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Partido Socialista por la Igualdad (EE.UU.)
Las bases históricas e internacionales del Partido Socialista por la Igualdad

Estalla la Segunda Guerra Mundial; Trotsky lucha por última vez

72. La firma del pacto Stalin-Hitler en agosto de 1939, seguido por el estallido de la Segunda Guerra Mundial, produjo una crisis política dentro del Socialist Workers Party [Partido Socialista de los Trabajadores] de los Estados Unidos. [47] Una facción política encabezada por Max Shachtman, James Burnham y Martin Abern sostuvo que a la Unión Soviética ya no se le podía designar como estado obrero. Este cambio en la definición de la índole clasista del estado soviético —que ahora Burnham definía como “colectivista burocrático”— los llevó a declarar que la Cuarta Internacional, en caso de guerra, no debería abogar por la defensa de la URSS.

73. Trotsky contestó que la caracterización del régimen estalinista como “colectivista burocrático” —lo que era una nueva forma de sociedad explotadora sin precedentes, imprevista por el marxismo— tenía consecuencias políticas e históricas de largo alcance. El verdadero tema bajo consideración, a fin de cuentas, era la viabilidad histórica del proyecto marxista mismo. La premisa que formaba la base a la tesis de Burnham (luego adoptada por Shachtman) era que la clase trabajadora había agotado el potencial de su fuerza social revolucionaria. El desarrollo de la sociedad moderna no iba en dirección al socialismo, logrado en base de una revolución internacional de la clase trabajadora. Más bien ahora surgía una forma de “colectivismo burocrático” en el que la sociedad sería controlada y dirigida por una nueva clase social de ejecutivos de gestión. De haber tenido razón Burnham, entonces por obligación se tendría que haber deducido que el marxismo había malentendido los procesos de la historia moderna, y, sobre todo, que se había equivocado en atribuirle a la clase trabajadora un papel revolucionario. Pero esta perspectiva revisionista de Burnham no era tanto el producto de un análisis materialista de las bases económicas y la dinámica social de la sociedad capitalista moderna, para no decir de la Unión Soviética; más bien era un grito de desespero. De las derrotas de los años 1920 y 1930, Burnham y Shachtman habían llegado a la conclusión que la revolución socialista era imposible. Trotsky rechazó esa postura pesimista e impresionista. La Cuarta Internacional, escribió él, defiende la perspectiva revolucionaria del marxismo. Explicó que las derrotas que la clase trabajadora sufrió fueron consecuencia de las traiciones políticas de sus organizaciones de masas. En oposición a ese análisis, Trotsky escribió:

“Los desilusionados y aterrorizados pseudo-marxistas de todo tipo responden, por el contrario, que el fracaso de la dirigencia’refleja’ simplemente la incapacidad del proletariado para cumplir su misión histórica. No todos nuestros adversarios expresan con claridad su pensamiento, pero todos ellos —ultraizquierdistas, centristas, anarquistas, por no hablar de los estalinistas y los socialdemócratas— cargan el peso de sus propios errores sobre las espaldas del proletariado. Ninguno de ellos expresan claramente bajo qué condiciones será capaz el proletariado de llevar a cabo la revolución socialista”. [48]

74. Trotsky insistió que el conflicto en el SWP sobre cuestiones del programa reflejaba dos conceptos irreconciliablemente opuestos acerca de los procesos sociales contemporáneos:

“Si aceptamos como válido que la causa de los errores es consustancial a las cualidades sociales del proletariado como tal, hemos de reconocer que el futuro de la sociedad moderna se nos presenta sin esperanza. Bajo las condiciones del capitalismo en decadencia, el proletariado no crece ni numérica ni culturalmente. No hay razones, por tanto, para creer que alcance algún día la altura de su misión revolucionaria. Hemos clarificado el profundo antagonismo entre la necesidad orgánica, insoslayable y creciente de las masas trabajadoras de escapar del caos sangriento del capitalismo y el carácter conservador, patriótico y totalmente burgués de las direcciones sindicales existentes. Debemos elegir entre una de estas dos alternativas irreconciliables.” [49]

75. En el curso de su historia, la Cuarta Internacional una y otra vez tendría que hacerle frente, de diversas maneras, a tendencias políticas y teóricas que partían de la premisa de que la clase trabajadora no era una fuerza revolucionaria. Adoptaron éstas la bandera del pablismo o de otras tendencia radicales desmoralizadas de la “Nueva Izquierda” que habían caído bajo la influencia de la “Corriente de Frankfort” (Marcuse, Adorno, Horkheimer y demás); el rechazo del papel revolucionario de la clase trabajadora formaba la base de su perspectiva política oportunista. En cuanto a Shachtman y a Burnham, su evolución luego vindicó el análisis de Trotsky. En abril de 1940, Burnham y Shachtman abandonaron al SWP y formaron el Workers Party [Partido Obrero]. Al mes, Burnham renunció de su propia creación y declaró que ya no se consideraba marxista o socialista. Esto marcó el principio de una rápida evolución hacia la extrema derecha. Se convirtió en partidario de declarar una guerra nuclear preventiva contra la Unión Soviética. Ya para los 1950, se había convertido en el ideólogo principal del naciente movimiento neoconservador. En 1982, varios años antes de fallecer, el Presidente Reagan lo premió con la Medalla de la Libertad. En cuanto a Shachtman, su trayectoria a la derecha fue más lenta pero no menos fundamental. Se convirtió en asesor político de la burocracia anticomunista de la AFL-CIO y del ala pro Guerra Fría más reaccionaria del Partido Demócrata. Antes de morir en 1972, apoyó el bombardeo de Vietnam del Norte por Estados Unidos.


[47]

El SWP se fundó en enero de 1938, casi una década después de Cannon haber iniciado la lucha por el trotskismo en Estados Unidos. Durante esa década, los trotskistas estadounidenses establecieron una presencia significante en las luchas de la clase trabajadora. Su liderazgo en la Huelga General de Minneapolis en 1934 atrajo fama nacional e internacional.

[48]

Leon Trotsky, In Defense of Marxism (London: New Park, 1971), p. 15.

[49]

Ibid.