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Perspectiva

La actitud socialista hacia la tragedia de Luigi Mangione

Luigi Mangione, sospechoso en el tiroteo fatal del director ejecutivo de UnitedHealthcare, Brian Thompson, escoltado por la policía, 19 de diciembre de 2024, Nueva York [AP Photo/Pamela Smith]

El caso de Luigi Mangione, el joven de 26 años que presuntamente asesinó al director ejecutivo de UnitedHealthcare, Brian Thompson, en las calles de Manhattan, se ha convertido en un tema de gran interés público en Estados Unidos. Si bien faltan por explicarse muchos de los detalles, las respuestas de las distintas capas de la sociedad plantean cuestiones de clase fundamentales.

Para comenzar, el World Socialist Web Site denuncia el encarcelamiento vengativo de Mangione, a quien le negaron la libertad bajo fianza y acusaron de terrorismo, presentando la posibilidad de la pena capital. Exigimos que Magnione, quien aparentemente sufre de graves problemas de salud, pueda salir bajo fianza y recibir el cuidado médico que necesita.

La respuesta de los oligarcas y medios de comunicación corporativos, que ha combinado un rencor personal hacia Mangione con indignidad moral por su presunta violencia, es completamente hipócrita. Tan solo unos pocos días después del asesinato en Manhattan, los medios de comunicación celebraron de forma unánime el asesinato del general ruso Ígor Kiríllov en las calles de Moscú, un acto que acerca el mundo al abismo de una guerra nuclear.

La sociedad capitalista estadounidense, que se encuentra en una crisis terminal “se alimenta de la carne humana y bebe sangre”, para citar la descripción del abogado de derechos civiles, Clarence Darrow, de la histeria durante la Primera Guerra Mundial. Cientos de miles han sido asesinados en guerras patrocinadas por EE.UU. en Ucrania, Gaza, Siria y otros países. El nuevo Gobierno de Trump está preparando niveles de violencia política nunca vistos en la historia de EE.UU.

Dicho esto, nos oponemos totalmente a aquellos que presentan a Mangione como una especie de héroe vengador. Cualquier satisfacción de que Thompson “tuvo su merecido” es una respuesta retrógrada e incluso dañina, personalizando lo que en última instancia es un problema que solo puede resolverse sobre la base de una lucha social de la clase trabajadora.

El gran apoyo público a lo que presuntamente hizo Mangione refleja una tendencia profundamente arraigada en la vida pública estadounidense y promovida por los medios corporativos para socavar la conciencia de clase a glorificar las acciones individuales y el individualismo extremo.

Saldrá a la luz más información sobre los motivos detrás del asesinato. Sin embargo, nunca se puede juzgar un acto por intenciones subjetivas, sino por la perspectiva que lo guía y por el impacto que tiene. En cuanto a estos últimos criterios, el asesinato de Thompson no cambia nada, excepto que la esposa y los dos hijos del hombre de 50 años han sido privados de un esposo y un padre, y que el propio Mangione enfrenta la posibilidad de una larga pena de prisión e incluso una sentencia de muerte.

En un contexto más amplio, Thompson era una figura insignificante para el capitalismo estadounidense, y ya fue reemplazado rápidamente. El motivo aparente y la simpatía que su asesinato ha generado recuerdan una famosa escena de la novela de la Depresión, Las uvas de la ira, donde un pobre agricultor que discute con el conductor de un tractor que está a punto de derribar su casa, trata de averiguar a quién debe disparar para detenerlo:

[El conductor:] —No soy yo. No puedo hacer nada. Perderé mi trabajo si no lo hago. Y mira, ¿supongo que me matas? Te colgarán, pero mucho antes de que te cuelguen, habrá otro tipo en el tractor y derribará la casa. No estás matando al tipo correcto.

—Es cierto —dijo el inquilino—. ¿Quién te dio las órdenes? Iré por él. Él es a quien hay que matar.

—Te equivocas. Recibió sus órdenes del banco. El banco les dijo: “Despejen a esas personas o pierden su trabajo.

—Bueno, hay un presidente del banco. ¿Tiene una junta directiva? Llenaré el cargador del rifle y entraré en el banco.

El conductor dijo:

—El compañero me estaba diciendo que el banco recibe órdenes del Este. Las órdenes eran: “Haz que la tierra muestre ganancias o te cerraremos”.

—Pero ¿dónde se detiene? ¿A quienes podemos dispararles? No pretendo morir de hambre antes de matar al hombre que me está matando de hambre.

—No lo sé. Tal vez no hay nadie a quien dispararle. Tal vez no se trata del hombre en absoluto. Tal vez, como dijiste, es culpa de la propiedad.

—Tengo que pensar —dijo el inquilino—. Todos tenemos que pensar. Hay alguna manera de detener esto. No es como un rayo o un terremoto. Se trata de algo malo hecho por el hombre, y por Dios que es algo que podemos cambiar.

La tarea fundamental de nuestro tiempo es que la clase trabajadora expropie UnitedHealthcare y otras grandes corporaciones por medio de una revolución socialista, no la “venganza” contra uno u otro ejecutivo individual. Esto requiere la construcción de un partido revolucionario en la clase trabajadora, capaz de elevar su conciencia y organización de clase al nivel de este objetivo histórico.

Las huelgas recientes y en curso de los trabajadores de Amazon, Boeing, Canada Post y otros lugares son los sismos que anuncian la erupción masiva de la lucha de clases bajo la Administración entrante de Trump. El resultado estará determinado por el grado en que este espontáneo estallido de luchas se convierta en un movimiento consciente e internacional contra el capitalismo, y el grado en que los trabajadores sean capaces de organizarse de forma independiente contra los burócratas sindicales propatronales.

Los marxistas se oponen a la violencia individual porque va directamente en contra de esta perspectiva, como explicamos en una perspectiva anterior, reemplazando las acciones de clase con el accionar de individuos desesperados y enojados, provenientes principalmente de las filas de la juventud de clase media.

En contraste con este enfoque, amplios sectores de la pseudoizquierda están promoviendo abiertamente a Mangione. Fue típico un titular en el periódico de la Spartacist League (Liga Espartaquista), un grupo radical de clase media que se separó del trotskismo hace más de 50 años, que declaró: “Contraproducente pero no criminal: ¡Liberen a Luigi!” En él, promueven los peores instintos de venganza personal y sed de sangre, aclamando la acción “audaz, decisiva y valiente” de Mangione al tiempo que demuestran simpatía con el deseo de “matar a un millonario chupasangres”. Si bien puede ser “audaz y decisivo”, ciertamente no hay nada de valiente en dispararle a un hombre desarmado por la espalda.

Criticando las supuestas acciones de Mangione solo como “inoportunas”, declaran categóricamente que el asesinato “ciertamente no fue un crimen desde el punto de vista de la clase trabajadora”.

De hecho, es desde el punto de vista de los intereses de la clase trabajadora el asesinato fue aún más criminal. Los espartaquistas admiten: “Es posible que otros se inspiren en el acto y elijan el mismo camino, un desperdicio de material humano potencialmente revolucionario”. En esta declaración, esencialmente aceptan la responsabilidad de tan terrible tragedia. En lugar de intentar sacar las lecciones necesarias y educar a los trabajadores, los espartaquistas se adaptan y generan más confusión política.

Su apoyo a Mangione recuerda la promoción del suicidio del opositor al genocidio en Gaza, Aaron Bushnell, A principios de este año, Bushnell se quitó la vida como forma de protesta personal, mientras que Mangione se llevó la de otro. Pero lo que tienen en común es su absoluta inutilidad política. La burguesía no se conmoverá ni por las autoinmolaciones ni por el asesinato de un ejecutivo.

Los espartaquistas solo mencionan la oposición marxista al “terrorismo”, declarándola un tema secundario. De hecho, es fundamental, sobre todo porque desenmascara a los espartaquistas y otros como oportunistas sin principios.

En contraste con el uso burgués del término “terrorismo” para demonizar todas las formas de resistencia, el uso marxista del término siempre ha tenido el significado más específico de sustituir la movilización de la clase trabajadora con actos de violencia contra miembros individuales de la clase dominante. Los marxistas siempre han insistido en que, a pesar de su apariencia “radical”, el terrorismo en su esencia es una perspectiva esencialmente reformista, incluso conservadora, de “presionar” a la clase dominante para que haga concesiones.

Sin duda, muchos de los que apoyan a Mangione esperan que su supuesta acción asuste a las compañías de seguros para que reduzcan las primas y amplíen la cobertura. Pero ha ocurrido lo contrario. Las corporaciones estadounidenses están decididas convertir a Mangione en un ejemplo mientras se preparan para una dictadura radical y un Gobierno abiertamente oligárquico bajo Trump.

La evolución política de las agrupaciones terroristas siempre ha seguido una lógica de clase definida. A finales del siglo XIX, el fundador del marxismo ruso Gueorgui Plejánov se opuso al narodismo, un movimiento que intentaba luchar contra el zar con asesinatos, tildándolos de “liberales con bombas”. Esta caracterización fue confirmada décadas más tarde durante la Revolución rusa, cuando sus herederos políticos en el Partido Socialrrevolucionario se opusieron a la Revolución de Octubre y se alinearon con los oficiales zaristas contra los bolcheviques durante la guerra civil.

En tiempos más recientes, muchos exradicales de la década de 1960 que propugnaron los bombardeos y las tácticas de guerrilla han encontrado su camino en puestos políticos y académicos de alto rango, incluido Bill Ayers de Weather Underground y el exmaoísta convertido en fiel del Partido Demócrata, Van Jones. En Alemania, el excombatiente callejero Joschka Fischer se convirtió en ministro de Relaciones Exteriores a fines de la década de 1990.

Los espartaquistas y la fraternidad pseudoizquierdista a la que pertenecen están tratando de desviar a una generación de jóvenes radicalizados hacia la perspectiva ruinosa de poner “presión” para obtener reformas, que no amenaza fundamentalmente el statu quo. Al hacerlo, han ayudado a crear un ambiente de extrema frustración que permitió el asesinato de Thompson.

Los obstáculos para un movimiento de masas no solo han allanado el camino para la reelección de Trump. También hacen que capas vulnerables busquen una salida a través de “soluciones” personales. Esto es particularmente cierto entre los estudiantes y los jóvenes, una categoría que incluye a Mangione. Las encuestas muestran que aproximadamente el 60 por ciento de los jóvenes apoyan sus acciones.

Pero ahora, después del evidente fracaso de ejercer “presión” a través de protestas, la pseudoizquierda insiste en promover la “presión” a través de actos de venganza autodestructivos.

Todos aquellos que promueven atajos y soluciones rápidas, o intercambien las soluciones sociales por las personales, digan lo que digan sobre sí mismos, están políticamente desorientados y son pesimistas. Para los jóvenes que buscan una manera de oponerse a la desigualdad, la explotación y la guerra, decimos: ¡giren hacia la clase trabajadora y construyan un movimiento revolucionario basado en principios socialistas! Saldar cuentas con el capitalismo no es posible a través de la venganza individual, sino solo por medio de la toma de poder por parte de la clase trabajadora.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 22 de diciembre de 2024)

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