Español

La candidata presidencial francesa Le Pen amenaza a Alemania y a Argelia

El 13 de abril, Marine Le Pen, de Asamblea Nacional, expuso una agresiva política exterior en un acto electoral en París. La candidata neofascista a la presidencia de Francia exigió el fin de la cooperación con Alemania y negarles el visado a los argelinos, al tiempo que amenazaba a los musulmanes de Francia con una represión policial violenta.

La dirigente ultraderechista francesa Marine Le Pen pronunciando un discurso en un acto electoral, el sábado 5 de febrero de 2022, en Reims, este de Francia (Foto AP/Michel Euler) [AP Photo/Michel Euler]

El Parti de l’égalité socialiste (PES, Partido Socialista por la Igualdad) de Francia ha pedido a los trabajadores y los jóvenes que se movilicen para boicotear activamente la segunda vuelta de las elecciones presidenciales entre Le Pen y el presidente saliente Emmanuel Macron. Dado el carácter reaccionario de ambos candidatos, la única salida es rechazarlos a ambos y construir un movimiento independiente entre los trabajadores y los jóvenes contra el próximo gobierno. El PES basa esta oposición en el internacionalismo marxista y la lucha por la unidad de la clase trabajadora internacional.

Los comentarios belicosos de Le Pen justifican la política planteada por el PES a los trabajadores y la juventud en las elecciones. Macron apoya una política temeraria de la OTAN que amenaza a Rusia con la guerra, después de la invasión de Ucrania por parte del presidente ruso Vladimir Putin. Esto le da a Le Pen la oportunidad de criticar a Macron y dárselas de figura menos belicosa que el saliente; sin embargo, esto es solo postureo falso y demagógico.

Por un lado, Le Pen sugirió que aplicaría una política menos agresiva hacia Rusia y también China, que actualmente es el principal aliado internacional de Rusia. “En cuanto termine la guerra entre Rusia y Ucrania”, dijo Le Pen, exigiré “un acercamiento estratégico entre la OTAN y Rusia”.

Sobre China, también criticó la política exterior estadounidense como “demasiado agresiva hacia Beijing”. Washington, prosiguió, “necesita enemigos para atar a sus aliados bajo su dominio”. Afirmó que, si resulta elegida, Francia buscaría “relaciones con Beijing de igual a igual”.

Estas declaraciones tienen por objetivo poner a Macron en el centro de la atención y complementar su demagogia populista mediante la presentación de una política militar menos temeraria que la del presidente actual. Ciertamente, masas de trabajadores saben que la Unión Soviética desempeñó el papel principal en la liberación de Francia de la ocupación nazi. Las críticas de los medios a Le Pen que exigen que París se una a Washington y a Berlín en una confrontación total con Rusia provoca una amplia desconfianza popular e inquietud.

Pero la política exterior de Le Pen no es una política de paz, no más que su promesa de volver a la edad de jubilación de 60 años es una política de igualdad social. Le Pen simplemente propone apuntar a otros enemigos, especialmente Alemania, la principal potencia de la Unión Europea (UE), y Argelia, la antigua colonia francesa que obtuvo su independencia en una lucha heroica en una sangrienta guerra colonial en 1954-1962.

Le Pen empezó por criticar duramente a Alemania como un obstáculo incorregible para los intereses militares y energéticos del imperialismo francés.

“Alemania se está afirmando como el negativo absoluto de la identidad estratégica francesa”, dijo Le Pen. Añadió que “diferencias estratégicas irreconciliables” separan a París de Berlínn, y añadió: “No voy a dejar que Alemania destruya nuestra energía nuclear”.

Le Pen propuso romper con Berlín, mientras que Macron ha intensificado la cooperación con Berlín, intentando convertir a la UE en una potencia militar agresiva. “Pondremos fin a toda cooperación con Berlín, [incluso] el apoyo de Francia a la pretensión de Alemania de un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU”, dijo. Acusó a Berlín de no cooperar con París en proyectos militares, tales como un nuevo avión o tanque de combate europeo.

Armar a Europa contra Rusia y China, acompañado en Berlín por intentos de la élite gobernante por legitimar la memoria de los nazis, es profundamente reaccionario. Pero los intentos por construir una política independiente por varios representantes del imperialismo francés, tales como Le Pen, no son una alternativa progresista. Le Pen se opone a Macron no poque rechace el militarismo o una guerra mundial sino porque tiene una lista de objetivos diferentes.

Le Pen no se apoya como Hitler o los fascistas del siglo XX en un movimiento de masas de milicias paramilitares fascistas basadas en la pequeñoburguesía. Tales movimientos no existen por ahora, y las masas de trabajadores y jóvenes se están desplazando hacia la izquierda. Pero su política electoral plantea una política ultraautoritaria para la maquinaria policial-estatal actual, basada en las tradiciones de la ultraderecha francesa del siglo XX.

Sus amenazas contra Alemania reflejan las enormes tensiones militares que están aumentando dentro de la OTAN y la Unión Europea en medio de la amenaza de guerra con Rusia. Basa su línea en sectores sustanciales de la élite gobernante francesa, en los altos mandos militares y la industria de la defensa. También se hace eco de los partidos fascistas que, antes de colaborar con los nazis, se distinguieron entre 1870 y 1940 por su germanofobia, antimarxismo y antisemitismo.

Le Pen apeló a los miles de oficiales, retirados y en activo, que firmaron llamamientos para un golpe en la revista neofascista Current Values. Estos llamamientos fueron hechos por generales antivacunas hostiles a una lucha científica contra el COVID-19 y favorables al golpe fallido del 21 de abril de 1961 contra la independencia argelina. En torno a ellos, un gran grupo de oficiales amenazó el año pasado con intervenir militarmente dentro de Francia.

Macron ha estado guardando silencio acerca de estas amenazas, mientras que el candidato de La Francia Insumisa (La France insoumise, LFI) Jean-Luc Mélenchon solo le pidió a Macron que controle a sus generales. En la campaña presidencial, ningún candidato advirtió de las amenazas que representa el ejército para el pueblo francés o a países que ocupa en África. Pero los preparativos para la guerra imperialista en el extranjero van claramente de la mano con los preparativos para la guerra de clases en casa.

Después de la retirada de este año de las tropas francesas de Malí en medio de manifestaciones de masas contra la presencia francesa, Le Pen está planteando una política agresiva en África que también se propone justificar la represión de inmigrantes árabes y africanos dentro de Francia.

Le Pen amenazó con expulsar a cualquier argelino que no obedeciera las “costumbres” y las leyes de Francia. Dijo, “Los argelinos que ya viven en Francia y se comportan según la ley francesa, respetan nuestras costumbres y aman Francia, no hay motivo para que no se queden. Los otros, que admito que son una minoría, tendrán que irse”.

También pidió un diálogo “claro y franco” con Argelia, en el que París reconocería sin disculpas sus crímenes imperialistas, como el recurrir al asesinato en masa, la tortura o la reclusión en campos de concentración durante la guerra de Argelia. Dijo: “Reconocer el pasado, sus elementos gloriosos y sus zonas oscuras, no significa arrepentimiento. Quiero establecer relaciones amistosas con el pueblo argelino”.

También amenazó con impedir que los ciudadanos argelinos viajen a Francia, aunque millones de franceses de origen argelino reciben a sus parientes en Francia y quieren viajar a Argelia. Propuso “condicionar cualquier concesión de nuevos visados a ciudadanos argelinos, cualquier autorización de transferencia de fondos, cualquier adquisición de propiedades en Francia por dignatarios argelinos a la readmisión por parte del consulado argelino en Francia” de argelinos considerados “indeseables” y expulsados por Francia.

Que el grueso de la crítica de los medios a la agenda de Le Pen se centre en su política menos agresiva hacia Rusia subraya la evolución reaccionaria de toda la clase dirigente francesa. La élite gobernante, incluso los círculos de Macron, apoya unánimemente una política antivacunas ante la pandemia, guerras neocoloniales en África y la amenaza de una intervención militar en la propia Francia.

Como el PES explica en su llamamiento al boicot, esto muestra la necesidad de construir un movimiento entre los trabajadores y los jóvenes contra Le Pen y contra Macron. Como parte de esta lucha, el PES intensificará su lucha común con sus camaradas alemanes del Sozialistische Gleichheitspartei, que están luchando contra el rearme de Alemania y la legitimación del militarismo fascista. En su lucha contra la guerra imperialista y la represión militar, el PES sigue el axioma marxista de que la lucha contra el imperialismo empieza con oponerse al imperialismo del país de uno mismo.

(Publicado originalmente en inglés el 17 de abril de 2022)

Loading