se ha estado recrudeciendo de forma paralela, pero con casi ninguna cobertura en los medios, la pandemia de COVID-19.

El foco más importante de la pandemia actualmente es Hong Kong, donde las tasas de infecciones y muertes per cápita han superado las olas de todos los países en el mundo. Poco después de que las infecciones se salieran de control a mediados de febrero, los hospitales y luego las morgues llegaron a su máxima capacidad. Los adultos mayores, quienes tienen tasas relativamente menores de vacunación, han sido los más afectados.

El lunes, el promedio de 7 días de las muertes nuevas diarias por millón en Hong Kong alcanzó 29,18. Esto supera en más de 50 por ciento el máximo de 18,31 alcanzado en Reino Unido el 23 de enero de 2021, y es casi el triple del pico estadounidense de 10,22 del 13 de enero de 2021. Además, supera el récord mundial establecido por Perú el 23 de abril de 2021 de 26,2. Las muertes por COVID-19 en Hong Kong siguen aumentando exponencialmente y podrían superar las 50 por millón de habitantes en los próximos días.

Muertes diarias confirmadas por COVID-19 por millón de habitantes, promedio diario de siete días (fuente: Our World in Data)

Cabe notar que la subvariante BA.2 de ómicron, con una mutación I1221T en la proteína espiga, compone el 100 por ciento de todas las infecciones secuenciadas en Hong Kong. La ciudad es una señal temprana de la próxima etapa de la pandemia, que se espera que esté dominada a nivel global por la subvariante BA.2.

Como con la propagación global de la subvariante BA.1 de ómicron en diciembre, la reapertura total de la economía global está causando que BA.2 se propague rápidamente a nivel internacional. Lejos del relato inventado por la prensa burguesa de que el COVID-19 ya es “endémico” y que se ha alcanzado una “nueva normalidad” estable, la realidad se está imponiendo nuevamente en el tercer año de esta crisis sin precedentes.

Tan solo 37 días después de que los contagios oficiales globales alcanzaran un máximo de 3,44 millones el 24 de enero de 2022, la disminución de casos se detuvo abruptamente en 1,48 millones el 2 de marzo, y está repuntando poco a poco, marcando el inicio de la más reciente ola global de la pandemia.

Casos diarios confirmados de COVID-19 en el mundo (fuente: Our World in Data)

BA.2 representa más de un tercio de todos los casos secuenciados a nivel global y está impulsando una nueva ola de la pandemia. Ya es la variante dominante en 34 de los 75 países monitoreados por covariants.org. Y ya representa al menos el 40 por ciento de las infecciones en 7 de los 10 países con más casos diarios: Vietnam (42 por ciento), Alemania (63 por ciento), Rusia (41 por ciento), Holanda (53 por ciento), Reino Unido (57 por ciento), Austria (40 por ciento) y Malasia (73 por ciento).

Tras disminuir por varias semanas consecutivas, las hospitalizaciones en Inglaterra aumentaron fuertemente en 15,6 por ciento en la última semana, involucrando todos los grupos de edad. Las hospitalizaciones de niños de 6 a 17 años vieron un salto pasmoso de 26 por ciento. La subvariante BA.2 está aumentando exponencialmente en EE.UU., donde la región noreste está viendo el incremento más rápido.

El científico Yaneer Bar-Yam, un cofundador de la World Health Network (WHN, Red Global de la Salud), una coalición global de científicos y grupos comunitarios que promueve una política de eliminación global del COVID-19, conversó recientemente con el World Socialist Web Site. Resumiendo los resultados de un importante estudio sobre BA.2 de la Universidad de Tokio, señaló que, “BA.2 se transmite 40 por ciento más rápido que BA.1” y “evade las vacunas más que BA.1”. Añadió que BA.2 “es mucho más grave” que BA.1 y que “una infección con BA.2 puede sobreponerse ante una infección previa con BA.1”.

El Dr. Bar-Yam concluyó: “BA.2 es los suficientemente distinta a BA.1 que debería recibir su propia designación, su propia letra griega, según el sistema actual de calificación. Pero eso no es muy cómodo políticamente porque las personas están declarando que esto ya se acabó y una nueva letra griega suscitaría preguntas obligándonos a reevaluar lo que está sucediendo”.

Pacientes en camas de hospital en un área de espera fuera del saturado Centro Médico Caritas en Hong Kong, 2 de marzo de 2022 (AP Photo/Kin Cheung)

De hecho, la rápida propagación de la subvariante BA.2, más infecciosa, virulenta y capaz de evadir la inmunidad, tiene lugar en condiciones en las que casi todos los países, excepto China, han desechado todas las medidas de mitigación restantes para frenar la propagación de COVID-19. La miopía y la estupidez de estos esfuerzos han quedado totalmente expuestas.

En EE.UU., este proceso ha sido encabezado por la Administración de Biden y el coordinador de Respuesta al Coronavirus de la Casa Blanca, Jeff Zients, un multimillonario que amasó entre 10,4 y 28 millones de dólares solo en 2020 tras el rescate de Wall Street por la Ley CARES.

Una de las figuras que está trabajando estrechamente con la Casa Blanca es Ezekiel Emanuel, exasesor de Biden y Barack Obama, quien fue coautor de un documento publicado el 6 de enero de 2022, titulado “Una estrategia nacional para la 'nueva normalidad' de la vida con COVID”. El domingo se publicó una elaboración de 136 páginas de este documento con el título “Cómo llegar a la próxima normalidad y mantenerla: una hoja de ruta para vivir con Covid”.

Emanuel, defensor desde hace tiempo de la reducción de la esperanza de vida y del recorte del gasto en salud, ha sido calificado de “eugenista” por los defensores de los derechos de los discapacitados. Su plan, más apropiadamente titulado “Hoja de ruta para el desastre”, acepta que vendrá una serie interminable de olas de infecciones, muertes y debilitamiento a largo plazo por este virus prevenible, que según él debería ser una característica permanente de la sociedad.

Al proporcionar una justificación pseudocientífica para poner fin completamente a la toma de pruebas de COVID-19 y al rastreo de contactos, la “hoja de ruta” de Emanuel es la antítesis de la estrategia “dinámica cero” aplicada en China, que ha acabado con los repetidos brotes y ha reducido las muertes a solo 2 personas desde mayo de 2020 en un país de 1.400 millones de habitantes.

La propia evolución de ómicron y sus subvariantes BA.1 y BA.2 es el producto de la respuesta capitalista a la pandemia, que ha subordinado la salud pública a los intereses de lucro de la élite gobernante. Al negarse a aplicar las medidas necesarias para contener y, en última instancia, eliminar el virus en cada país, la clase gobernante ha engendrado los monstruos de Frankenstein de alfa, beta, gamma, delta y, ahora, ómicron, cada uno de ellos peor que su predecesor.

Las consecuencias a largo plazo de estas políticas socialmente criminales son incalculables. Cada estudio sobre COVID persistente reafirma el carácter horrible de esta enfermedad y la necesidad de su eliminación en todo el mundo. El más reciente, y quizá el más alarmante, es un estudio de imágenes del Biobanco del Reino Unido publicado recientemente en Nature, que descubrió que los participantes con casos leves sufrían lesiones en el tejido cerebral cinco meses después de sus infecciones, con daños consistentes con una década de envejecimiento. Los investigadores especulan que la demencia y la pérdida de memoria pueden ser ramificaciones a largo plazo de un porcentaje de infecciones por COVID-19.

Ahora está muy claro que las vacunas actuales reducen la probabilidad de muerte, pero no detienen las infecciones, los casos graves ni las muertes, lo que hace que el enfoque de “solo vacunas” sea poco científico e inviable. Mientras se permita que el virus circule e infecte a millones en todo el mundo, seguirán apareciendo nuevas variantes potencialmente más resistentes a las vacunas, más contagiosas y virulentas debido al carácter implacable de la evolución viral.

La aparición de BA.2 refuta fundamentalmente todas las afirmaciones de que el COVID-19 evolucionará convirtiéndose en virus más benigno y suave, similar a la gripe o al resfriado común. Tales afirmaciones siempre han tenido el propósito de anestesiar y desarmar a una clase trabajadora cada vez más militante y traumatizada por la devastación de la pandemia.

El próximo viernes, 11 de marzo, se cumplirán dos años desde que la Organización Mundial de la Salud declaró oficialmente el brote de COVID-19 como pandemia. En solo dos años, aproximadamente 20 millones de personas han muerto directa o indirectamente a causa del COVID-19, según el registro de “exceso de mortalidad” publicado por The Economist. Esta cifra incluye una estimación de muertes reales de 1,2 millones en Estados Unidos, 1,2 millones en Rusia, 220.000 en Ucrania, 150.000 en el Reino Unido y 120.000 en Alemania.

Después de haber cometido un sociocidio a través de las estrategias de “inmunidad colectiva” y “solo vacunas” implementadas en los últimos dos años, las élites gobernantes en los EE.UU. y en toda Europa se han preparado para crímenes aún mayores en una potencial Tercera Guerra Mundial con Rusia con armas nucleares.

La propia guerra, que estalló en el pico de la ola de ómicron entre Ucrania y Rusia, exacerbará en gran medida la propagación de COVID-19. Más de 2 millones de refugiados ucranianos han huido del país, apiñados en trenes y metros abarrotados, creando un evento masivo de superpropagación. El gasto en servicios sociales se reducirá aún más y se canalizará hacia los presupuestos militares de cada país.

Tanto en la respuesta a la pandemia como en el conflicto con Rusia por Ucrania, la clase gobernante ha procedido con extraordinaria temeridad. Pero es una imprudencia arraigada en los intereses de clase. De hecho, uno de los objetivos centrales de la propaganda histérica a favor de la guerra, sobre todo en Estados Unidos, es servir como distracción de la pandemia.

Los medios de comunicación capitalistas operan bajo la ilusión de que, si no informan sobre la pandemia, entonces no existe. Pero para la gran mayoría de la población, la pandemia ha tenido y sigue teniendo consecuencias catastróficas.

La tarea más crítica es construir un movimiento de masas unificado de la clase obrera internacional para detener el impulso de la Tercera Guerra Mundial e iniciar una guerra global contra el COVID-19.

En su entrevista con el WSWS, el Dr. Bar-Yam subrayó: “Ahora es más fácil llevar a cabo la eliminación que antes. La tecnología está mejorando. Nuestra comprensión ha crecido exponencialmente”. Y añadió: “Simplemente debemos decidir hacerlo, y entonces estaremos en mejores condiciones”.

Solo mediante el despliegue combinado de todas las medidas de salud pública disponibles a escala mundial se podrá eliminar el COVID-19 y poner fin a la pandemia. Esto requiere en el fondo una lucha directa contra el sistema capitalista y el establecimiento de una sociedad socialista mundial, para poner fin a la guerra y a las muertes innecesarias por enfermedades evitables e iniciar un desarrollo de la cultura humana sobre la base de la igualdad social.

(Publicado originalmente en inglés el 8 de marzo de 2022)

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