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Perspectiva

¡Una respuesta de emergencia global y coordinada a la pandemia del coronavirus!

El Comité Internacional de la Cuarta Internacional hace un llamamiento para que se dé una respuesta de emergencia coordinada a nivel mundial a la propagación de la pandemia del coronavirus. La clase obrera debe exigir que los Gobiernos pongan a disposición los recursos necesarios para contener la propagación de la enfermedad, tratar a los infectados y garantizar el sustento de los cientos de millones que se verán afectados por las repercusiones económicas.

No se puede exagerar el peligro. El número de casos reportados se acerca a los 100.000 en todo el mundo, con casi 3.000 muertes. La mayoría de los infectados se encuentra en China, pero el virus se está propagando por todo el mundo. Se han identificado personas infectadas en 47 países, incluidos cientos de casos en Italia (14 muertes reportadas), Irán (26 muertes) y Corea del Sur (13 muertes).

Personas con mascarillas en cruce peatonal el miércoles 26 de febrero de 2020, Tokio (AP Photo/Jae C. Hong)

El jueves, tanto Alemania como Estados Unidos informaron sobre sus primeros casos del virus sin una fuente conocida de transmisión, lo que indica que ha comenzado a propagarse a personas que no han viajado a los centros de la enfermedad. Mientras tanto, el número de infectados en Irán es mucho mayor que el reportado. El viceministro de salud del país fue puesto en cuarentena después de dar positivo.

El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo el jueves que sería un "error fatal" para cualquier país creer que no será afectado. El asesor de la OMS, Ira Longini, ha dicho que si no se toman medidas agresivas para contener el virus, éste podría llegar a infectar a dos tercios del mundo, lo que significaría cientos de millones de muertes.

Los daños económicos del virus podrían superar la escala de la crisis financiera de 2008. La recesión desencadenada por la crisis de 2008 provocó una caída del PIB mundial del 0,5 por ciento y destruyó los puestos de trabajo de decenas de millones de personas.

La respuesta de las élites gobernantes y los Gobiernos ha sido una mezcla de incompetencia y un nivel de indiferencia criminal. Esto ha sido más evidente en los Estados Unidos que en cualquier otro lugar.

El presidente Trump, preocupado sobre todo por el impacto del coronavirus en la fortuna de la élite empresarial y financiera, ha tratado de restarle importancia al peligro y exagerar el nivel de preparación. "Pase lo que pase", dijo el miércoles, "estamos totalmente preparados".

De hecho, el Gobierno de EE.UU. no está preparado para un brote importante. No hay ningún sistema preparado para detectar el virus. El individuo en California identificado como el primer caso reportado de origen desconocido en los EE. UU. no fue sometido a una prueba hasta varios días después de que aparecieran los síntomas.

Hay una grave escasez de equipos sanitarios básicos, incluidas las mascarillas que necesitan los trabajadores de la salud. El Gobierno sólo dispone de unos 30 millones, mientras que se estima que se necesitarán 300 millones.

La Administración de Trump ha nombrado al vicepresidente Mike Pence, cuya inacción e ideología religiosa reaccionaria contribuyó a un brote de VIH en el estado de Indiana cuando era gobernador, como el encargado gubernamental de la respuesta al coronavirus. El principal propósito de este nombramiento es amordazar a cualquier funcionario cuyas advertencias contradigan la respuesta de la Administración.

La clase obrera debe exigir y luchar por medidas de emergencia integrales y urgentes. La crisis exige:

1. Una movilización global

La respuesta al coronavirus no puede ser coordinada a nivel nacional. El virus no respeta las fronteras ni las restricciones de visado e inmigración. Las redes globales de transporte e integración económica han convertido al virus en un problema global.

La solución debe ser global. Se debe permitir que los científicos de todo el mundo compartan sus investigaciones y tecnología, sin que los "intereses nacionales" y los conflictos geopolíticos retrasen las contramedidas eficaces para contener, curar y, en última instancia, erradicar el coronavirus. Todas las medidas de guerra comercial y las sanciones económicas, como las impuestas a Irán, deben ser levantadas inmediatamente. No se le debe negar a ningún ser humano el tratamiento médico que necesita urgentemente debido a su origen nacional o étnico.

Debe prestarse atención urgente a los millones de personas en los campamentos de inmigrantes y refugiados establecidos por las principales potencias capitalistas de Europa y los Estados Unidos. Esos campamentos serán zonas de gran peligro para la propagación del virus. Todos los que se encuentran actualmente en esos campamentos deben recibir una vivienda segura y acceso a la atención de la salud.

En los casos en que deban aplicarse cuarentenas a los que viajen o estén infectados, deberá hacerse de forma que se respeten los derechos democráticos y se preserve la dignidad personal.

2. Una asignación masiva de recursos para el cuidado y tratamiento de la salud

Es preciso asignar inmediatamente cientos de miles de millones de dólares para garantizar un acceso universal a la atención médica de la más alta calidad para todos los infectados por el virus. Se debe reunir un equipo internacional de expertos médicos y científicos para coordinar la atención dondequiera que haya brotes.

La clase política de los Estados Unidos está inmersa en un "debate" sobre si 2.000 millones de dólares son adecuados (la posición de la Casa Blanca) o si se necesitan 8.000 millones de dólares (la posición de los demócratas). Ambas cifras son una pizca para la escala de la crisis mundial.

La Administración de Trump ha gastado cinco veces más en su muro reaccionario en la frontera entre México-Estados Unidos (11.000 millones de dólares) de lo que se propone asignar al coronavirus. Se gastan 3.000 millones de dólares por día en la maquinaria de guerra de los EE. UU.

El suministro de atención médica y tratamiento no puede ser regulado por las compañías de seguros, farmacéuticas y de salud. El tratamiento, incluyendo cualquier futura vacuna, debe estar disponible para todos, de forma gratuita y sobre una base igualitaria.

Las gigantescas empresas de servicios de salud deben ser transformadas en servicios públicos, controlados democráticamente para satisfacer la urgente necesidad social que presenta el coronavirus y otras emergencias sanitarias.

3. Apoyo financiero directo y compensación de ingresos para todos los afectados por las consecuencias económicas

Millones de trabajadores se enfrentan a reducciones de horas o a la pérdida de sus puestos de trabajo debido al impacto inmediato del coronavirus y sus consecuencias económicas más amplias. Deben ser compensados en su totalidad.

Los Gobiernos y las élites capitalistas argumentarán que no hay dinero para financiar esa respuesta de emergencia. ¡Esto es una mentira! Los gastos militares de los Gobiernos llegan a los miles de millones de dólares. El presupuesto militar anual de los Estados Unidos por sí solo es más de un billón de dólares. Además, los principales Gobiernos capitalistas, liderados por la Reserva Federal de EE. UU., han asignado sumas de dinero virtualmente ilimitadas para aumentar el valor de mercado de las acciones. En las semanas posteriores al crack de 2008, el Gobierno de los Estados Unidos duplicó la deuda nacional de la noche a la mañana para proporcionar liquidez al mercado de valores y rescatar a los inversores corruptos.

Además, un porcentaje infinitesimal de la población mundial controla asombrosas sumas de dinero. La riqueza de las 500 personas más ricas del mundo asciende a casi 6 billones de dólares, tras un aumento de 1,2 billones de dólares sólo el año pasado. La clase obrera debe exigir a los Gobiernos que impongan impuestos de emergencia sobre las fortunas de los oligarcas en la medida en que lo requiera la emergencia.

Al exigir estas medidas de emergencia a los Gobiernos capitalistas, la clase obrera internacional no abandona su objetivo fundamental: el fin del sistema capitalista. Por el contrario, la lucha por las medidas de emergencia aumentará la conciencia de la clase obrera, desarrollará su comprensión de la necesidad de la solidaridad de clase internacional y aumentará su confianza política.

La crisis actual demuestra una vez más que el capitalismo es un sistema económico anticuado y una barrera para el progreso humano. El peligro que supone esta pandemia y las catastróficas implicaciones de la alerta mundial demuestran que el sistema capitalista debe dar paso al socialismo mundial.

(Publicado originalmente en inglés el 28 de febrero de 2020)

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