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Declaración del Sosyalist Eşitlik Grubu en las elecciones turcas

¡No a la guerra! ¡Rechacen todas las alianzas proimperialistas de la burguesía turca! ¡Construyan el Sosyalist Eşitlik Partisi!

¡Por un movimiento global de masas de los trabajadores y jóvenes contra la guerra! ¡Por los Estados Unidos Socialistas de Oriente Próximo y Europa!

Las elecciones presidenciales y parlamentarias del 14 de mayo se celebrarán cuando el peligro de una guerra mundial nuclear se ha visto agravado por la guerra cada vez más intensa de la OTAN contra Rusia en Ucrania, así como el aumento de las luchas de la clase obrera internacional. Los resultados del voto en Turquía, que representa un puente entre Europa y Asia y controla los estrechos que conducen al mar Negro, son relevantes internacionalmente.

Recep Tayyip Erdoğan y Kemal Kılıçdaroğlu [Photo by [Photo par AP Photo / Présidence turque (à gauche), Cumhuriyet Halk Partisi / CC BY-NC-SA 4.0 (droite)]]

La OTAN, a la cual pertenece Turquía, amenaza con la aniquilación de la humanidad en una Tercera Guerra Mundial nuclear al intensificar la guerra contra Rusia en Ucrania y acelerar los preparativos para la guerra contra China. Mientras los Gobiernos del mundo vierten billones de dólares en el militarismo y en los mercados financieros, el nivel de vida y el poder adquisitivo de las masas están cayendo a un ritmo sin precedentes, y la resistencia está creciendo dentro de la clase obrera a nivel internacional.

El Sosyalist Eşitlik Grubu (Grupo Socialista por la Igualdad, SEG), la sección turca del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI), se opone al imperialismo y a la élite política capitalista, que sólo promete desastres sociales. La lucha contra la guerra imperialista, la pandemia de COVID-19 en curso, el aumento del coste de la vida, la desigualdad social y las formas autoritarias de gobierno requiere la movilización revolucionaria internacional de la clase obrera contra el capitalismo sobre la base de un programa socialista y por la toma del poder.

La perspectiva del SEG se basa en las lecciones de la historia. Turquía está siendo arrastrada a la vorágine creada por la escalada global de las guerras imperialistas. La guerra de la OTAN en Ucrania, apenas a cientos de kilómetros al norte de Turquía, tendrá efectos de gran alcance en la situación política de Turquía.

El primer conflicto mundial del siglo veinte estalló en los Balcanes, cuando diferentes Estados lucharon por el Imperio Otomano. A las guerras balcánicas de 1912 y 1913 siguió la Primera Guerra Mundial, desencadenada por el asesinato del archiduque austriaco Francisco Fernando. Los conflictos geopolíticos que destrozaron el Imperio Otomano y desembocaron una guerra mundial de la que surgió la moderna República Turca regresan hoy de forma aún más explosiva.

Esta primera carnicería mundial fue detenida por la Revolución de Octubre de 1917, dirigida por el Partido Bolchevique bajo el liderazgo de Vladímir Lenin y León Trotsky. Es la intervención revolucionaria de la clase obrera internacional la que puede impedir que las contradicciones globales del capitalismo –que en dos ocasiones en el siglo veinte sumieron a la humanidad en una guerra mundial— desemboquen en una Tercera Guerra Mundial.

El terremoto catastrófico del 6 de febrero en Turquía y Siria, que dejó sin hogar a millones de personas y causó decenas de miles de muertos, ha demostrado trágicamente que el sistema capitalista de Estados nación es un obstáculo para una respuesta planificada y racional a los problemas sociales urgentes a escala internacional. El fracaso del Gobierno del presidente Recep Tayyip Erdoğan y de toda la élite política a la hora de prepararse para el previsible terremoto se debe a que la política está determinada en función del lucro y la acumulación de riqueza. Mientras que los grandes desastres naturales, como los terremotos, no reconocen fronteras nacionales artificiales, las políticas de los Gobiernos capitalistas están dominadas por preocupaciones puramente nacionales.

La misma base objetiva subyace a la desastrosa respuesta de “anteponer las ganancias a las vidas” ante la pandemia del COVID-19. Mientras la pandemia, que ha matado a más de 20 millones de personas, sigue causando infecciones, discapacitaciones y muertes a escala masiva, la población mundial también se ve amenazada por el cambio climático y nuevas pandemias.

Alianzas capitalistas y la posición del SEG

El SEG explica que no hay ninguna alternativa progresista que represente a la clase obrera en las elecciones presidenciales y parlamentarias, lo que evidencia claramente la crisis política actual. Tampoco da su apoyo a ningún candidato. Ninguno de los partidos en estas elecciones defiende, ni siquiera de la forma más limitada, los intereses de la clase obrera.

Como tendencia política joven, el SEG no está aún en condiciones de presentar directamente sus propios candidatos. Aprovechando la inmensa experiencia histórica del movimiento trotskista internacional y su lucha por establecer la independencia política de la clase obrera respecto a los partidos burgueses y de clase media, interviene en estas elecciones para explicar las cuestiones políticas a los sectores más conscientes de la clase obrera y la juventud, presentando un programa socialista internacional y explicando lo que deben hacer, no solo el día de las elecciones, sino también después.

Las facciones rivales de la clase dominante se presentan en estas elecciones en dos alianzas principales: la Alianza del Pueblo, liderada por el islamista Partido Justicia y Desarrollo (AKP) de Erdoğan y el fascistizante Partido del Movimiento Nacionalista (MHP); y la Alianza de la Nación, liderada por el Partido Republicano del Pueblo (CHP) de Kemal Kılıçdaroğlu y el Partido del Bien, una escisión del MHP. La Alianza Nacional también incluye al islamista Partido de la Felicidad, del que surgió el AKP, el Partido del Futuro del ex primer ministro y excanciller del AKP Ahmet Davutoğlu y el partido DEVA del exministro de Economía del AKP Ali Babacan.

Los sondeos de opinión, que en su mayoría muestran a Kılıçdaroğlu de primero, sugieren que las elecciones presidenciales podrían ir a una segunda vuelta. También se presentan otros dos candidatos con menos del 10 por ciento de los votos. Muharrem İnce, candidato del CHP en las elecciones presidenciales de 2018, se presenta para criticar la presencia de Davutoğlu y Babacan en la Alianza de la Nación. El candidato de la Alianza Ata, liderada por el Partido de la Victoria, intenta desarrollar un movimiento de extrema derecha basado en un programa xenófobo.

Erdoğan se presenta para conseguir un tercer mandato violando la Constitución. Ni su bloque gobernante ni las alianzas burguesas de oposición ofrecen un camino a seguir para la clase obrera, que constituye la mayoría de la población en Turquía. Lo que tienen en común estas alianzas burguesas reaccionarias es su lealtad al imperialismo y su hostilidad hacia los trabajadores. Su mayor temor es la movilización de masas de la clase obrera, que se enfrenta a una crisis económica y social masiva y al peligro de una nueva escalada de la guerra por parte de la OTAN contra Rusia.

Se han formado varias alianzas electorales con el apoyo de grupos de pseudoizquierda para alinearse detrás de Kılıçdaroğlu y contener la ira de las masas. La primera es la Alianza Trabajo y Libertad del nacionalista kurdo Partido Democrático de los Pueblos (HDP) y su aliado, el Partido de los Trabajadores de Turquía (TİP). El HDP está llevando a cabo su campaña bajo el nombre de Partido de la Izquierda Verde (YSP) debido a la amenaza reaccionaria del Gobierno de Erdoğan de disolver el HDP.

El Partido Comunista de Turquía estalinista (TKP) y el Partido de Izquierda (antiguo Partido Libertad y Solidaridad, ÖDP) también han formado la alianza Unión Socialista de Fuerzas (SGB), que sigue la misma política de derechas. Al igual que la Alianza Trabajo y Libertad, intenta atrapar a la clase obrera en el marco del orden político y social existente.

El SEG se opone irreconciliablemente a las tendencias pseudoizquierdistas sin principios que no se han unido a ninguna de estas alianzas pero que sin embargo se dedican a apoyarlas.

Una de ellas es el Partido Obrero Revolucionario (DIP), la organización hermana turca del Partido Revolucionario de los Trabajadores (EEK) en Grecia. Se han aliado con las tendencias neoestalinistas rusas que apoyan al régimen reaccionario de Putin contra la agresión imperialista de la OTAN. Después de haber apoyado al HDP pro-OTAN y pro-UE hasta las elecciones de junio de 2018, el DİP se ha comprometido a apoyar al estalinista Movimiento Comunista de Turquía (TKH) en estas elecciones. Sin embargo, el TKH continúa su alianza dentro del SGB con el TKP y el Partido de Izquierda, que apoyó a Kılıçdaroğlu en las elecciones presidenciales.

Lo mismo puede decirse del Partido Socialista Obrero (SEP en turco), la antigua sección turca de la Liga Socialista Internacional (ISL), que apoya con entusiasmo la guerra de la OTAN contra Rusia. Presentó su propio candidato parlamentario independiente en Ankara, pero también pidió apoyo para la Alianza Trabajo y Libertad, que se alineó detrás de Kılıçdaroğlu, dejando claro que su oposición a la élite política capitalista es de carácter totalmente hipócrita y deshonesto.

El SEG rechaza enérgicamente la afirmación de que las masas de trabajadores y jóvenes tienen que elegir entre las dos alianzas burguesas de derechas y sus partidarios. Sea cual fuere su resultado, las elecciones no resolverán ninguno de los problemas fundamentales a los que se enfrenta la clase obrera. Esto se debe a que ninguno de estos problemas puede resolverse a escala nacional ni un ataque social frontal a la riqueza del capital financiero.

Ninguno de los partidos que participan en las elecciones es capaz de resolver estos problemas fundamentales. Están en el campo de la guerra imperialista, son totalmente leales a la OTAN, ignoran la pandemia y las muertes masivas y abandonan a las masas ante la destrucción y las muertes de más terremotos inminentes. Su respuesta a la profundización de la crisis económica, cualesquiera que sean sus diferencias tácticas, será imponer a la clase obrera un severo programa de austeridad social en nombre de los bancos y las grandes empresas.

El SEG rechaza el pesimismo promovido por la pseudoizquierda para justificar su adaptación a la burguesía nacional. Las contradicciones del capitalismo mundial que conducen a la guerra imperialista, a la contrarrevolución social y a la dictadura están dando lugar al mismo tiempo al auge de un movimiento mundial de la clase obrera.

La clase obrera y la población rural pobre de Sri Lanka se están movilizando de nuevo contra el nuevo mandatario, ya que el dominio burgués y los problemas fundamentales siguen intactos tras el levantamiento popular de masas del año pasado, que obligó al presidente a huir del país.

Las huelgas y protestas están creciendo en países de toda Europa. En Francia, la lucha de la clase obrera contra los recortes jubilatorios del presidente Emmanuel Macron, y la violencia estatal capitalista desnuda a la que se enfrenta plantean la necesidad de derrocar a Macron y transferir el poder a la clase obrera.

En Estados Unidos, el corazón del sistema imperialista, la clase obrera está cada vez más radicalizada. La expresión política más consciente de esto ha sido la campaña de Will Lehman, el candidato de la Alianza Internacional Obrera de los Comités de Base (AIO-CB), que ganó casi 5.000 votos en las elecciones de la United Auto Workers (UAW) sobre una plataforma socialista que llama a “transferir el poder a las bases”.

Tras meses de protestas masivas que han sacudido al régimen en Irán, han surgido las protestas más masivas de la historia de Israel contra el intento de golpe judicial del primer ministro Netanyahu. Están madurando las condiciones para la unidad política de los trabajadores judíos, árabes, iraníes y de otros países de Oriente Próximo.

En Turquía, donde ha habido una oleada sin precedentes de huelgas salvajes en el último año, las grandes batallas de clase también están a la orden del día, sea cual FUERE el resultado de las elecciones. El camino a seguir es armar al movimiento emergente de la clase obrera en oposición a la burocracia sindical con un programa trotskista y las lecciones de la historia encarnadas en la lucha de décadas del CICI contra el estalinismo, el pablismo y el nacionalismo burgués.

La guerra de la OTAN contra Rusia y la élite gobernante en Turquía

El encarnizado conflicto con Rusia en Ucrania, al norte del mar Negro, es una guerra imperialista de las potencias de la OTAN dirigidas por Estados Unidos que podría engullir rápidamente a Turquía, Europa y el resto del mundo.

El intento del Gobierno de Erdoğan de mediar entre Ucrania, respaldada por la OTAN, y Rusia se debe, en última instancia, a los estrechos lazos económicos, militares y políticos de la burguesía turca tanto con la OTAN como con Rusia. Sin embargo, la escalada de la guerra está limitando la capacidad de Ankara para maniobrar entre la OTAN y Rusia, obligándola a elegir abiertamente un bando.

La aprobación unánime en el Parlamento por parte de la élite política burguesa turca de la entrada de Finlandia en la OTAN, que representa en sí misma una grave escalada en la guerra contra Rusia, fue una declaración innegable de su carácter proimperialista y reaccionario.

Fue una sorprendente confirmación de la teoría de la revolución permanente de León Trotsky, codirigente con Vladimir Lenin de la Revolución de Octubre de 1917 y fundador de la Cuarta Internacional. Como explicó Trotsky hace casi 90 años,

Con respecto a los países con un desarrollo burgués tardío, especialmente los países coloniales y semicoloniales, la teoría de la revolución permanente significa que la solución completa y genuina de sus tareas de alcanzar la democracia y la emancipación nacional solo es concebible mediante la dictadura del proletariado como dirigente de la nación sometida, sobre todo de sus masas campesinas.

En el centenario de la fundación de la República Turca, la burguesía es aún más incapaz que hace un siglo de cumplir sus tareas de conseguir su independencia frente al imperialismo y de establecer un régimen democrático.

La guerra que la OTAN, apoyada por la burguesía turca, provocó en Ucrania el año pasado fue producto de las agresiones imperialistas casi ininterrumpidas del imperialismo estadounidense desde la disolución estalinista de la Unión Soviética en 1991 y la expansión de la OTAN hacia el Este.

Como parte de estas agresiones imperialistas, innumerables países desde Irak a Yugoslavia, desde Afganistán a Siria han sido destruidos, millones de personas han sido asesinadas y decenas de millones se han convertido en refugiados. Miles de personas se han ahogado en el Mediterráneo porque la Unión Europea ha aplicado una política de “Fortaleza Europa” para impedir que los refugiados lleguen al continente.

La complicidad de la burguesía turca y kurda en estas guerras y sus esfuerzos por obtener migajas del saqueo imperialista han tenido consecuencias devastadoras. Erdoğan desempeñó un papel importante en la guerra de cambio de régimen urdida por la CIA en 2011 para derrocar al presidente sirio Bashar al Asad, que causó más de 500.000 muertos.

Al mismo tiempo, el “proceso de paz” de Erdoğan con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), nacionalista kurdo y respaldado por la OTAN, se derrumbó en 2015 cuando el imperialismo estadounidense convirtió a las Unidades de Protección Popular (YPG) en su principal fuerza sustituta en Siria. El temor a que la aparición de un Estado kurdo respaldado por Estados Unidos en Siria pudiera desencadenar un resultado similar en Turquía llevó a Ankara a un nuevo conflicto. El Gobierno de Erdoğan, empeñado en aplastar con violencia al PKK-YPG y al HDP, fue apoyado en gran medida por el CHP.

Las crecientes tensiones entre Ankara y sus aliados imperialistas estallaron violentamente en el fallido golpe de Estado respaldado por la OTAN contra Erdoğan en 2016. Habiendo sobrevivido al intento de golpe debido a las protestas masivas en su contra, Erdoğan siguió buscando un acuerdo con sus aliados de la OTAN. Esto expone la posición de la burguesía turca, que está profundamente ligada al imperialismo y teme sobre todo la amenaza de la clase obrera.

Sin embargo, mientras que la Alianza Popular de Erdoğan aboga por maniobrar entre las potencias de la OTAN lideradas por Estados Unidos, por un lado, y Rusia y China, por otro, la Alianza Nacional de Kılıçdaroğlu promete servir mejor al imperialismo de la OTAN. Durante su visita a Estados Unidos en octubre pasado, Kılıçdaroğlu declaró, mucho más explícitamente que Erdoğan: “Creemos que debemos ponernos del lado de Ucrania en la guerra ruso-ucraniana”.

El presidente estadounidense Biden y sus aliados europeos, que han declarado abierta o encubiertamente su apoyo a Kılıçdaroğlu frente a Erdoğan, ven a Kılıçdaroğlu como un aliado más fiable. De hecho, Kılıçdaroğlu ha hecho todo lo posible para tranquilizar a las potencias imperialistas al respecto. El CHP, que respaldó la adhesión de Finlandia a la OTAN, promete que, si toma el poder, el Parlamento aprobará rápidamente la adhesión de Suecia.

No hay razón para pensar que, si es elegido, Kılıçdaroğlu no se enfrentaría a todos los mismos conflictos que la burguesía turca enfrentó bajo Erdoğan con la OTAN, terminando en una confrontación con los nacionalistas kurdos y los aliados imperialistas de Turquía. Sin embargo, su campaña ha dejado claro que está firmemente orientado a mejorar las relaciones con el imperialismo.

El colapso de las formas democráticas de gobierno

El año pasado, Kılıçdaroğlu afirmó que la OTAN es “el garante de la democracia en el siglo veintiuno”. En realidad, las potencias de la OTAN lideradas por Estados Unidos han estado en el epicentro de operaciones antidemocráticas contra los Gobiernos electos en todo el mundo a lo largo de los siglos veinte y veintiuno, incluido el golpe de Estado de 2014 en Ucrania y el intento de golpe de Estado de 2016 en Turquía.

El colapso de las formas democráticas de gobierno ha encontrado su expresión más llamativa en las principales potencias de la OTAN, Estados Unidos y Francia. El presidente Macron está tratando de imponer recortes de pensiones a los que se oponen tres cuartas partes del pueblo francés a través de la violencia del Estado capitalista controlado por la oligarquía financiera. En Estados Unidos, donde Trump intentó un golpe de Estado para anular los resultados de las elecciones del 6 de enero de 2021, el presidente Biden dijo que no está seguro de que la democracia exista en la próxima década.

La frágil “democracia” turca no es inmune a estos procesos más amplios. Hace solo siete años sufrió un intento de golpe de Estado, al que Erdoğan respondió acelerando el avance hacia un régimen presidencial autoritario. En caso de que facciones de la burguesía turca intervengan para intentar manipular o robar las elecciones, los trabajadores y la juventud deben oponerse masivamente.

Sin embargo, el creciente impulso de la clase dominante en todas partes hacia formas dictatoriales de gobierno tiene sus raíces en la crisis internacional del sistema capitalista y no puede ser eliminado por un cambio de gobierno. Explicando la aparición de regímenes dictatoriales en Europa, Trotsky escribió en 1929:

Por analogía con la ingeniería eléctrica, la democracia podría definirse como un sistema de interruptores de seguridad y disyuntores para la protección contra las corrientes sobrecargadas por la lucha nacional o social. ... Bajo el impacto de las contradicciones de clases e internacionales que están demasiado cargadas, los interruptores de seguridad de la democracia se queman o explotan. Eso es esencialmente lo que representa el cortocircuito de la dictadura.

El Gobierno de Erdoğan, al igual que sus homólogos de todo el mundo, ha presidido una transferencia masiva de riqueza de la clase trabajadora a la oligarquía financiera durante la pandemia del COVID-19. La abrumadora mayoría de los trabajadores viven en la pobreza, luchando para frenar la pérdida de sus salarios reales, incluso cuando la inflación real anual se eleva por encima del 100 por ciento. Esta contrarrevolución social, reflejada en el aumento de las ganancias netas del sector bancario turco en más del 350 por ciento en 2022, cuenta con el apoyo de todas las facciones de las élites gobernantes.

Kılıçdaroğlu ha dejado claro que planea formar un régimen al servicio de los intereses del capital financiero internacional y turco, independientemente de su retórica demagógica contra las grandes corporaciones cercanas a Erdoğan. La “solución” de Kılıçdaroğlu al agravamiento de la crisis económica es estrechar lazos con los círculos financieros de Nueva York y Londres, donde se encuentran los principales culpables del enorme coste de la vida y del empobrecimiento al que se enfrenta la clase trabajadora turca e internacional. Para ello, ha reclutado a Ali Babacan, antiguo jefe económico bajo Erdoğan. El programa de Kılıçdaroğlu de seguir a los bancos centrales de EE.UU. y Europa en la subida de los tipos de interés para frenar la inflación resultará en el estancamiento económico, despidos generalizados y medidas de austeridad.

Las promesas electorales de la Alianza Nacional de mejorar las condiciones sociales, restaurar los derechos democráticos y volver a un sistema parlamentario no sirven para nada. La crisis global del capitalismo y el recrudecimiento de la lucha de clases, que impulsan el desarrollo del régimen autoritario de derechas de Erdogan, se intensificarán en todo el mundo, independientemente del resultado de las elecciones. En cualquier caso, la clase obrera medirá en un enfrentamiento con el siguiente Gobierno burgués.

El papel proimperialista del nacionalismo kurdo

El Sosyalist Eşitlik Grubu se opone intransigentemente a la represión estatal del pueblo y los políticos kurdos. Los derechos democráticos básicos del pueblo kurdo deben ser reconocidos y los presos políticos liberados. Sin embargo, nuestra defensa de principios de los derechos democráticos no implica en modo alguno el apoyo a los movimientos nacionalistas burgueses. El historial proimperialista del nacionalismo kurdo es un ejemplo sorprendente de la bancarrota del nacionalismo y de su falta de contenido progresista.

La escalada de la guerra de la OTAN contra Rusia ha revelado una vez más que la afirmación de que hay que apoyar al HDP contra la guerra y por la paz es una trampa política y un fraude. No participó en la votación debido a alguna oposición a la pertenencia de Finlandia en la OTAN. Repitiendo la retórica de las potencias de la OTAN, declaró que “las preocupaciones de seguridad de Finlandia son legítimas”.

Esta actitud del HDP, con su falsa retórica “antiimperialista”, concuerda con el historial del nacionalismo kurdo y su orientación al imperialismo. Dio la bienvenida a la invasión estadounidense de Irak en 2003, y aclamó la alianza del YPG con Estados Unidos en Siria como la “Revolución de Rojava.” El HDP, representado en la Asamblea Parlamentaria de la OTAN, mantiene fuertes vínculos con los socialdemócratas y Los Verdes alemanes, que han desempeñado un papel central en la guerra de la OTAN contra Rusia.

El HDP mantuvo la cooperación política con el Gobierno de Erdoğan hasta 2015, en nombre del “proceso de paz” apoyado por Estados Unidos y la UE. Tras el fin de este proceso, se inclinó gradualmente hacia el CHP, en medio de una escalada de la represión por parte del Gobierno de Erdoğan, que en gran medida contaba con el apoyo del CHP. El HDP afirmaba entonces que un acuerdo con Erdoğan traería “paz y democracia”. Hoy difunde las mismas ilusiones sobre la Alianza Nacional liderada por el CHP.

El SEG rechaza vehementemente estas afirmaciones como un engaño que solo producirá nuevos desastres para la clase obrera y el pueblo kurdo. Para resolver la cuestión kurda y detener la carnicería en Oriente Próximo es necesario que la clase obrera se movilice y tome el poder sobre la base de un programa socialista internacional contra el imperialismo y sus representantes burgueses.

La única manera de avanzar es que los trabajadores se unan a sus hermanos y hermanas de todas las nacionalidades en Oriente Próximo y en los países imperialistas en la lucha contra la guerra y la opresión y por la construcción del socialismo en toda la región y el mundo.

La bancarrota de la pseudoizquierda

El Sosyalist Eşitlik Grubu se opone tanto al régimen de Erdoğan como a una posible presidencia de Kılıçdaroğlu desde el punto de vista de la clase obrera internacional. Rechaza como una mentira descarada la afirmación de las fuerzas pseudoizquierdistas, incluyendo el TIP, el Partido Laborista (EMEP), el TKP, el Partido de Izquierda y las distintas tendencias pablistas/morenistas, de que una presidencia de Kılıçdaroğlu mejorará las condiciones sociales y democráticas. Al intentar canalizar la creciente oposición social detrás de la Alianza Nacional, estas fuerzas revelan una vez más su carácter proimperialista y antiobrero.

El TİP, que entró en el Parlamento en las elecciones de 2018 en las listas del HDP, desempeña hoy un papel fundamental al llevar a un callejón sin salida a las masas que buscan una alternativa de izquierdas al régimen de Erdoğan y al capitalismo fuera de la Alianza Nacional de derechas. Fundado en 2017 tras una escisión dentro del TKP estalinista en 2014, el TİP ha crecido rápidamente en el último año con el apoyo de los medios de oposición proburgueses.

El verdadero carácter del TİP se demostró más claramente cuando se negó a oponerse a la pertenencia de Finlandia en la OTAN en la votación parlamentaria. Fue una decisión muy consciente que proviene de su orientación al proimperialista HDP y a la Alianza de Naciones, y no a la clase obrera, donde existe una oposición abrumadora hacia la OTAN.

El líder del TİP, Erkan Baş, declaró que, si Erdoğan pierde las elecciones, “el Gobierno de los enemigos de los trabajadores” llegará a su fin. En realidad, la crisis económica y los ataques sociales de la clase dominante se profundizarán, gane quien gane. La crisis global del capitalismo que sacude Turquía no terminará si Kılıçdaroğlu, otro político burgués de derechas y pro-OTAN, sustituye a Erdoğan como presidente o si Erdoğan pierde su mayoría parlamentaria. Detener la crisis requiere que la clase obrera tome el poder en sus propias manos a través de una revolución socialista en Turquía e internacionalmente.

El carácter antiobrero del CHP es evidente en las políticas de los municipios que gobierna. Tras el estallido de la pandemia del COVID-19, tanto el CHP como sus partidarios en la confederación sindical DİSK apoyaron desde el principio la política del Gobierno de “anteponer las ganancias a las vidas”. Mientras que el CHP dictaba esta política en los municipios que gobernaba, DİSK mandaba a los trabajadores a laborar en condiciones inseguras. El CHP respondió a los trabajadores que se declararon en huelga en sus municipios de Estambul acusándoles de “servir al Gobierno” y dedicándose a romper las huelgas.

Una de las muestras más repugnantes del apoyo de las organizaciones pseudoizquierdistas a la Alianza Nacional es su silencio ensordecedor sobre el programa xenófobo de Kılıçdaroğlu. Millones de refugiados que huyen de las guerras de Afganistán y Siria, de las que Ankara fue cómplice, viven en Turquía sin los derechos más básicos. Kılıçdaroğlu lleva tiempo intentando desviar la creciente oposición social en una dirección reaccionaria. Durante dos años, ha prometido “repatriarlos”, es decir, deportarlos, en cooperación con la UE.

El Sosyalist Eşitlik Grubu rechaza categóricamente la política xenófoba de la Alianza Nacional y las fuerzas pseudoizquierdistas que la respaldan. En su lugar, llama a los trabajadores a defender a los refugiados. En todas partes, los refugiados, víctimas de las guerras imperialistas, deben tener derecho a vivir y trabajar en el país de su elección con los mismos derechos, incluyendo la ciudadanía.

La adaptación de las fuerzas pseudoizquierdistas a la Alianza Nacional refleja el hecho de que representan a sectores acomodados de la clase media que buscan una posición mejor en el capitalismo. El historial de sus aliados internacionales, como Syriza en Grecia, el partido La Izquierda en Alemania y Podemos en España, cuando han llegado al poder a nivel local o nacional, es una advertencia para los trabajadores y la juventud.

En España, Podemos, que cogobierna junto al Partido Socialista de la patronal, es un ferviente partidario de la guerra de la OTAN contra Rusia y aplasta violentamente las huelgas de los trabajadores. El partido La Izquierda apoya el resurgimiento del imperialismo alemán e impone duras políticas de austeridad en los estados donde gobierna.

Syriza, que llegó al poder en 2015, impuso al pueblo griego un severo programa de austeridad a instancias de la Unión Europea y los grandes bancos. Estableció brutales campos de internamiento para refugiados en Grecia como parte del acuerdo sucio de la UE con el Gobierno de Erdoğan. El líder de Syriza y ex primer ministro Alexis Tsipras desarrolló lazos militares y políticos con el régimen sionista de Israel y la sangrienta dictadura de El Sisi en Egipto.

Syriza, que aspira a volver al poder en las elecciones griegas del 21 de mayo, defiende una política de línea dura a favor de Grecia, apoyada por Francia, en el conflicto con Turquía, para disputar el petróleo y el gas natural en el Mediterráneo oriental y las islas del mar Egeo. Kılıçdaroğlu, detrás de quien se ha agrupado la pseudoizquierda, también declaró su apoyo a una política agresiva contra Grecia en consonancia con los intereses reaccionarios de la burguesía turca. En 2017, prometió: “Vendré y tomaré todas estas islas”.

El Sosyalist Eşitlik Grubu busca establecer la independencia política de la clase obrera demostrando el abismo político y de clase que separa la lucha por el trotskismo dentro de la clase obrera de la política nacionalista pequeñoburguesa de los grupos pseudoizquierdistas. Solo a través de esta lucha por distinguir claramente los intereses de la clase obrera internacional de los de la burguesía puede prepararse la clase obrera para la lucha por el poder político.

¿Qué propone el SEG?

  • Movilizar a la clase obrera turca e internacional contra el imperialismo de la OTAN y el peligro de una guerra mundial nuclear.

El Sosyalist Eşitlik Grubu apoya la campaña del movimiento juvenil del CICI, los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (JEIIS o IYSSE, por sus siglas en inglés), para construir un movimiento mundial de trabajadores y jóvenes contra la guerra. El SEG se opone a la invasión reaccionaria de Putin en Ucrania, pero se opone irreconciliablemente a las fuerzas pseudoizquierdistas que la utilizan como excusa para apoyar las guerras imperialistas de EE.UU. y la OTAN.

La guerra en Ucrania, que amenaza a la humanidad con un conflicto nuclear, no tiene nada que ver con la “defensa nacional”. Como consecuencia devastadora de la disolución estalinista de la URSS en 1991, esta guerra es una continuación de los 30 años de guerras imperialistas dirigidas por EE.UU., desde los Balcanes a Oriente Próximo, desde el norte de África a Asia central. En última instancia, no existe una solución nacional a la guerra, que surge de las contradicciones del capitalismo global. La única solución progresista reside en la intervención revolucionaria de la clase obrera internacional.

En Turquía, como en todo el mundo, la inmensa mayoría de los trabajadores está en contra de la guerra en Ucrania. Una encuesta realizada el año pasado reveló que el 80 por ciento de la población turca se oponía a la guerra. Esta es la base social en la que debe basarse un movimiento contra la guerra en Turquía y a escala internacional. Este movimiento solo puede construirse sobre la base de un programa socialista internacional, independiente y contrario a toda la élite política proimperialista.

El SEG también propone la retirada de todas las potencias imperialistas de Oriente Próximo, así como la retirada de las tropas turcas en el extranjero, incluyendo Siria e Irak.

  • Una política de “cero COVID”

Sean cuales fueren las afirmaciones anticientíficas de los Gobiernos, la pandemia de COVID-19 continúa. El SEG propone una política de “cero COVID” que, cuando fue aplicada, tuvo un enorme éxito a la hora de detener la propagación del virus y salvar vidas. Pero esta política solo podría eliminar el COVID-19 si se aplica a escala mundial, y esto requiere que los trabajadores se movilicen formando comités de seguridad de base en todos los centros de trabajo y las escuelas.

El SEG apoya la Investigación Global de los Trabajadores sobre la Pandemia de COVID-19 del CICI. Lucha por educar a la clase trabajadora sobre la necesidad de una política de “cero COVID” y hace un llamamiento a los trabajadores y científicos para que participen en esta investigación.

  • Construir comités de acción, organizar a los trabajadores independientemente de las burocracias sindicales para luchar contra la austeridad y la represión.

El CICI es la única tendencia política que busca construir y vincular internacionalmente las organizaciones de lucha en los centros de trabajo, de manera independiente y opuesta a los sindicatos corruptos y propatronales. El combustible para tal movimiento se encuentra en la ira de los trabajadores hacia las condiciones sociales creadas por décadas de austeridad y represión policial bajo sucesivos Gobiernos de todos los colores políticos.

Turquía es el país europeo con los salarios más bajos. Aunque el umbral de pobreza mensual para una familia de cuatro miembros supera las 33.000 liras (1.700 dólares), una parte significativa de la población trabajadora intenta sobrevivir con un salario mínimo de unas 8.500 liras (435 dólares). Con una inflación de los alimentos del 70 por ciento, muchas familias están lejos de poder costear una dieta sana. La desigualdad social va en aumento. En 2022, la proporción de la renta nacional destinada al 20 por ciento más rico de la población había aumentado hasta el 48 por ciento (el nivel más alto en 16 años). Durante décadas, los sindicatos han colaborado, abiertamente o de forma encubierta, con el Gobierno en la eliminación de los derechos sociales y la reducción de los salarios.

La lucha por reconquistar los derechos sociales básicos, poner fin a las muertes por COVID-19 y oponerse a las guerras imperialistas no pueden confiarse a las negociaciones corporativistas de las burocracias sindicales nacionales con el Estado. Cualquier lucha industrial seria contra las empresas transnacionales requiere que los trabajadores se organicen independientemente de los sindicatos y más allá de las fronteras nacionales. Para ello, el SEG apoya el llamamiento del CICI para construir la Alianza Internacional Obrera de los Comités de Base (AIO-CB).

  • Expropiar a la aristocracia financiera para satisfacer necesidades sociales urgentes

La aristocracia financiera se ha enriquecido con billones de dólares mediante la impresión de dinero público por parte de los principales bancos centrales. Al ser entregados a los especuladores financieros, estos fondos alimentaron la inflación y aumentaron masivamente la deuda estatal, pero impulsaron los mercados bursátiles. Los estudios demuestran que el aumento de las ganancias empresariales es un motor clave de la inflación.

Una aristocracia parásita, que lucró de su capital mal habido haciendo trabajar a los obreros en condiciones inseguras en la pandemia, lo que se ha cobrado millones de vidas, está saqueando la sociedad. También condenó a muerte a innumerables personas que vivían en edificios que se sabía que eran inseguros cuando ocurrió el terremoto de Turquía-Siria. El SEG propone la provisión inmediata de condiciones de vivienda dignas y seguras para los cientos de millones de personas que viven en la región de Mármara y en otras zonas donde se prevén grandes terremotos y “catástrofes naturales” similares, en Turquía y a escala internacional.

Los fondos públicos expoliados por manos privadas deben ser confiscados y utilizados para atender las urgentes necesidades sociales de la población. Esto requiere la transferencia del poder del Estado a las manos de la clase obrera, en toda Europa y más allá.

Tales propuestas, basadas en la fuerza de la clase obrera internacional, la lucha por su independencia política y la necesidad de su lucha por el poder, identifican al SEG como una tendencia marxista-internacionalista orientada a la clase obrera -es decir, una organización trotskista- y la distinguen fundamentalmente de todas las demás tendencias políticas de Turquía.

Construyan el Partido Socialista por la Igualdad

Las elecciones no resolverán ningún problema social ni democrático de la clase obrera y la juventud. El problema decisivo en Turquía y en el mundo es la cuestión de la perspectiva histórica y de la dirección política. Esto significa construir el CICI y sus secciones, los Partidos Socialistas por la Igualdad, como la vanguardia revolucionaria de la clase obrera.

En oposición a las fuerzas pseudoizquierdistas que pretenden someter a los trabajadores y a la juventud a la burguesía nacional, el CICI y el SEG luchan por preparar a la clase obrera para la crisis objetivamente revolucionaria que se está desarrollando en todo el mundo. El conflicto que enfrenta cada vez más a los trabajadores de todo el mundo contra el Estado capitalista no puede resolverse “reformando” el poder del Estado, sino transfiriéndolo a la clase obrera mediante una revolución socialista. La base teórica y política de esta lucha, que requiere la construcción de un partido trotskista antes del estallido de las luchas revolucionarias de masas, es la Teoría de la Revolución Permanente de Trotsky, tal como lo fue en la Revolución de Octubre de 1917 dirigida por el Partido Bolchevique.

El SEG se basa en las luchas históricas del CICI, el único partido político que representa la continuidad del movimiento marxista-trotskista. Como declaramos el año pasado en nuestra resolución de unirnos al CICI y fundar el Sosyalist Eşitlik Partisi (Partido Socialista por la Igualdad), “Esta continuidad se remonta a la fundación de la Oposición de Izquierda bajo la dirección de León Trotsky en 1923 para defender la estrategia y el programa de la revolución socialista mundial contra la degeneración nacionalista estalinista. Esta estrategia y este programa guiaron la Revolución de Octubre en 1917 dirigida por el Partido Bolchevique en Rusia, bajo el liderazgo de Vladímir Lenin y León Trotsky”.

Turquía ocupa un lugar importante en la historia del movimiento trotskista, que este año celebra su centenario. Trotsky no solo escribió varias de sus obras más importantes en Estambul, donde estuvo exiliado como implacable opositor a la burocracia estalinista, sino que también hizo un llamamiento a la fundación de la Cuarta Internacional desde Prinkipo en 1933.

El Comité Internacional, que desde 1953 dirige la Cuarta Internacional, fundada en 1938 bajo la dirección de Trotsky, ha defendido el trotskismo contra el estalinismo, la socialdemocracia, el pablismo y todas las formas de nacionalismo pequeñoburgués. Es hoy la única organización que lucha por resolver la cuestión de la dirección revolucionaria de la clase obrera internacional.

En la lucha por construir los Partidos Socialistas por la Igualdad en Turquía y en todo Oriente Próximo, el SEG trabaja en estrecha cooperación política con sus partidos hermanos del CICI en Europa y en todo el mundo, luchando por movilizar a la clase obrera contra las guerras imperialistas y por una revolución socialista mundial.

El SEG llama a todos los que están de acuerdo con esta declaración y buscan una alternativa genuinamente socialista en la lucha contra las guerras imperialistas, la contrarrevolución social y los Estados policiales a unirse a la lucha por construir el CICI y el Sosyalist Eşitlik Partisi.

(Publicado originalmente en inglés el 9 de mayo de 2023)

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